Vuelta a los Montes Carpetanos

Datos de la ruta

  • Zona: Montes Carpetanos, Parque Nacional Sierra de Guadarrama, Parque Natural Sierra Norte de Guadarrama
  • Duración: 2 días
  • Tipo de recorrido: circular
  • Tipo de firme: circunvalamos los Montes Carpetanos casi en su totalidad. A lo largo del recorrido existen tramos de ciclabilidad limitada (con algún tramo no ciclable, las posibles variantes se indican a lo largo de la descripción) en:
    • Jornada 1: tramo previo y posterior al puente de Cal y Canto (a la salida de Buitrago de Lozoya); y unos metros en una fuerte pendiente en la subida al puerto de la Linera.
    • Jornada 2: fuerte pendiente en el monte de Valsaín antes de alcanzar pista asfaltada; tramos parcialmente no ciclables en los últimos 3,2 km en la subida final al puerto de Cotos por el camino Viejo del Paular; y sendero en el entorno del embalse de la Presa del Pradillo.

Descripción

Como casi todas nuestras salidas, esta salida nace de una idea que se ha ido transformando, con el paso de las semanas, en una realidad: la posibilidad de circunvalar los conocidos como montes Carpetanos. Hacía demasiado tiempo que no realizábamos una ruta por la zona, desde nuestra ya lejana Travesía del Sistema Central, y ya teníamos ganas de volver a estos parajes que tanto nos han dado.

Recibe el nombre de montes Carpetanos la alineación montañosa principal de la Sierra de Guadarrama (Sistema Central) y que incluye las cumbres más emblemáticas de este maravilloso entorno como es Peñalara (máxima altura de Madrid y Segovia), Cerro Claveles, Pico del Nevero, Reajo Alto o La Peñota (limitando esta enumeración a las más conocidas), y un largo etcétera. Estas cumbres conforman la línea imaginaria entre las provincias de Madrid y Segovia, situando uno de sus extremos en el puerto de Somosierra y el otro en el puerto de los Neveros o collado de Quebrantaherraduras (en la base norte de Peñalara).

Lo cierto es que en nuestra salida la vuelta se queda incompleta ya que,con el tiempo disponible, no era posible unir la ruta con el puerto de Somosierra. Para ello hubiera sido necesario, como mínimo, una jornada más. A pesar de ello, sí tuvimos a la vista las principales cumbres de esta cadena de montañas y recorrimos gran parte de estos montes Carpetanos uniendo:

  • El Camino natural de la Cañada Real Soriana Occidental que recorremos parcialmente entre las próximidades de la localidad de Gallegos hasta el desvío a la población de Torrecaballeros.
  • El Camino natural del Valle del Lozoya, cuya rama principal recorremos en su totalidad. En la primera jornada recorreremos el tramo situado entre Garganta de los Montes y El Cuadrón; y en la segunda jornada el tramo comprendido entre el puente del Perdón (Rascafría) y Garganta de los Montes.

Día 1. Garganta de los Montes-Torrecaballeros (73 km-1450 m+)

Nos acercamos a la localidad de Garganta de los Montes, en pleno valle de Lozoya, para iniciar esta ruta. Desde la parte alta tomamos el Camino natural del Valle de Lozoya, perfectamente señalizado. Salimos por una pista ancha y blanquecina a unas horas en las que el sol ya no parece tan simpático. En apenas tres kilómetros ganamos 150 m por el cordel de Lozoyuela. No es mal inicio.

Desde la parte alta, a lo lejos, podemos ver la mancha azulada del emblase de Riosequillo, uno de los numerosos embalses que jalonan el cauce del río Lozoya. La promesa de un poco de fresco parece tirar de nosotros y nos dejamos caer por las fuertes pendientes que nos llevan hasta el punto final del Camino natural del Valle de Lozoya, situado en El Cuadrón.

Atravesamos la carretera para seguir por el trazado de la Cañada Real Segoviana que nos permite acercarnos a las aguas del embalse de Riosequillo y, finalmente, tras atravesar la A-I, nos lleva hasta las impresionantes murallas de Buitrago de Lozoya. Esta localidad bien merece una visita pausada por sus calles empedradas aprisionadas en el interior del recinto amurallado.

Nosotros no nos dejamos vencer por lo encantos de la localidad. Volvemos a atravesar las arterias grisáceas de la A-I para seguir el trazado de la cañada del Chorrillo. El trazado se estrecha y se vuelve complicado por momentos. Grandes bloques de piedra dificultan el descenso hasta el puente de Cal y Canto que nos permiten salvar las escasas aguas del arroyo de la Trinidad. Construido en el año 1576, el puente se sitúa en el camino histórico que unía Buitrago de Lozoya con la ermita de la Trinidad (en el término municipal de Villavieja del Lozoya).

Puente de Cal y Canto. Buitrago de Lozoya

Puente de Cal y Canto. Cañada del Chorrillo

Tras pasar el puente, la cosa se complica. Nos encontramos con una fuerte rampa de piedra suelta e impracticable para nuestras monturas. Empujamos, apenas unos metros, hasta alcanzar la dehesa de la zona alta donde antaño se situaba la ermita de la Trinidad. Apenas quedan restos de la espadaña donde alguna cigüeña ha encontrado acomodo. Ya por pistas cómodas, alcanzamos la localidad de Villavieja del Lozoya. Hacemos una breve parada para reponer fuerzas antes de enfrentarnos a la dura subida del día.

Dejamos atrás las calles y nos encaramos con los montes Carpetanos. Tomamos la cañada del Molino que, en un principio, discurre entre chalets. No tardamos mucho en dejar las casas a nuestras espaldas. Empezamos a ganar altura siguiendo el paso de la Huerta de la Reguera.

La pista es ancha y de firme bueno hasta la puerta de una finca. A partir de aquí se hace notar que el paso de vehículos es más escaso. Poco después de una zona conocida como el «moto» (o cruce de caminos), nos enfrentamos a una fuerte rampa pedregosa. La ciclabilidad de este corto tramo dependerá de las fuerzas de cada uno, la que esto escribe se vio obligada a echar el pie a tierra.

Después del esfuerzo, abandonamos la pista más marcada para seguir un trazado oculto bajo las hierbas. El trazado presenta una alfombra verde y nos sorprende lo poco transitado que parece en una sierra donde no parecen existir caminos sin pisar. El camino es algo incómodo por el firme, pero nos muestra uno de esos rincones inesperados de la sierra de Guadarrama.

Ascenso al puerto de la Linera. Montes Carpetanos

Ascenso al puerto de la Linera. Montes Carpetanos

El camino se hace largo, muy largo. El calor aprieta, pero el denso pinar que nos rodea nos regala alguna sombra cada cierto tiempo que nos permite recuperar el aliento. Arañamos metros a la montaña dando vueltas y jugando con las curvas de la ladera. Bordeamos el cerro del Espino (1806 m) y, tras mucho sudor, enlazamos con la pista horizontal que viene desde el puerto de Somosierra.

Al alcanzar la pista horizontal, como se puede intuir, nos cambia hasta la cara. Aquí podemos acelerar un poco, pero el entusiasmo no nos dura mucho. En escasos metros nos tenemos que desviar para, tras un breve repecho, alcanzar el puerto de Linera (1831 m). Aquí se encuentra la línea invisible que separa Madrid de Segovia, dando paso a la vertiente norte de los montes Carpetanos.

Nos tiramos hacia la vertiente segoviana con ganas de disfrutar de la bajada. La pista zigzaguea y nos deja unas vistas preciosas de la ladera de la peña Berrocosa (1960 m). Pero hay que estar atento, el descenso es vertiginoso y no hay que dejarse embelesar por las vistas.

Descenso desde el puerto de Linera

Descenso desde el puerto de Linera

Descendemos siguiendo las ondulaciones del arroyo del Guijar de las Conchas. Casi sin darnos cuenta, alcanzamos un camino varias veces recorrido: el trazado del Camino natural de la Cañada Real Soriana Occidental. Tomamos el camino en sentido Segovia, justo el sentido opuesto al que lo hemos recorrido en otras ocasiones.

Recorrer este camino en sentido opuesto y en otra época hace parecer que estamos ante un camino totalmente diferente. Recorremos la ladera de la Sierra de Guadarrama subiendo y bajando con sus ondulaciones. A nuestro alrededor las praderas verdes en otros viajes, ahora muestran el color amarillento del calor. Llegamos a Navafría a tiempo de una última parada, antes de enfrentarnos a los últimos kilómetros de la etapa.

Retomamos el Camino natural de la Cañada Real Soriana Occidental. En Collado Hermoso descendemos hacia sus calles y abandonamos, momentáneamente, las laderas y, con ello, las rampas más duras. Un ligero llaneo paralelos a la N-110 nos conduce a Sotosalbos, pero nos queda una última subida para encaramarnos, de nuevo, a la cañada. Tas unos cuatro kilómetros nos desviamos por una pista poco marcada, inundada por las hierbas (se podría evitar siguiendo por la cañada y tomando el desvío a Torrecaballeros que existe un poco más adelante y señalizado).

Tras sufrir un poco por tanta hierba y arbusto, tomamos una pista de buen firme que nos lleva hasta la ermita de Nuestra Señora del Pedernal. En este punto nos desviamos para llegar a nuestro destino final de la jornada: Torrecaballeros.

Día 2. Torrecaballeros-Garganta de los Montes (75 km-1300 m+)

El cielo despejado de primera hora promete un día caluroso. Empezamos a dar pedales temprano (algo raro en nosotros) para intentar evitar el calor en la subida. Los primeros kilómetros los realizamos por caminos que unen los pueblos por la zona baja del valle. Primero pasamos por Tres Casas, que hace honor a su nombre, para dirigirnos después hacie el cauce del río Eresma.

Nos reencontramos con las indicaciones del Camino natural de la Cañada Real Soriana Occidental en el embalse del Pontón Alto. Pero esta vez no lo seguiremos. Tomamos estrechos senderos que bordean el embalse, con hermosas vistas, disfrutando del recorrido y el frescor de estas aguas frescas del río Eresma que desciende desde las altas cumbres de la sierra de Guadarrama.

Embalse del Pontón Alto

Embalse del Pontón Alto

Mientras pedaleamos, al fondo, se recorta en el horizonte la silueta de Siete Picos y Montón de Trigo, cumbres emblemáticas de la sierra de Guadarrama. Bordeamos las aguas del embalse por el norte hasta situarnos en la entrada de La Granja de San Ildefonso. Esta localidad encierra una de las grandes construcciones de obligada visita: el Palacio Real de La Granja. Esta impresionante construcción, y sus no menos impresionantes jardines, fue construida por orden de Felipe V en el siglo XVIII a imitación del Palacio de Versalles.

Dejamos atrás el palacio y nos adentramos en los robledales que bordean esta localidad. Entre agradecidas sombras llegamos a la última población antes de la subida del día: Valsaín. Aquí reponemos agua (hay una fuente con agua abundante donde numerosos ciclistas aprovechan para realizar una parada) antes de hacer frente al esfuerzo que nos queda.

Nos adentramos en los densos bosques de Valsaín. Aquí no hay tregua. La subida es acusada y nos cruzamos con numerosos senderistas y ciclistas que, con envidia, vemos cómo descienden. La pendiente se vuelve por momentos más marcada, hasta que llegamos a una rampa final donde me veo obligada a echar el pie a tierra durante unos pocos metros, justo antes de conectar con una pista asfaltada.

El asfalto, comparado con el tramo anterior, sabe a gloria. Pero es un espejismo. En estos montes Carpetanos no existe el llano. A pesar del asfalto, que hace que el pedaleo sea más sencillo, nos encontramos con rampas con pendientes importantes. Atravesamos arroyos cantarines y muchos ciclistas, siempre en dirección contraria.

De repente, nos sorprende un fuerte descenso donde el asfalto se ha transformado en gravilla. Iniciamos un tramo donde las fuertes bajadas y subidas se suceden. Nos encontramos en la ladera de Peñalara (2428 m), la cumbre más emblemática y conocida de los montes Carpetanos.

Tras la montaña rusa, toca desviarse para seguir el trazado del GR 10.1, por el camino Viejo del Paular. 3,2 kilómetros donde nos encontramos con los tramos más duros del recorrido, aunque intentamos disfrutar del entorno con abundantes paradas. En numerosas ocasiones me veo obligada a echar el pie a tierra y a avanzar empujando mi montura. El avance es lento y el mediodía se nos ha echado encima y, con ello, el calor.

Camino Viejo del Paular (GR 10.1)

Camino Viejo del Paular (GR 10.1)

Sufrimos estos kilómetros, pero llegamos hasta el puerto de Cotos (1829 m), punto por el que cambiamos de vertiente de estos montes Carpetanos. Realizamos una larga parada en la más que conocida venta Marcelino. No todo va a ser sufrir.

Ahora sí que sí, toca bajar. Los primeros tres kilómetros, el descenso lo realizamos por la carretera M-604. Pero nos desviamos para enlazar con las pistas que discurren paralelas al río Lozoya. Al desviarnos tenemos unas magníficas vistas de Cabeza de Hierro (2381 m) y sus laderas graníticas. Disfrutamos de esta pista amplia, blanquecina y rodadora. Para evitar la carretera, vadeamos el río (hay que mojarse los pies si se opta por evitar el asfalto. En caso contrario, se puede seguir por la pista hasta enlazar de nuevo con la carretera que nos llevará por asfalto hasta Rascafría) para tomar la colada del Camino de las Vueltas, que discurre por el lado contrario del río Lozoya.

Las orillas del río están atestadas de gente refrescándose en el cauce del río. Casi resulta agobiante. La última vez que pasamos por estos mismos caminos, en la Travesía del Sistema Central, era día de diario y el camino era solitario y silencioso, una delicia. Más que un camino, es una senda estrecha ciclable hasta llegar al embalse de la Presa del Pradillo. Aquí, grandes bloques de piedra obligarán a patear algún corto tramo, pero desde luego las vistas bien merecen la pena.

Embalse de la Presa del Pradillo

Embalse de la Presa del Pradillo

Los caminos van mejorando. La senda se vuelve más ciclable. Después pasa a ser una pista que nos lleva a un área llena de gente. Un cartel indica las cascadas del Purgatorio. Nos encontramos, de nuevo, en el trazado del GR 10.1. Esquivando gente y controlando la velocidad para no molestar en exceso, llegamos hasta el puente del Perdón. En frente, el siempre impresionante monasterio de El Paular.

El puente del Perdón, construido en el siglo XVIII para salvar las aguas del río Lozoya, marca el inicio del Camino Natural del Valle del Lozoya (camino que tiene numerosos ramales). A partir de este punto no nos separaremos del trazado del camino natural y tenemos la esperanza de que esta parte del recorrido sea más fácil.

El primer tramo por la finca de los Batanes es una auténtica delicia. Llano y entre una espesa arboleda de ribera, disfrutamos de este dar pedales sin apenas esfuerzo hasta llegar a Rascafría. Tras dejar Rascafría, el camino sigue siendo sencillo, pero ahora la arboleda se hace más escasa, aunque aún disponemos de tramos con espesas sombras donde protegernos algunos segundos de los intensos rayos solares. Así pasamos por los pueblos que jalonan este precioso valle del Lozoya: Oteruelo, Alameda del Valle y Pinilla del Valle (donde se localiza un importante yacimiento neandertal que tendremos que visitar en otra ocasión). Tras bordear el embalse de Pinilla por el noroeste, llegamos a la localidad más emblemática de este valle: Lozoya.

Estamos en las horas más calurosas del día. Las sombras empiezan a escasear. Bordeamos por el norte el embalse de Pinilla llegando a su cabecera. Una fuerte rampa nos permite situarnos unos metros por encima de sus aguas y obtener una hermosa perspectiva de las altivas cumbres de la sierra de Guadarrama.

El Camino Natural del Valle del Lozoya nos lleva hasta el puente de canto o del Congosto, de origen medieval (s. XIV). Este puente aprovecha una estrechez del río Lozoya para cambiar de ribera.

Puente de canto o del Congosto

Puente de canto o del Congosto

A partir de este punto son las amplias dehesas y el intenso calor lo que caracteriza el paisaje. Estos kilómetros se hacen duros, la más mínima cuesta se hace pesada, la brisa más que refrescar nos chamusca la piel y nos hace sudar a chorros. La pista serpentea entre encinas y ganado, sube y baja, hasta llegar a nuestro punto de salida: Garganta de los Montes.

Aquí ponemos punto final a esta ruta de dos días por los montes Carpetanos que nos ha llevado por caminos conocidos y algunos increíblemente perdidos entre las laderas de esta siempre hermosa y atractiva sierra de Guadarrama.

Recorrido

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