Datos de la ruta:
- Zona: Sistema Central.
- Duración: 13 días.
- Tipo de recorrido: lineal.
- Tipo de firme: se ha intentado evitar el máximo posible las carreteras. Hay de todo principalmente pistas, pero hay algún tramo de sendero y carreteras secundarias (especialmente de conexión). Importantes desniveles. Los tramos de sendero en algunos puntos presentan problemas de ciclabilidad aunque, en líneas generales, no suelen ser grandes distancias.
Recorrido:
Esta travesía es un recorrido exigente en el que intentamos seguir lo mas fielmente posible la línea marcada por las montañas del Sistema Central. Una travesía solitaria, con fuertes desniveles y que permite saborear la aventura casi a las puertas de casa.
Solo hay una recomendación importante: evitar los meses de mayor calor, es mejor aprovechar los meses de primavera, aunque la lluvia puede dificultar algunos tramos.
Día 1. Atienza-Cantalojas (60 km-1200 m)
Iniciamos nuestra aventura en la localidad alcarreña de Atienza vigilados por su imponente castillo y saciados por sus fuentes. Nos detenemos poco. El sol ya pega con fuerza a estas horas de la mañana así que hay que aprovechar las horas matutinas.
Desde esta localidad ponemos rumbo a las primeras alturas de nuestro recorrido. La primera dificultad en nuestro camino es descender hasta el cauce del río Bornova. Junto a sus aguas una espesa arboleda desafía al tórrido sol. Enfrente los restos silenciosos de edificios: las majadas de Bornova.
Nos adentramos en las tierras onduladas de la Sierra de Alto Rey. Desde Prádena de Atienza bordeamos el Mojón Gordo (1453 m) que nos observa, para llegar a Gascueña de Bornova por una carretera solitaria.
Seguimos las faldas de la sierra, ahora por pista, que compartimos con el ganado, hasta la población de Bustares. Ahora sí que empezamos a subir de forma decidida a las primeras alturas del Sistema Central. Aprovechamos una estrecha carretera, ahora en desuso, que ascendía hasta un cuartel en las alturas. Con lentitud y esfuerzos vamos ganando metros a la montaña.
Lo que era un cielo luminoso y azul empieza a adoptar tintes negruzcos que anuncian una tormenta. Los primeros truenos los oímos en los últimos metros de ascensión. El trueno que nos disuade de huir de la cumbre, nos deja sordos en la cumbre de Alto Rey (1858 m). Nos cae granizo, agua y el viento nos disuade de sacar tan siquiera una foto.
Iniciamos el descenso de forma acelerada por la vertiente contraria por la que hemos ascendido. Ahora seguimos una senda estrecha y poco pisada, hasta alcanzar una pista ancha en las zonas más baja. La tormenta pasa rauda, pero lo suficientemente despacio para que nos hayamos empapado. Al alcanzar la pista apenas caen algunas gotas. Aprovechamos para parar y saborear la tierra humedad y el perfume de las jaras.
Tras el chaparrón, nos alejamos un poco de la línea más elevada. Nos adentramos en las tierras de Ayllón. Pedaleamos escoltados por el Sistema Central (o la Sierra de Alto Rey) a nuestra izquierda, y por la Sierra de Pela a nuestra derecha. Atravesamos pueblos silenciosos que viven a la sombra de estas montañas: Condemios y Galve de Sorbe.
En Galve de Sorbe nos recibe la Ermita de Nuestra Señora de la Soledad. En las alturas, el castillo de los Zúñiga o de Galve, un bonito edificio del siglo XV.
Desde esta población ya no abandonamos la carretera. Llegamos a Cantalojas exhaustos y con una buena paliza en las piernas.
Día 2. Cantalojas-Somosierra (70 km-1500 m)
Salimos de Cantalojas en dirección al Hayedo de Tejera Negra con un día luminoso y que promete ser caluroso. Hoy vamos a cambiar de vertiente, para ello iniciamos una agradable subida tras el centro de interpretación hacia el Puerto de los Infantes (1484 m).
La subida la realizamos por pistas anchas y negruzcas, pero no es dura. El olor de las jaras es lo más representativo de estos primeros compases.
Las vistas desde el puerto son amplias, y una ligera brisa nos refresca. Iniciamos el descenso hacia la vertiente norte del Sistema Central, aunque alguna dura subida nos sorprende interrumpiendo nuestro acelerada bajada. Nos acercamos ahora a los pueblos segovianos que viven protegidos a la sombra de las grandes montañas.
Por el Camino de la Sierra llegamos a Serracín y posteriormente, tras atravesar el río Cambrones, al pueblo de Becerril. Hay carteles que indican los distintos pueblos y distancias, rutas marcadas que a nosotros nos sirven de referencia.
Nuestro pedaleo va salvando pequeños barrancos, avanzando con las ondulaciones del terreno. Los ríos, no muy colmados a estas alturas del año, marcan los puntos de inflexión entre las subidas y las bajadas. El paisaje exhala un pegajoso perfume a jara.
Cuando ganamos un poco de altura podemos ver las grandes cumbres del Sistema Central en nuestro horizonte. En este punto aparece el primer pico que supera los dos mil metros: la Buitrera (2045 m), una preciosidad hecha de roca y arbustos.
Un buena pista nos lleva hasta el río Vadillo, lo cruzamos siguiendo las indicaciones. Tras un tramo poco ciclable y por sendero, llegamos al pueblo de Martín Muñoz de Ayllón.
Encontramos una señal que indica Ermita de Hontanares y seguimos las indicaciones que nos permiten salir del pueblo por pista. El paisaje cambia. Los arbustos y las jaras quedan ahora escondidos tras los robles. Un pequeño sendero nos permite abrirnos camino para llegar a la Ermita de la Virgen de Hontanares. Tras pasar el edificio religioso continuamos por el Dehesa Boyal hasta llegar a Riofrío de Riaza.
Tras pasar la ermita las pistas recuperan el buen firme y dejamos atrás los senderos. Enfrente tenemos al gran gigante de la zona: el Pico del Lobo, que con sus 2.274 m es el techo de la provincia de Guadalajara.
Nos aproximamos a las montañas. La subida, hasta la estación de esquí de La Pinilla, la realizamos por asfalto. Aún nos queda subida, pero antes de subir bajamos unos pocos metros para poder atravesar el río Cerezuelo y poder enlazar con las pistas que asciende hasta media ladera.
Las pistas son anchas y buenas, pero el desnivel a salvar es fuerte. El paisaje cambia de manera llamativa. Rodamos por una zona de pinar extensos, hemos dejado atrás los robles. El calor es intenso. Alcanzamos los 1.500 metros, ahora la pendiente se hace más suave, prácticamente llaneamos lamiendo la ladera de la montaña por caminos solitarios.
La pista se estropea en algún punto debido a los trabajos forestales que han dejado todo embarrado. Salimos al asfalto de la antigua nacional. Sólo nos queda una última subida, pasando por la cascada que forman el Arroyo de la Peña del Chorro y el Arroyo del Caño a unirse para alimentar las aguas del río Duratón.
En Somosierra ponemos punto final a una intensa jornada con fuerte desnivel y paisajes cambiantes, donde los primeros dosmiles de nuestra travesía nos han dado la bienvenida.
Día 3. Somosierra-Rascafría (64 km-545 m)
Dejamos Somosierra para ascender, como no, para arañar unos cuentos metros a la montaña. A partir de los 1.600 metros el desnivel s suaviza e iniciamos una travesía con subidas y bajadas. A ratos ganamos metros para luego volverlos a perder.
Nos desplazamos por la vertiente sur de la Sierra de Guadarrama en un espeso bosque de pinos altos y esbeltos. No es un trayecto excesivamente duro, pero el esfuerzo de los dos días anteriores pasan factura. El calor tampoco lo pone fácil. Avanzamos despacio con numerosas paradas aprovechando la sombra del bosque. Sobre nuestras cabezas las grandes cumbres de la Sierra de Guadarrama nos vigilan.
Rozamos el Puerto de La Acebeda y pasamos por el Puerto de la Peña Quemada (1760 m). Bajamos, subimos, volvems a bajar y volvemos a subir, como si de una noria se tratara. Seguimos el trazado de la pista conocida como La Horizontal, pero con las alforjas nos parece menos horizontal que en otras ocasiones.
Por muy horizontal que sea, seguimos ascendiendo de forma lenta durante varios kilómetros. Superamos los 1800 metros de altitud y nos movemos entre los 1800 m y los 1850 m durante muchos kilómetros de pista que recorren la sinuosa forma de la ladera, recorriendo cada uno de sus recovecos.
Cuando estamos bajo la sombra del Reajo Alto iniciamos un leve descenso. A la altura de Reajo Capón nos despedimos de la Horizontal para descender hacia el pueblo de Lozoya. Una vez alcanzado el fondo del valle iniciamos un recorrido mucho más amable. Sin apenas desnivel y aprovechando algunos carriles-bici, bordeamos el Embalse de Pinilla y atravesamos los pueblos que acompañan al río Lozoya en su discurrir: Pinilla del Valle, Alameda del Valle, Oteruelo del Valle.
El punto y final de esta jornada la ponemos en Rascafría, con la figura amenazante del Puerto de Cotos. Pero eso será mañana. Hoy ya hemos disfrutado bastante.
Día 4. Rasafría-El Espinar (59 km-1250 m)
Hoy nos toca subir. Tenemos que superar la línea de altas montañas de la Sierra de Guadarrama, con el Peñalara (2428 m) como eterno vigía.
Iniciamos el lento ascenso hacia el puerto de Cotos. Intentamos evitar la carretera que sube hasta el puerto (M-604), para ello nos salimos nada más salir de Rascafría. Al llegar al Puente del Perdón tomamos una pista, siguiendo las indicaciones de Sendero de Gran recorrido. Estamos sobre el trazado de la variante del GR 10.
Avanzamos paralelos al río Lozoya recorriendo el fondo del valle. Alternamos pistas con algún tramo de senda. No hay muchos problemas de ciclabilidad, pero al llegar a la altura de la Presa del Pradillo tenemos que coger las bicis para superar algunos escalones rocosos.
Es un tramo corto que recorremos entre esbeltos pinos. Las raíces nos dificultan el avance. En unos cientos de metros atravesamos el río Lozoya y volvemos a conectar con una pista ancha y blanquecina, la colada del Camino de las Vueltas. La subida es suave, pero continua. El firme nos permite avanzar sin apenas dificultades.
La pista se desvía de nuestro objetivo, tenemos que ascender para coger la carretera en sus últimos kilómetros. Para poder llegar al asfalto no nos queda más remedio que ganar altura por la traza de una pista hace tiempo abandonada (aunque en el mapa marque que es la continuación de la que traíamos). El firme no es bueno y la pendiente fuerte, decido bajarme y empujar los últimos metros.
Una vez en el asfalto el avance es más llevadero, pero hemos perdido la belleza de los caminos. Recorremos los últimos tres kilómetros hasta llegar al Puerto de Cotos (1829 m), acumulando un desnivel de 600 metros, y aún nos queda casi todo el día.
En el Puerto de Cotos volvemos a enlazar con el trazado del GR 10 que desciende por el Camino viejo del Paular, prácticamente paralelos al Arroyo del Puerto del Paular. El inicio de la senda es poco ciclable, las raíces y las piedras dificultan el descenso. El entorno transmite paz, tranquilidad. Avanzamos empujados por las sombras de los pinos y el aroma de la resina.
Al final del camino enlazamos con la carretera que baja las siete revuelta (CL-601). En apenas 200 metros volvemos a desviarnos siguiendo el GR 10 para iniciar una nueva subida. Durante varios kilómetros seguimos una pista con restos de asfalto. La inclinación es cada vez más fuerte, las pedaladas cada vez son más cansadas. Los últimos metros son matadores.
Por fin conectamos con la pista que sigue el Cordel de Santillana. Aunque el firme es peor, con mucha piedra suelta, el desnivel es mucho más suave. Pasamos junto a las ruinas de Casarás justo antes de llegar al Puerto de la Fuenfría (1792 m), punto en el que nos cruzamos con el Camino de Santiago de Madrid.
Pero aún no bajamos. Seguimos la Vereda del Infante, a nuestra derecha. Aquí encontramos la Fuente del Infante, que siempre ofrece un generoso chorro de agua fresca, y por último alcanzamos el Collado de Marichiva (1753 m). Ahora sí descendemos, por terreno poco marcado inicialmente hasta alcanzar la pista forestal que recorre las laderas de Peña el Águila y La Peñota.
Enlazamos con el GR 88, alejándonos de las montañas. La civilización se hace dolorosamente presente en nuestra llegada a S. Rafael: autopistas, coches, humo, ruido. Apenas paramos, preferimos alejarnos de la humanidad ruidosa. Nos llevamos la sorpresa de que la pista que esperábamos es una estrecha carretera, sin apenas tráfico, nuestras piernas cansadas aprovechan en descanso. Cogemos agua de la Fuente de las Barrancas, a apenas un kilómetro de nuestro destino de hoy: El Espinar.
Día 5. El Espinar-El Barraco (69 km-1150 m)
Amanece un día caluroso, muy caluroso. Desde primera hora de la mañana el aire es pesado y denso. Dejamos El Espinar por la Vereda de la Talanquera, evitando en todo momento la carretera y bordeando la cumbre redondeada de Cabeza de Renales (1757 m).
A los pocos metros nos desviamos por el Camino de Peguerinos e iniciamos una subida dura y decidida hacia la zona alta de la Sierra de Malagón, atravesando la Dehesa de la Cepeda. Los caminos están resecos y nuestro paso levanta una humareda de polvo color ocre que se cuela por todas partes. Abrimos algunas cancelas, que volvemos a dejar como nos las encontramos. Apenas hay vegetación más allás de algunos rudos arbustos y los sufridos piornos que igual aguantan el calor que el frío.
El sol no tiene clemencia y nos hace sudar de lo lindo, no corre ni una brizna de aire. Solo el aire que nosotros mismo generamos nos alivia algo.
Tras atravesar la Sierra de Malagón, llegamos a la población de Las Navas del Marqués, y en apenas cuatro kilómetros mas a Navalperal de Pinares. Tras esta población nos adentramos en un robledal. Ambos tenemos el miso pensamiento: en primavera esta senda tiene que ser una preciosidad. Es una pena que hayamos iniciado este viaje en un mes de septiembre tan caluroso y seco. Respiramos calor y exhalamos el poco agua que nos queda, las moscas (no sé por qué siempre hay muchas en estos robledales) nos asfixian un poco más.
Tras pasar por la población de La Cañada giramos noventa grados. Al pasar por el pueblo de El Herradón, nos juntamos con una carretera minúscula (AV-P-304) por el que iniciamos una subida endurecida por el calor que nos llega desde el asfalto. Acompañamos al río de la Gaznata en su recorrido por el valle, aunque en sentido contrario.
Nos cruzamos con un único coche solitario. Nuestro avance se hace lento, muy lento. A nuestra izquierda se perfilan en la lejanía la hilera de montañas que marcan el inicio de la Sierra de Gredos. Ya no abandonamos el asfalto hasta alcanzar el pueblo de El Barraco, donde marcamos este caluroso final.
Día 6. El Barraco-Piedrahita (83 km-1600 m)
Hoy tenemos por delante una etapa dura. Nos movemos en las proximidades de la Sierra de Gredos y se nota. Salimos de El Barraco por buenas pistas y rodeados de pinares. Desde el primer momento estamos subiendo, en un principio de forma suave paralelos a la N-403.
La vegetación no es abundante y el polvo del camino crea una densa nube a nuestro paso. Pequeños bloques de granito de forma redondeada emergen entre la tierra. Ganamos altura lo que nos permite tener buenas vistas, vemos las montañas que definen la Sierra de la Paramera.
Alcanzamos una zona de molinos de viento, donde las pistas pierden algo de inclinación. A partir de este punto la subida se hace más suave, pero en ningún momento dejamos de ascender hasta llegar al Puerto de Navalmoral (1513 m).
El puerto marca la entrada en la Sierra de la Paramera, una amplia pista nos permite recorrer su ladera. Continuas bajadas y subidas nos machacan las piernas mientras bordeamos las grandes montañas que forman esta desconocida sierra. La parte central de esta sierra la forman un conjunto de montañas que alcanzan los dosmil metros de altitud: el Risco del Sol (2113 m), Risco Redondo (2053 m) y, el más elevado de todos, el Pico Zapatero (2153 m). Nosotros nos conformamos con elevar la cabeza hacia sus alturas.
Numerosas pistas descienden hacia los pueblos situados en el Valle de Amblés donde se localizan importantes yacimientos. Uno de ellos es el Castro Vattón de Ulaca, situado a los pies del Pico Zapatero. Nosotros no descendemos y dejamos esta visita para mejor ocasión ya que hay que descender bastantes metros. Nuestra pista sigue en suave ascensión hasta alcanzar la cota de los 1800 metros, donde se suaviza.
A esta altura los árboles han desaparecido sustituidos por vegetación más discreta, donde los piornos tiene un lugar destacado, junto a otros arbustos de menor entidad. Los escasos arroyos que atravesamos están sedientos después de tantos meses sin alimento, y solo los piornos mantienen el color verde, a su alrededor todo aparece de un color amarillento.
Son muchos los kilómetros que recorremos por esta Sierra de la Paramera en total soledad, hasta que enlazamos con la N-502 que seguimos durante 4 km para enlazar con la estrecha carretera que nos lleva a Cepeda de la Mora. Ahora nuestro pedaleo nos lleva por la vertiente sur de la Sierra de la Serrota por carreteras secundarias.
Desde Garganta del Villar ascendemos por dura pendiente hasta el Puerto de Chía (1665 m), desde donde podemos intuir las magníficas moles rocosas del Circo de Gredos. El descenso desde el puerto hacia Navacepedilla de Corneja es vertiginoso, es asfalto nos permite descender sin preocuparnos a toda velocidad. La altura también nos brinda la posibilidad de unas buenas vistas del pueblo y el valle.
Aunque aún nos quedan algunos kilómetros para nuestro destino, sentimos que la jornada ya ha finalizado al haber superado las alturas de la Sierra de la Paramera y la Serrota. Ahora casi nos deslizamos por el valle definido por el río Corneja.
En Villafranca de la Sierra abandonamos las carreteras secundarias para tomar pistas en muy buen estado, algunas de ellas asfaltadas, que nos llevan a San Miguel de Corneja y finalmente a Piedrahita, donde nos espera un merecido descanso tras esta durísima jornada.
Día 7. Piedrahita-La Calzada de Béjar (71 km-1150 m)
Salimos de Piedrahita siguiendo el trazado de la N-110, pero en Santiago del Collado buscamos otras opciones para evitar esta transitada vía. Seguimos algunas pistas que discurren paralelas a la nacional. Estas pistas se convierten en sendas pasado el pueblo de Las Navas. Las sendas se vuelven más pedregosas y se abren paso entre muros que delimitan fincas ganaderas.
Atravesamos las localidades de Aldeanueva de Santa Cruz y Los Cuertos. En algún punto encontraremos alguna dificultad que nos obligará a descender de la bicicleta, puesto que las rocas de granito forman escalones que dificultan el paso. Nos movemos por antiguas vías de comunicación entre las localidades serranas, algunas de ellas empedradas.
Llegando a El Barco de Ávila las pistas adquieren entidad y los senderos son sustituidos por anchas vías. Nos adentramos en la localidad y reponemos fuerzas, a partir de aquí nos enfrentamos a la parte más dura de la etapa. Al atravesar el pueblo nos encontramos con el imponente Castillo de Valdecorneja, remonta su construcción al siglo XII a orillas del río Tormes, aunque presenta importantes modificaciones posteriores.
Atravesamos las caudalosas aguas del río Tormes por el denominado puente viejo, un puente de estilo románico que, por el estilo, se ha datado en torno al siglo XII (aunque hay quien defiende que sobre un puente anterior de origen romano). Posteriormente ha sufrido numerosas remodelaciones que, en gran medida, han tapado su factura original.
Tras disfrutar de la arquitectura de El Barco de Ávila, nos dirigimos hacia las alturas de la Sierra del Trampal, a la que nos encaramamos tras atravesar las localidades de La Carrera, Lancharejo y Santa Lucía de la Sierra. Esta última localidad marca el inicio de una dura subida por pista que nos lleva desde los 1200 metros hasta los 1637 metros del Puerto del Tremedal. Cuando nos quedan pocos metros para llegar al puerto nos encontramos con la imagen desoladora de los restos de un gran incendio, aún huele a quemado. Todo se ha teñido de un color negruzco y ahora nuestras ruedas solo forman nubes de ceniza.
El descenso a Becedas lo realizamos por carretera, como premio a nuestro gran esfuerzo. Apenas hay tráfico y descendemos deprisa. Nos detenemos al ver una fuente que, a pesar de la sequía y el calor, presenta un chorro abundante de agua fresca.
Atravesamos numerosos pueblos de las inmediaciones de Béjar: San Bartolomé de Béjar, La Hoya, Navacarros, y abandonamos la provincia de Ávila, hemos llegado a Salamanca. No entramos en la localidad de Béjar. Poco antes nos desviamos hacia Valdesangil desde donde tomamos algunas pistas que, bordeando algunas alturas menores, nos conducen a Fuentebuena y Navalmoral de Béjar.
Para alcanzar nuestro objetivo tenemos que ganar altura de nuevo. En primer lugar seguimos una carretera secundaria que nos permite sumar metros de forma cómoda, para luego desviarnos por cómodas pistas que nos conducen entre propiedades delimitadas por muros. Llegamos a Calzada de Béjar como el que regresa a ver a un viejo amigo, ya que por aquí pasamos en nuestro viaje por la Vía de la Plata. Aprovechamos el excelente albergue que se sitúa en el pueblo.
Día 8. Calzada de Béjar-Vegas de Coria (61 km-730 m)
Abandonamos Calzada de Béjar siguiendo el Camino Real de la Plata por una pista asfaltada que discurre paralela al río Cuerpo de Hombre. Este río marca un valle jalonado de algunos miliarios que nos indica que transitamos por caminos históricos. La presencia del río hace del valle un lugar de vegetación exuberante.
Poco antes de llegar a la localidad de Montemayor del Río nos desviamos por una vereda escoltada por grandes árboles de difícil ciclabilidad debido a las piedras. Los problemas son compensados por la abundante sombra.
El río Cuerpo de Hombre nos acompaña en el siguiente tramo de nuestro recorrido. Seguimos buenas pistas paralelas a sus aguas y protegidos por una frondosa vegetación. Sin apenas desnivel disfrutamos de estos frescos kilómetros de primera hora de la mañana. Somos testigos privilegiados del despertar de la naturaleza. Solo antes de llegar a la localidad de Valdelageve tendremos que apretar para superar el desnivel que separa al pueblo de la corriente.
Salimos del pueblo por una pequeña carretera. Prácticamente llegamos al punto en el que el río Cuerpo de Hombre vierte sus aguas en su hermano mayor: el río Alagón, que pasa a ser nuestro compañero durante el resto de la jornada.
Seguimos pistas anchas que bordean las montañas de perfiles redondeados. Nos adentramos en un territorio de perfiles sinuosos que han marcado la vida de las personas que aquí han habitado. Las pistas cortan las laderas comunicando unos valles con otros.
Las pistas nos llevan hasta la carretera que nos expulsa de Salamanca para penetrar en tierras extremeñas.Desde este punto y hasta llegar a Vegas de Coria compartimos recorrido con la ruta de la Sierra de Francia y las Hurdes, que realizamos en dos días (en las fotografías se puede observar el contraste de una época a otra, ya ue la ruta de dos días la realizamos en Semana Santa y todo está más verde y los ríos desbordados de agua)
Llegamos a Riomalo de Abajo, la puerta de entrada a Las Hurdes. Las Hurdes está formado por un terreno montañoso, no de grandes alturas, pero sí de profundos barrancos. Nos adentramos en su accidentada orografía siguiendo la pista que acompaña al río Alagón. Nos detenemos en los famosos meandros de la zona conocida como La Isla, el espectáculo es desolador, un paupérrimo hilo de agua es lo único que nos indica que por aquí, en otros momentos del año, discurre un río.
El calor es abrasador, apenas corre el aire y el color negro de la pista expulsa un fuego que nos quema. Apenas encontramos sombras en el recorrido. El calor expulsa el penetrante olor de las jaras. Los pinos apenas se atreven a moverse. Vemos el espejismo del agua a lo lejos, se trata de una de las colas del Embalse de Gabriel y Galán, tan sediento como el río que lo alimenta.
Tras muchos kilómetros la pista nos deja en el pueblo de Arrolobos. Con la imagen de una cerveza fresca aceleramos. Apenas llevamos un kilómetro de carretera cuando veo que he pinchado. Arreglar el pinchazo nos lleva media hora larga, pero finalmente llegamos a nuestro destinos: Vegas de Coria nos espera llena de hospitalidad, con una buena cena y descanso renovador.
Día 9. Vegas de Coria-Peñaparda (80 km-1600 m)
Iniciamos la jornada adentrándonos en Las Hurdes y con las aguas del río Hurdano como compañía.Esta región peninsular se hicieron tristemente famosas a raíz de la película Las Hurdes, tierra sin pan (de Luis Buñuel y rodada en 1932) en la que se denunciaban las duras condiciones de vida de la región.
Atravesamos pequeños pueblos que han encontrado en estas agrestes regiones la forma de sobrevivir durante siglos, pero que ven entristecidos como la población se aleja en busca de lugares con más facilidades.
Aprovechamos el trazado de la carretera hasta Rubiaco, para desviarnos por pista después hasta la localidad de Nuñomoral. Esta localidad marca nuestro desvío. Iniciamos un fuerte ascenso por pista arañando metros a las montañas y rodeados de pinares de replantación. Nos aproximamos a las alturas de la Sierra de la Peña de Francia.
Tras superar los 500 metros de desnivel nos juntamos con la carretera CC-158 que apenas seguimos un par de kilómetros, hasta el Puerto de Robledo (1075 m). En este punto nos desviamos de nuevo por pista y también marca el cambio de provincia, abandonamos el norte de Cáceres y regresamos a Salamanca. Marca el punto en el que atravesamos la Sierra de la Peña de Francia e iniciamos el descenso, por pista, hacia la localidad de Porteros.
En Porteros nos encontramos con los despojos de asfalto de la CV-142. El intenso calor arranca un profundo aroma de las plantas aromáticas. Las redondeadas cumbres de la Sierra de la Peña de Francia nos cierran el horizonte. El asfalto nos ayuda a recuperar la fuerza en las piernas y, aunque en algún punto tiene fuertes desniveles, nos permite llevar buen ritmo hasta Vegas de Domingo Rey.
Desde Vegas de Domingo Rey vamos a seguir la ladera norte de la Sierra de la Peña de Francia. Para ello seguimos pistas en bastante buen estado, pero con continuas subidas y bajadas.
El primer tramo bien marcado por la presencia de los pinares que delimitan nuestro paso. Aún estamos a cotas bajas, tras nuestro descenso, y ahora nos toca coger altura, para aproximarnos al eje del Sistema Central.
Los pinos son sustituidos de forma progresiva por robles. Con ellos, y azuzadas por el calor, aparecen las moscas. Nos cruzamos con una carretera minúscula, la CV-95, que nos permite enlazar m en apenas un kilómetro, con otra pista.
Los robles no nos abandonan mientras atravesamos la Dehesa de Saeteros. El calor tampoco que se hace intenso en las horas centrales del día. Al menos, los robles nos ofrecen algo de sombra. Volvemos a ganar altura jugando con las formas montañosas. A medida que ascendemos los pinos vuelven a aparecer y los arbustos ganan presencia en el recorrido.
Salimos a la carretera SA-CV-147, en apenas un kilómetro nos desviamos de nuevo para atravesar el arroyo del pinar. Ganamos de nuevo altura por pista anchas, ahora más expuestos al sol y sin ninguna fuente a la vista. Los robles se hacen de nuevo omnipresentes hasta la población de Robleda, donde llegamos tras atravesar el río de la Mayas.
En Robleda tomamos la carretera C-526. Con el desnivel que llevamos en las piernas, se agradece un poco de asfalto. Seguimos la carretera casi ocho kilómetros para desviarnos por el Camino del Valle de la Huesa para entrar en nuestro destino: Peñaparda.
Día 10. Peñaparda-Sabugal (71 km-1450 m)
Salimos de Peñaparda siguiendo la carretera CV-193 hasta El Payo. Nos adentramos en El Rebollar que se extiende por La Dehesa del Payo. Descendemos de forma suave para atravesar el río del Payo y luego ganamos los 150 m perdidos hasta llegar a Navasfrías. Nos nos enfrentamos a grandes desniveles, pero recorremos tierras de infinitos pliegues.
Nos aproximamos a la frontera portuguesa siguiendo la carretera CV-148 que, al cambiar de provincia y transformarse en la CC-45, se vuelve sinuosa. En plena bajada nos desviamos del asfalto. Nos dirigimos hacia la Sierra Malcata, frontera entre España y la vecina Portugal.
Seguimos pistas que, sin apenas perder altura, recorren la ladera de las montañas redondeadas. Sin apenas árboles, nos rodean arbustos que desprenden un fuerte aroma intensificado por el calor.
Dejamos atrás las tierras hispanas y nos hundimos en las hendiduras de esta sierra donde el aire abrasa. Es una sierra de pequeñas montañas, pero con continuas subidas y bajadas por pistas poco transitadas y pedregosas, las fuertes pendientes nos obligaron a empujar las bicis en algunos tramos, no muy largos pero nos hicieron sufrir. El calor es insoportable y no sopla ni una mísera gota de brisa que nos alivie.
Avanzamos por caminos solitarios que nos llevan hasta casas de las que apenas quedan los muros derretidos por el ambiente. Hasta el agua ha abandonado a los escasos arroyos por los que pasamos. De alguna manera los árboles consiguen sobrevivir a este ambiente regalándonos alguna sombra a lo largo de nuestro recorrido.
Una vez pasada la frontera y tras unos pocos kilómetros iniciamos el descenso hacia la presa de Meimoa por pistas de colores ocres y rodeados de pinares. También vemos los primeros estragos de los numerosos incendios que asedian de forma periódica y sin clemencia los bosques de Portugal.
La primera localidad portuguesa que atravesamos es Meimâo, pero apenas paramos. Seguimos, ya sin apenas desniveles apreciables, hasta el pueblo que nos dará cobijo esta noche: Sabugal. Una localidad de calles estrechas coronada por el impresionante Castillo de Sabugal (o Castillo de las cinco esquinas, llamado así por la peculiar forma de su torre del homenaje) que domina el curso del río Côa desde finales del siglo XIII.
Día 11. Sabugal-Manteigas (51 km-750 m)
Salimos de Sabugal por buenas pistas que atraviesan la pequeña y reseca Sierra da Pena. Hemos dejado los grandes desniveles atrás, al menos en esta jornada, para pedalear por suaves relieves.
Esta etapa está caracterizada por las pequeñas aldeas que atravesamos sin apenas ver a nadie por sus calles: Aldeia de Santo António, Pena Lobio, MaÇainhas y Valhellas, apenas son pequeñas agrupaciones de casa, son nuestros hitos en el camino. Pequeñas iglesias nos marcan el recorrido.
Desde Valhellas nos juntamos con el asfalto para remontar un precioso valle que nos adentra en la Serra da Estrela, rodeados de altas montañas y con la amenaza de nubes tormentosas sobre nuestras cabezas. A pesar de ser asfalto estos kilómetros se hacen duros, es una subida suave pero continua y la carretera no es demasiado agradable, ya que es ancha y con algo de tráfico.
En Manteigas nos llevamos la sorpresa de una ciudad en medio de la montaña. Es una localidad bastante conocida para el veraneo y los deportes de invierno. También muy escrupulosos con el tema de las calles de dirección única, nos metemos por dirección prohibida y escuchamos como varios transeúntes nos gritan muy ofendidos para indicarnos que vamos en dirección contraria.
Localizamos un pequeño hostal rural que nos enamora al instante por el encanto de sus estancias. Situado en una antigua casa desprende un olor a añejo.
Día 12. Manteigas-Piódao (55 km-1400 m)
Las montañas que nos rodean nos indican que hoy tenemos por delante una jornada dura, no hay más opción que subir y alcanzar las alturas de la Serra da Estrela.
Con algo de pereza matutina, dejamos Manteigas atrás. Ascendemos por pistas asfaltadas y una empinada carretera. Por suerte nos vemos rodeados de pinares en estos primeros compases. Los desniveles son fuertes, pero el asfalto facilita el recorrido y nos permite calentar las doloridas piernas a estas alturas del viaje.
Pocos metros después del nacimiento del río Mondego, nos desviamos por buenas pistas para acercarnos al Vale do Rosim. Hemos ganado mucha altura, el ambiente ha cambiado. Hemos dejado atrás los bosques para rodar por zonas más despejadas. Las rocas presiden nuestro horizonte.
Nos encontramos con las tranquilas aguas de el embalse de Rosim y el embalse Lagoacho, donde hay varias zonas recreativas. Unas tímidas nubes nos brindan la oportunidad de tomarnos un descanso y disfrutar del paisaje tras la dura subida.
Desde el Embalse de Lagoacho una pista de peor firme nos permite conectar con la carretera N-339. Seguimos ganando altura y numerosos embalses jalonan nuestro avance: el Embalse do Cural y el inmenso Lagoa Comprida. Las vistas de las montañas de la Serra da Estrela que nos rodean son tan impresionantes que nos hacen olvidar el esfuerzo.
En esta zona de lagos y amplias vistas alcanzamos la mayor altitud de la jornada, nos movemos entre los 1500 y los 1600 metros de altitud. Hemos ascendido unos 900 metros desde Manteigas y las piernas notan el desgaste.
En el punto de máxima altitud nos desviamos de la carretera para rodar por pistas anchas. Iniciamos el descenso. Tímidos pinos asoman, su densidad aumenta a medida que descendemos convirtiéndose en amplios pinares.
Cruzamos amplias zonas destruidas por los fuegos estivales, rompe el alma ver esas sucias manchas en el paisaje. Nuestro descenso continúa,, combinamos largos tramos de pista por algún pequeño paso por la N338 que siempre tenemos cerca. El descenso es continuo hasta alcanzar el cauce del río Alvoco en la población de Vide. Hacemos una parada larga. La jornada está resultando dura y las piernas inician una protesta silenciosa.
Retomamos la marcha por la carretera CM 134. Es una carretera estrecha sin apenas tráfico que se adentra en un profundo valle, al fondo las aguas del río Piódao. Es una subida suave, pero continua y, a estas alturas, dura. Las inclinadas laderas muestran infinitas terrazas para el aprovechamiento de la tierra.
Tras diez kilómetros de sufrida subida, llegamos al turístico pueblo de Piódao. Esta aldea recuerda por sus construcciones a los pueblos de pizarra negra de la sierra de Guadalajara. Nos sentimos en casa.
Día 13. Piódao-Coimbra (81 km-1600 m)
Tenemos por delante nuestro último día de viaje. Salimos de Piódao sin prisas, saboreando estas últimas horas de aventura.
Iniciamos la jornada como suele ser habitual: subiendo. Ascendemos por pista y dejamos el pueblo de Piódao a nuestros pies. Nos encaramamos a la cuerda que forman las onduladas montañas y nos situamos a la altura de los gigantescos molinos impulsados por la ligera brisa matutina. Las pistas son buenas, ya que son las de mantenimiento de los molinos.
Durante varios kilómetros seguimos las ondulaciones de las montañas, enlazando unos molinos con otros. En apenas 6 kilómetros ascendemos unos 500 metros de desnivel, que van ascendiendo con los pequeños desniveles de la cuerda. Gozamos de amplias vistas hacia unas montañas sin árboles que las embellezcan.
Enlazamos con la carretera M-508 e iniciamos un tímido llaneo por asfalto. Nos adentramos en la Sierra de AÇor y observamos un cambio radical del paisaje. Al perder altura, la vegetación gana terreno con fuerza y los árboles vuelven a escoltarnos con su sombra.
Abandonamos la carretera para adentrarnos de nuevo en zonas más montañosas. Al poco de abandonar el asfalto iniciamos un fuerte descenso, en apenas 8 kilómetros descendemos 600 metros de desnivel. Las pistas ahora son pedregosas y el descenso hay que realizarlo con precaución, despacio. Las pendientes en algunos puntos son importantes y el firme no es el más indicado para coger velocidad.
Al alcanzar los 200 metros de altitud, a la altura de la Iglesia Matriz de Celavisa, iniciamos un recorrido más poblado. Combinamos pistas con carreteras secundarias que nos acercan a las aldeas. Seguimos sumando desnivel, pequeños valles nos salen al paso y hay que superarlos. Nos rodean frondosos bosques.
A medida que nos aproximamos a Coimbra el asfalto gana terreno a la vegetación. Intentamos aproximarnos a la ciudad evitando lo máximo posible las carreteras con tráfico, lo que nos lleva a realizar algunos rodeos.
A pesar de todo, no podemos evitar que la entrada a la ciudad de Coimbra sea caótica. Hay mucho tráfico y el respeto a las bicicletas brilla por su ausencia. Hay que pedalear con mucha precaución en este tramo final, probablemente el más peligroso de esta larga travesía.
Estos últimos kilómetros no empañan la alegría de haber conseguido nuestro objetivo. Hemos llegado a Coimbra. Hemos recorrido el Sistema Central, uniendo la población alcarreña de Atienza con la ciudad portuguesa de Coimbra. Con nuestra satisfacción a cuestas nos vamos a buscar un lugar donde descansara nuestro sueño realizado.
Recorrido
Información práctica
- Recorrido: es un recorrido exigente por las distancias y los desniveles a salvar. Aconsejable evitar los meses de verano. Nosotros lo hicimos en septiembre y nos encontramos con muchas fuentes secas, tuvimos serios problemas con el agua en la zona de la Sierra de Gata y Sierra Malcata, donde sufrimos los peores días de calor. Seguramente es mejor opción los meses de mayo o junio, si no es un mes excesivamente lluvioso, ya que puede haber problemas con el barro.
- Etapas: podéis localizar tracks de cada una de las etapas de manera individual (enlace en cada uno de los títulos para más comodidad.
- Transporte:
- Punto de salida: para llegar a Atienza nos llevaron en un coche particular, si no habría que ver posibilidades de autobús. Guadalajara no queda muy lejos, en una jornada es posible enlazar la capital con Atienza sin problema.
- Punto de llegada: desde Coimbra es bastante complicado el tema de las bicicletas. No es posible alquilar un coche porque se pasa frontera. No es posible meterlas en el tren. En el autobús nos dijeron que tampoco (vimos la normativa e indica que en los trayectos que pasan frontera no se pueden transportar bicis), al final nos vendieron el billete y dijeron que quedábamos a merced del criterio del conductor, tuvimos suerte y, aunque protestaron nos dejaron llegar a Madrid.
- Otras opciones: después de todos los problemas con los que nos encontramos (pasamos dos días en Coimbra intentando organizar el retorno, fue un auténtico quebradero de cabeza) quizá sea mejor opción contactar con alguna empresa de transporte especializada en este tipo de cosas que operan en Europa (porque también lo intentamos con la empresa de envío estatal portuguesa y tampoco hubo manera).
- Iniciamos una web específica del Sistema Central pero se ha quedado a medias, aún así os la pongo como referencia. Se llama La travesía del Sistema Central en BTT.