Vuelta al Pico Ocejón

Datos de la ruta

  • Zona: Sierra de Ayllón; Sierra del Ocejón; Parque Natural Sierra Norte de Guadalajara
  • Duración: 2 días
  • Tipo de recorrido: circular
  • Tipo de firme: utilizamos para el recorrido, en su gran mayoría, pistas en buen estado, combinando con algún tramo de carreterera secundaria sin apenas tráfico. Algún tramo de senda algo más complicado en cuanto a la ciclabilidad. Los puntos de ciclabilidad más limitada los encontraréis en: último tramo de descenso por el GR 10 a Muriel; corto tramo por el GR 60 para evitar la carretera GU-186.

Descripción

¡¡Qué ganas teníamos de salir y disfrutar de nuestras queridas montañas otra vez!! Después de tres meses de confinamiento, estos dos días de ruta han sabido a gloria. Como las posibilidades de movilidad eran limitadas, nos hemos quedado cerca de casa y hemos aprovechado para hacer una ruta que llevábamos tiempo con ganas de realizar: dar la vuelta al Pico Ocejón con alforjas.

Para realizar esta ruta hemos unido caminos conocidos con otros perdidos entre la maleza, pero también hemos seguido caminos marcados como el GR 10 o el GR 60. Como premio a nuestros esfuerzos, una naturaleza inundada del olor de la sierra: el aroma blanco de las jaras.

Día 1. Tamajón-Galve de Sorbe (59 km-1400 m)

Iniciamos nuestra ruta en el pueblo de Tamajón, la puerta a los pueblos negros de la Sierra Norte de Guadalajara. Es una mañana fría y algo nublada, se presenta ideal para un fin de semana cicloturista.

Dejamos atrás la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, para unirnos a la carretera GU-143 siguiendo las indicaciones de GR 10. A los pocos metros realizamos nuestra primera parada, nos acercamos a las pequeñas lagunas que decoran el paraje donde se encuentra la laguna de Cantarranas (y desde luego la banda sonora que flota en el ambiente hace honor a su nombre) desde donde tenemos nuestra primera panorámica de nuestro protagonista: el Pico Ocejón.

Laguna de Cantarranas. Pico Ocejón al fondo

Laguna de Cantarranas. Pico Ocejón al fondo

Proseguimos guiados por las indicaciones del GR 10. Dejamos el asfalto atrás y nos adentramos por un camino inundado de maleza. Es palpable la ausencia de personas durante estos meses, la naturaleza se ha apoderado de lo que es suyo: los caminos. En el horizonte aparece un viejo conocido: el pueblo abandonado de Sacedoncillo. Este pueblo fue abandonado en 1937 durante la Guerra Civil, cuando el frente se estableció en el cercano río Sorbe. Hoy día se puede pasear por sus calles silenciosas y sentir la melancolía que sobrevuela sobre los restos que aún resisten de la iglesia de Santa María. Al otro lado del arroyo de Sacedoncillo, un pequeño cercado de piedras delimita el viejo cementerio. Una lápida asoma entre las aguas de las malas hierbas. Tallado, el nombre de la mujer que reposa en este idílico lugar desde 1894.

Es el arroyo de Sacedoncillo y las marcas del GR 10 las que nos conducen por la estrecha vereda que une Sacedoncillo con Muriel. Enfrente, las laderas redondeadas de la Sierra Gorda.

GR 10. Camino a Muriel

GR 10. Camino a Muriel

Desde Muriel tomamos la carretera que, atravesando el río Sorbe, bordea la cola del embalse de Beleña. Pero no seguiremos la carretera durante mucho tiempo, apenas tres kilómetros después de dejar Muriel nos desviamos. Nos adentramos en Sierra Gorda por amplias pistas que atraviesan pequeños arroyos. La primavera aguanta con fuerza, el olor de los pinos y las jaras lo llena todo.

No es la primera vez que pedaleamos por estas laderas. No hace mucho, en otra primavera igual de explosiva, nos adentramos en estos mismo pinares para conocer los pueblos abandonados de Sierra Gorda en nuestra ruta Vuelta a Sierra Gorda en BTT. Hoy, igual que ayer, la belleza de este rincón solitario y poco visitado nos sorprende y nos alegra el alma.

Hasta la casa de los Aperos la pista presenta fuertes repechos, pero es al llegar a este punto cuando empieza la subida mantenida. La pendiente de la pista, camino del Cavero, se agudiza y el esfuerzo se multiplica. Arañamos metros a las laderas y ganamos altura con paciencia hasta los 1300 m desde donde se tienen unas magníficas vistas del macizo del Ocejón. Al fondo, el perfil del Alto Rey se impone con sus feas construcciones en la cumbre. Serpenteamos por la ladera norte del Cerro Santotis (1560 m).

Alcanzamos los 1237 m en el collado del Azoquejo, un cruce de pistas desde donde cabe la posibilidad de descender al pueblo de Semillas. Nosotros proseguimos en dirección noroeste y proseguimos la ascensión. Las pistas del color de la pizarra nos permiten avanzar con cierta facilidad y con unas buenas vistas del paisaje que dejamos atrás.

Seguimos ascendiendo hasta los 1341 m, pra iniciar el descenso hacia La Nava de Jadraque. El primer tramo transcurre por pistas bastante perdidas entre jaras cuajadas de flores y matorrales, que nos permiten bordear pequeñas cumbres: Cerrajos (1444 m), Peña Redonda (1475 m).  Las pistas no tardan en mejorar, al menos se hacen más visibles, una vez que atravesamos el barranco de Matallana.

Descenso a La Nava de Jadraque

Descenso a La Nava de Jadraque

Llegamos a La Nava de Jadraque donde apenas nos entretenemos lo justo para hacer un rápido recorrido por sus calles. Salimos del pueblo por asfalto y seguiremos por él hasta el cercano pueblo de Arroyo de las Fraguas. En la lejanía asoma el Moroquero junto a los recuerdos de su ascensión hace un par de años.

El asfalto parece pegarse a las ruedas. Sin dejar la carretera llegamos a El Ordial y aún seguiremos por el asfalto algo más de tres kilómetros antes de abandonarlo por una pista en buen estado a nuestra izquierda. La pista nos permite hacer este tramo sin perder altura. Dejamos bajo nuestros pies Aldeanueva de Atienza y el río San Cristóbal.

Un suave ascenso nos permite coronar el Alto del Puerto (1471 m) antes de enlazar, de nuevo, con la estrecha carretera por la que iniciamos un bonito descenso entre pinos hacia el cauce del arroyo de las Majadillas. Ya no abandonaremos la calzada, más que un pequeño tramo de unos cientos de metros, hasta llegar a Condemios de Arriba.

Apenas unos pocos kilómetros nos separan de nuestro destino de hoy. Atravesamos Condemios de Arriba para tomar una pista que se despide del pueblo paralela al arroyo de los Prados. La pista, inicialmente muy buena, empieza a difuminarse entre la hierba que tapiza las amplias praderas. Seguimos las tímidas roderas hasta enlazar con la pista que nos lleva hasta la ermita de San Antón. A nuestra derecha las laderas escarpadas de la Sierra de Pela. Al fondo se alza el elegante castillo de Galve de Sorbe (o castillo de los Zúñiga) del siglo XV.

Castillo de Galve de Sorbe

Castillo de Galve de Sorbe

Llegamos al pueblo de Galve de Sorbe. No es la primera vez que esta localidad marca el inicio/fin de una de nuestras rutas. Este punto también nos sirvió de referencia en nuestra ruta por los pueblos abandonados de la Sierra de Pela y punto de paso en la Travesía del Sistema Central (tenemos una foto casi en el mismo punto). Los caminos se entrecruzan, se hablan y nos conducen a los reencuentros. Y aquí, con estos recuerdos y reencuentros, ponemos punto final a la jornada de hoy.

Día 2. Galve de Sorbe-Tamajón (57 km-1100 m)

El día se levanta bastante nublado, el sol asoma de vez en cuando para caldear un ambiente bastante frío para la época del año en la que nos encontramos. Ideal para la jornada que nos espera. Calentamos piernas por la carretera que une Galve de Sorbe con Cantalojas, a la que entramos por una senda entre huertas hasta llegar a la fuente de aguas transparentes que nos permitirá avituallarnos.

Tras una breve parada, ponemos rumbo al Hayedo de Tejera Negra. Hasta el centro de interpretación seguimos la pista asfaltada que permite el acceso a los vehículos. Justo antes de llegar al centro de visitantes, nos desviamos para tomar una pista ancha y de superficie nívea. Nuestro camino se cruza de nuevo con el río Sorbe, cauce que cruzamos por el puente del Cerezo.

Puente del Cerezo sobre el río Sorbe

Puente del Cerezo sobre el río Sorbe

Iniciamos la dura subida. El buen estado de la pista ayuda a que sea llevadero, pero la ascensión es larga y, en algunos puntos, con pendiente pronunciada. Dejamos atrás algunas áreas recreativas idílicas y tentadoras. Con no poco sudor, alcanzamos el collado que marca la loma del Bulbilejo (1500 m). Un vertiginoso descenso nos lleva hasta el cauce del arroyo del río Mediano y nos aleja de las aguas del río Sorbe.

Casi no hemos podido disfrutar del descenso, cuando volvemos a ascender. Esta segunda subida es más pronunciada, más dura, más sufrida. Pero más corta. Coronamos el segundo collado allí donde nuestro camino se cruza con la loma del Puerto (1660 m). De nuevo un descenso seseante y abrupto nos lleva al siguiente cauce: el río Sonsaz.

Sin tregua ni descanso, nos enfrentamos a la tercera subida. Esta ultima ascensión es más suave, pero las piernas ya van cansadas y doloridas. Ganamos altura de manera suave hasta alcanzar la cota de los 1560 m. Por fin viene un descenso largo y tendido. Desde el collado de la Vieja (1505 m) podemos divisar el amplio valle en el que se asienta uno de los pueblos negros más conocidos: Majaelrayo. Aún en la lejanía, se perfila la silueta del Pico Ocejón presidiendo esta hermosa sierra. Después del esfuerzo realizado en los primeros 30 km de ruta, decidimos hacer una parada en Majaelrayo y reponer fuerzas.

La salida de Majaelrayo la realizamos siguiendo las indicaciones del GR 60, tomando una variante que recorre, por buena pista, la ladera del macizo del Ocejón.

GR 60. Pico Ocejón

GR 60. Pico Ocejón

Estos kilómetros los disfrutamos. La pista es cómoda, el color oscuro de la pizarra contrasta contra el cielo azul y las nubes que refrescan el ambiente, mientras el olor pegajoso de las jaras impregna nuestro camino. Los arroyos son los pocos accidentes que rompen la comodidad del camino. Pedaleamos en silencio disfrutando del cantar de los pájaros a nuestro alrededor. El GR 60 nos lleva hasta la localidad de Campillejo.

Después de esta explosión de naturaleza toca coger algo de asfalto. Tomamos la carretera GU-186 durante los siguientes 3 kilómetros. Decidimos desviarnos, para evitar la carretera, siguiendo las indicaciones del GR 60 hacia una de las colas del embalse del Vado. Una estrecha senda nos conduce hacia el cauce del arroyo de la Venta, que vierte sus aguas en el embalse. Atravesamos la estrecha línea de agua gracias al puente de la Venta, de origen árabe.

GR 60. Puente de la Venta

GR 60. Puente de la Venta

La senda es una delicia, pero más idónea para andar que para las dos ruedas. El camino es ciclable hasta su último tramo, donde la pista se convierte en una estrecha senda que conduce al reencuentro de la carretera que dejamos atrás. La última decena de metros la hago empujando la bici y sufriendo, pero el tramo es corto y bien merece la pena por evitar el asfalto y los numerosos coches que circulan por él.

Tras tomar un poco de aire, ponemos rumbo a la presa del embalse del Vado. Este tramo lo realizamos por una carretera en mal estado y rodeados de un denso pinar. A nuestros pies, las abundantes aguas del embalse del Vado. Este tramo es casi todo bajada y en sombra, lo que permite disfrutar de los kilómetros y reponer algo de fuerzas tras el esfuerzo realizado en el tramo anterior.

Pero aún nos tenemos que enfrentar a una última subida. Desde el embalse, nos dirigimos dirección Retiendas por un asfalto maltrecho y lleno de agujeros. Tras 2 km de bajada, giramos 180 º para enfrentarnos a los últimos 250 m de desnivel. Tomamos una pista ancha y pedregosa, las continuas «zetas» nos permiten ganar altura de manera rápida, aunque no fácilmente.

Alcanzamos la parte alta de los pinares a 1090 m e iniciamos un llaneo. Estos últimos kilómetros nos regalan la elegante silueta del Pico Ocejón poco antes de poner punto final a nuestro recorrido.

Pico Ocejón

Pico Ocejón

Saboreamos estas últimas pedaladas que nos llevan hasta el depósito de agua desde donde descendemos para alcanzar las calles de Tamajón y, con ello, nuestro punto de salida del día anterior.

Con esto ponemos punto final a un fin de semana cargado de sensaciones tras tantas semanas encerrados sin poder disfrutar de la naturaleza, de las montañas y de nuestras burritas. Una salida a la altura de la ocasión e ideal para este último fin de semana de primavera.

Recorrido

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