Camino de San Frutos (Segovia-Ermita de San Frutos)

Datos de la ruta

  • Zona: Tierra de Sepúlveda, Sierra de Guadarrama
  • Duración: 2 días.
  • Tipo de recorrido: circular.
  • Tipo de firme: ruta dura por las distancias, quizá más aconsejable para realizar en tres días o dos días mejor repartidos de kilometraje. Seguimos el Camino de San Frutos «tradicional» para llegar hasta la ermita de San Frutos. Regreso por la ruta «alternativa» (pero en sentido inverso). Caminos señalizados (en el sentido de peregrinaje, es decir, hacia la ermita de San Frutos) pero con algunas intersecciones dudosas. Para hacer circular la ruta, nos separamos del Camino de san Frutos para seguir la Cañada Real Soriana Occidental.

Descripción

De nuevo la figura de un santo nos sirve de excusa para un extraordinario recorrido por la geografía peninsular. El Camino de San Frutos nos llevará hasta la ermita del mismo nombre cuya fundación se atribuye al San Frutos y sus dos hermanos en el siglo VII.

Compartiremos algún tramo con el recorrido de los Pueblos abandonados de Tierra de Sepúlveda y volveremos a disfrutar de caminos solitarios iluminados por los sonidos de una primavera incipiente.

Día 1. Sotosalbos-Cantalejo (76 km-1200 m)

Iniciamos el recorrido en la localidad de Sotosalbos. Este pueblo no se encuentra en el Camino de San Frutos, sin embargo, lo tomamos como referencia ya que, para que el recorrido sea circular, nos desviaremos del Camino de San Frutos siguiendo otros caminos que nos permiten juntar ambos ramales (solo nos quedarán por recorrer un par de kilómetros).

Dejamos la localidad por carretera hasta Pelayos del Arroyo, es en este punto donde enlazamos con el Camino de San Frutos, perfectamente señalizado a la salida del pueblo. Nos adentramos en los caminos que recorren las zonas bajas de la Sierra de Guadarrama. Los colores fluorescentes de las flores contrastan con un cielo ceniciento que amenaza lluvia.

Nos enfrentamos a la primera subida, para iniciar un rápido descenso tras sobrepasar un collado a 1250 m. Seguimos las huellas del GR-88 que, en este tramo, coincide con el Camino de San Frutos en su trazado. Las máquinas han borrado los antiguos caminos y estamos a punto de pasarnos un desvío, a pesar de que una flecha verde indica el trayecto a seguir. Las aguas del río Sordillo no hacen honor a su nombre y bajan sonoras.

Vadeo del río Sordillo

Vadeo del río Sordillo

Tras pasar por Torre Val de San Pedro y Valle de San Pedro, nos adentramos en tierras ganaderas. Tras atravesar el río Cega, una mezcla negruzca de tierra y cagadas de vaca atrapa las ruedas. El terreno esta blando y nos vemos enredados en una ponzoña pegajosa que nos obliga a echar pie a tierra y embadurnados de una sustancia maloliente. Tras empujas en una corta subida, salimos de nuevo a pistas de buen trazado donde las bicis sueltan parte de lo que llevan pegado al chasis.

Indicador del Camino de San Frutos

Indicador del Camino de San Frutos

Los caminos no dan respiro. O subimos o bajamos, pero no hay muchos llanos que disfrutar. Tras un fuerte descenso y atravesar el arroyo del Vadillo, llegamos a los pies de las murallas de Pedraza (impresionantes desde esta perspectiva). Pero las vistas no son gratuitas y para llegar a las puertas de la población nos aguarda una fuerte pendiente pedregosa y complicada. Los últimos doscientos metros me los hago a pie.

Pedraza bien merece una detenida visita. Su castillo, rodeado por un precipicio que lo ha defendido durante siglos, dicen que es el más antiguo de Europa. Independientemente de la veracidad del relato, no cabe duda de que es un edificio más que notable. Entre su hermosa arquitectura también encontramos un acueducto medieval que nos sirve de marco incomparable en nuestra despedida de Pedraza para proseguir el Camino de san Frutos.

Acueducto medieval de Pedraza

Acueducto medieval de Pedraza

Por buenos caminos llegamos hasta Grejanilla, localidad que dejamos atrás por el camino de La Matilla y el camino del Arenal. Gran parte de esta pista la recorrimos en nuestra ruta por los Pueblos abandonados de Tierra de Sepúlveda. A nuestra izquierda, a orillas del arroyo del Arroyal, se encuentra el pueblo abandonado de La Alameda que, en esta ocasión, no nos acercamos a visitar.

Pasamos el pueblo de La Matilla para avanzar por amplios páramos en los que la vegetación ha desaparecido. Nuestro camino queda delimitado por dos filas de grandes piedras alineadas que nos hacen recordar que pedaleamos por caminos antiguos llenos de historias que contar. Nos desviamos hacia Valdesaz para llegar a la valla que delimita el castillo de Castilnovo que se alza entre los árboles de ribera que acompañan al río San Juan.

Sin mayor dificultad llegamos hasta Consuegra de Murera. Desde esta localidad seguiremos la carretera SG-V-2323 para alcanzar el pueblo de Villar de Sobrepeña. Desde aquí la carretera, que apenas se distingue entre socavones y parches, nos lleva de nuevo hasta las aguas del río San Juan.

Seguimos la corriente rodeados de inmensas paredes mordidas por grandes cuevas. Casi sin darnos cuenta, llegamos hasta la crecida corriente del río Duratón que podemos vadear gracias al puente de Villaseca que marca la entrada al Parque Natural de las Hoces del río Duratón. Aquí nos detenemos para acercarnos hasta la cueva de los siete altares, un escondido eremitorio de época visigoda.

Pero el gran regalo está al final de la pista que sale desde Villaseca: el Monasterio de San Frutos del Duratón (Priorato de San Frutos). Al monasterio, edificio románico del siglo XII cuya fundación se atribuye a San Frutos y sus hermanos (Santa Engracia y San Valentín), se accede a través de un pequeño puente de piedra, construido en el siglo XVIII, que salva la profunda grieta conocida como La Cuchillada.

Junto al ábside se localiza un conjunto de sepulturas antropomorfas datadas en la Alta Edad Media, utilizadas posteriormente por los monjes del priorato. Desde este punto las vistas sobre las hoces del río Duratón son sobrecogedoras.

Hoces del Duratón. Ermita de San Frutos

Hoces del Duratón. Ermita de San Frutos

El Camino de San Frutos tiene en este lugar su punto y final. Pero no para nosotros. En la segunda parte del recorrido, intentaremos seguir la ruta alternativa del Camino de San Frutos (por Caballar), pero en sentido inverso, para llegar a Segovia. Así que, sin demorarnos mucho, cogemos nuestras burritas y nos ponemos en marcha de nuevo.

Deshacemos el camino por carretera que nos lleva hasta el pueblo abandonado de San Miguel de Negrera.

Pueblo abandonado de San Miguel de Negrera

Pueblo abandonado de San Miguel de Negrera

A la entrada del pueblo vemos una señal del Camino de San Frutos y creemos intuir que viene desde la carretera. Seguimos por asfalto hasta Sebúlcor. En este tramo no vemos señales y todo parece indicar que hemos perdido el trazado original del camino. Es tarde y el sol no está dispuesto a darnos una tregua así que decidimos obviar el camino original y seguir los caminos que teníamos pensado.

Desde Sebúlcor nos salimos por pistas, pero seguimos sin ver ninguna señal hasta Cantalejo. tras más de setenta y cinco kilómetros damos la etapa por concluida y buscamos refugio en el camping de Cantalejo.

Día 2. Cantalejo-Sotosalbos (95 km-1200 m)

Dejamos Cantalejo por las pistas que atraviesan pinares y campos de cultivo. La pista es muy buena y el inicio de la jornada se presenta tranquila y con un sol resplandeciente.

A los pocos kilómetros nos desviamos y atravesamos lo que parece un campo de golf. Una extensa pradera que se extiende en los márgenes del arroyo de Avilés. El camino se difumina en algunos tramos, pero el escaso desnivel permite avanzar sin dificultad.

Tras atravesar la población de Puebla de Pedraza, nos desviamos de nuevo para adentrarnos por caminos más perdidos entre pinos. Los caminos siguen ahora el margen del río Cega. En el silencio nos sorprende el sonido de disparos y el temor a una posible cacería, se oyen cerca, demasiado cerca. Aceleramos y llegamos a la carretera sin ningún incidente.

Pinares del río Cega

Pinares del río Cega

El asfalto nos permite atravesar el río Cega, muy crecido debido a las últimas lluvias, y continuar por el margen contrario. Una sinfonía de ranas nos sorprende al penetrar en el bosque y pedalear cercanos a las zonas encharcadas. Miles de ranas croan al mismo tiempo dándonos la bienvenida y parecen acallar los disparos lejanos que aún escuchamos de manera esporádica. Ignorando los disparos, un pájaro carpintero se afana en taladrar la madera mientras otros miles de cantos que somos incapaces de reconocer llenan el ambiente.

Remontamos siguiendo el arroyo de la Horcajada para llegar a la localidad de Muñoveros. Nos acercamos a la iglesia de San Félix donde, según la tradición oral, reposan los restos de Juan Bravo (comunero ajusticiado en el año 1521).

Dejamos atrás las leyendas para enlazar, por buenos caminos, con el camino de Veganzones que nos lleva hasta los pueblos de Pavía y Caballar, que bordeamos.

Entrada a Caballar

Entrada a Caballar

Tras salvar las aguas del arroyo del Horco iniciamos un suave ascenso entre antiguas huertas. A nuestra derecha una señal nos indica la ubicación de la Fuente Santa.

Enlazamos con el camino de la Herrada (o camino de Torreiglesias). A medida que ganamos altura la vegetación es sustituida por los campos de labor reverdecidos. Las indicaciones que llevamos parecen indicarnos que la ruta sigue por algún camino que no vemos (esta variante la trazamos con las indicaciones que localizamos en la web). Decidimos seguir por el camino que traemos, una señal en el siguiente cruce parece corroborar que vamos en la dirección correcta. Enlazamos con la carretera, y aquí perdemos las señales (hay que tener en cuenta que estamos siguiendo el camino en sentido inverso y esto dificulta seguir la señalización).

Nos desviamos del asfalto por el camino que nos parece evidente. En uno de los cruces unas flechas verdes parecen darnos a entender que en algún punto hemos errado los cruces. Proseguimos por una pista que se abre camino entre una inundación de flores. Con esta explosión de color llegamos a Carrascal de la Cuesta.

Desde este pueblo iniciamos un fuerte descenso que nos lleva primero hasta el arroyo de la Revoldina que aparece alfombrado de flores blancas. En este solitario rincón, vemos señales que indican la senda del río Viejo.

Arroyo de la Revoldina

Arroyo de la Revoldina

Tras unos minutos para disfrutar del entorno, proseguimos el descenso atravensando un paisaje cubierto de encinas y carrascas, hasta el río Viejo.

Superamos las briosas aguas gracias a un antiguo puente. La fuerza del agua es ensordecedora. Al mirar hacia el frente vemos la estrecha senda que remonta la ladera. Seguimos un antiguo camino de herradura que araña metros a la angosta ladera. El desnivel y las piedras me obligan a echar el pie a tierra y superar los algo más de cincuenta metros de desnivel empujando a mi compañera. El esfuerzo bien merece la pena porque el lugar es uno de los rincones más bonitos que hemos visto hasta el momento en el Camino de San Frutos.

Después del esfuerzo, una pista de buen firme nos aguarda para llevarnos hasta Tenzuela. Nos acercamos hasta la iglesia románica de San Miguel que preside este pueblo desierto. Aprovechamos para hacer una parada en las proximidades del potro de herrar.

Salimos de Tenzuela con un cielo cada vez más oscuro y amenazador. La temperatura ha descendido de manera drástica y el aire, algo más fuerte, arrastra olor a humedad. Con estas oscuridades sobre nuestras cabezas alcanzamos la intersección entre las dos variantes del Camino de San Frutos. Si siguiéramos de frente llegaríamos en apenas dos kilómetros a Pelayos del Arroyo (estos escasos kilómetros serán los únicos que no recorreremos para poder hacer nuestro recorrido circular).

Nosotros seguimos hacia nuestra derecha para recorrer los veinticuatro kilómetros que comparten amabas variantes hasta Segovia. Este tramo discurre por pista más anchas y terrenos no tan abruptos. Atravesamos Santo Domingo de Pirón y Basardilla, en el horizonte las montañas nevadas de la Sierra de Guadarrama aparecen difuminadas por una cortina blanquecina.

Llegada a Basardilla

Llegada a Basardilla

En Basardilla estalla la tormenta que llevamos esperando desde hace varios kilómetros. Los truenos hacen temblar la tierra y los rayos iluminan el horizonte, convenciéndonos de buscar refugio en el bar del pueblo.

Cuando la tormenta deja paso a una tarde de olor a tierra mojada y frío vespertino, proseguimos nuestro camino. Nos vamos a cercando ala ciudad y se nota en la retirada de la naturaleza. Tizneros y Espirdo quedan atrás, las pistas y pequeñas carreteras empiezan a ceder paso a las grandes infraestructuras. Cruzamos la autopista de circunvalación SG-20 antes de llegar a La Lastrilla.

Aquí, de nuevo, nos encontramos con un punto confuso. Nosotros seguimos por carretera hasta el centro de Segovia. pero lo cierto es que no vimos ni una sola señal, lo que nos hace suponer que nos confundimos y el camino sigue por alguno de los caminos que se dirige hacia las zonas más verdes del Monasterio de Santa María del Parral. Si bien es cierto que la carretera es una opción cómoda y rápida de entrar en Segovia y acercarnos al imponente acueducto.

Acueducto de Segovia

Acueducto de Segovia

Aunque esta ciudad tenga olor a final, lo cierto es que aún nos queda un buen tramo para dar por concluida la jornada. La salida la realizamos por la academia de artillería, por aquí entra también el Camino de Santiago de Madrid. Seguimos la acequia del Mercado que nos permite salvar, de nuevo, la autopista SG-20. Por el lateral de la autopista seguimos una poca marcada pista que nos lleva hasta el carril bici que discurre paralelo a la CL-601 (la carretera que lleva a la Granja de san Ildefonso).

Seguiremos este carril bici hasta enlazar, unos kilómetros más adelante, con el Camino Natural de la Cañada Real Soriana Occidental.

Camino Natural de la Cañada Real Soriana Occidental

Camino Natural de la Cañada Real Soriana Occidental

La cañada está marcada por lo que es fácil de seguir. Estas indicaciones no llevan, tras abrir alguna puerta y algún sube baja de fuerte pendiente, hasta las aguas del río Eresma. El embalse del Pontón Alto está soltando agua e impresiona ver la cascada que escupe la presa.

Cruzamos la presa y seguimos la cañada que, en gran parte de lo que nos queda de trayecto, coincide con el trazado del GR-88 (realmente el camino iría por la parte baja, pero a estas alturas llevamos un desnivel considerable y la perspectiva de tener que empujar las bicis nos convence de salvar las aguas del río Eresma por la presa). El camino discurre plácido hasta cruzar el asfalto de la carretera SG-P-6124.

Tras el cruce la cañada empieza a ganar altura de manera decidida. La cañada atraviesa numerosos arroyos que, tras las últimas lluvias y nevadas, van crecidos y nos obliga a mojarnos los pies: el arroyo de la Mina, arroyo del Corral, arroyo del Recuéncano de Peñas Lisas, arroyo de Miguel Bueno o el arroyo de Peña del Gato con algunos de los arroyos que nos acompañan en este duro tramo.

Cañada Real Soriana Occidental o de las Merinas

Cañada Real Soriana Occidental o de las Merinas

Numerosas indicaciones van indicando los caminos que permiten descender hacia los pueblos situados en el valle. Tras innumerables desniveles y tras atravesar las fuertes aguas del río Pirón, gracias a un moderno puente, la cañada se desvía y desciende hacia el valle. Cruzamos la N-110 para tomar las pistas que nos llevan directos, tras dos duras jornadas, al encuentro de nuestro punto de salida: Sotosalbos.

Nos hemos quedado con la sensación de haber minusvalorado este camino y de haber acertado de lleno en la época para recorrerlo. Un Camino de San Frutos solitario y lleno de rincones de belleza deslumbrante. Hoy más que nunca os deseamos un buen camino.

Recorrido

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