Salinas y despoblados de la comarca de Atienza

Datos de la ruta

  • Zona: Sierra Norte de Guadalajara
  • Duración: 2 días
  • Tipo de recorrido: circular
  • Tipo de firme: en general recorrido se realiza por buenas pistas. Tramos de senda en: barranco de Pozancos, barranco del río Cercadillo (hay que vadear el río), salida de Torrecilla del Ducado.

Descripción

Os proponemos una ruta para conocer el extenso patrimonio que esconde la Sierra Norte de Guadalajara con un eje vertebrador: el río Salado y sus arroyos subsidiarios. Un trazado sinuoso que nos permitirá conocer las numerosas salinas de la comarca de Atienza, construcciones de diverso tamaño destinadas a obtener sal por evaporación del agua, que dieron una considerable riqueza y poder a la comarca. Un patrimonio industrial digno de conocerse y que crea un paisaje único. Estas salinas fueron explotadas desde época romana y están documentadas desde el siglo XI.

También nos acercaremos a otro patrominio no menos interesante, un buen puñado de despoblados de la comarca para sentir el pasado entre sus calles silenciosas y sentir la vida que un día pobló esta Sierra Norte de Guadalajara hoy incluida en la tristemente conocida como España vacía.

En definitiva, una ruta que encierra patrimonio, despoblados y naturaleza, mucha naturaleza. Os animamos a disfrutar de estos caminos solitarios de la Sierra Norte de Guadalajara que colmarán a los cicloviajeros más exigentes.

Día 1. Valdelcubo-Sigüenza (61 km-1000 m+)

Situamos nuestra salida en la parte más septentrional de la ruta, en el pubelo de Valdelcubo. Tras atravesar sus calles, avanzamos hacia la cabecera del valle abierto por el río Bernal dejando atrás un par de molinos. Una pista ancha y rodadora nos permite ascender de manera cómoda disfrutando de un entorno espectacular, silencioso, donde las grandes paredes se imponen con fuerza recortadas contra el cielo. Algún buitre nos sorprende con el sonido de su despegue. Es una subida larga, pero lo suficientemente cómoda como para disfrutarla.

Alcanzamos los 1200 metros de altitud rodeados de encinas y robles desde donde nos dejamos caer hacia el pueblo abandonado de Torrecilla del Ducado. Este pueblo, situado en un alto, ha sido uno de los últimos en sucumbir a la despoblación. En el censo de 1990 aún se contaban 9 vecinos. Las casas aún no presentan el deterioro del tiempo y hay viviendas cuidadas lo que delata la visita de algunos vecinos en periodos vacacionales. La iglesia nos la encontramos tapiada y sus calles silenciosas como una cueva.

La salida de Torrecilla del Ducado es algo tortuosa. Cogemos el trazado de la cañada Real Soriana Oriental, pero sin camino evidente. Por suerte, apenas son 500 metros los que recorremos antes de alcanzar una pista de buen trazado. Esta pista asciende de manera decidida hacia los alto de los Carrasquillos (1200 m), con algún repecho algo más fuerte, desde donde iniciamos un largo descenso por un valle sorprendente en dirección a Sienes. No llegamos a entrar en el pueblo. Nos desviamos hacia el oeste para entrar en el precioso pueblo abandonado de Tobes.

Pueblo abandonado de Tobes

Pueblo abandonado de Tobes

A Tobes nunca llegó la electricidad. Terminó quedándose vacío en el año 1973 cuando sus dos últimos vecinos decidieron abandonar los recuerdos en un pueblo que había ido perdiendo habitantes, como tantos otros, a lo largo de los años 60 en busca de nuevas oportunidades y condiciones de vida menos duras. En la plaza se puede ver la entrada a unas cuevas excavadas en la roca. Un paseo por sus calles nos muestra otras entradas.

Proseguimos nuestro recorrido. Tras algo más de un kilómetro por buena pista llegamos al pueblo abandonado de Querencia. Aquí sí encontramos alguna persona, pero el estado de las viviendas y el ruinoso estado de su iglesia dejan ver el largo abandono de este bonito pueblo a los pies de la sierra de la Pila.

Nuestro camino nos lleva a descender hacia la carretera para enlazar con el asfalto de la GU-170. Aquí nos encontramos con el cauce del río Salado. Hacemos un pequeño desvío para acercarnos a las salinas de Santiuste. Estas salinas, cuya construcción se fecha hacia el año 1910, conservan varias albercas y una pequeña noria, estuvieron en funcionamiento hasta el año 1960.

Desandamos parte del camino andado para tomar una pista que discurre a los pies del castillo de Riba de Santiuste, fortaleza de origen musulman situada en un punto fronterizo en época de la Reconquista y que fue recuperada para Castilla en el año 1085. Hoy las imponentes almenas se recortan contra el cielo azul. Atravesamos la población de Riba de Santiuste para salir paralelos al río Salado. Dejamos atrás las ruinas del molino de Argán y llegamos, por caminos poco marcados y algo pantanosos, al pueblo de La Barbolla.

Desde La Barbolla, bordeamos la sierra de La Pila por el sur. Nos adentramos en el amplio valle del río de Bretes. Pasamos por las poblaciones de Villacorza y Torre de Valdealmendras, para acercarnos a las salinas de Valdealmendras. Estas salinas, que datan de 1890, son de pequeñas dimensiones, conservan algunas albercas y un edificio en estado de ruina. Su explotación se vio interrumpida en el año 1950.

Tras una corta parada en las salinas, nos dirigimos al pueblo semiabandonado de Valdealmendras (según el censo, en el 2011 conservaba 2 habitantes). La salida del pueblo la realizamos por una fuerte pendiente muy pedregosa donde es probable que haya que echar el pie a tierra en los últimos metros antes de alcanzar el collado. Pero el esfuerzo tiene su recompensa, al otro lado un precioso descenso entre robles siguiendo el cauce del río del Cubillo hasta la población de Riosalido. Atravesamos el pueblo, a lo lejos, destacando sobre el paisaje, el Alto del Castro, donde se han localizado los restos de un castro de la Edad del Hierro. Pero nuestra ruta nos lleva por otros derroteros. Descendemos hacia la carretera CM-110, por la que pedaleamos un par de kilómetros hasta desviarnos hacia el pueblo abandonado de Matas.

Pueblo abandonado de Matas

Pueblo abandonado de Matas

La falta de luz y agua, así como los malos caminos de acceso fueron persuadiendo a los habitantes de este bonito pueblo para buscar lugares más agradecidos. El pueblo quedó totalmente deshabitado en el año 1975 cuando sus dos últimos habitantes, dos hermanos, decidieron cerrar su casa. Paseamos por las calles de Matas y por sus viviendas, masticando la nostalgia que el tiempo impregna en las rocas.

Descendemos. Antes de llegar al asfalto buscamos un antiguo camino que nos permite evitar el alquitrán, para tomar una buena pista. bordeamos el pueblo de Ures y llegamos a Pozancos que atravesamos. Una buena pista nos lleva hasta la cabecera del valle siguiendo el cauce del río Vaderas para desviarnos por un estrecho sendero que remonta el barranco de Pozancos. El entorno es increíble, el sendero en algún punto, en función de la pericia de cada uno, puede obligar a echar el pie a tierra pero son tramos muy puntuales y la belleza del entorno da por bueno cualquier esfuerzo.

Barranco de Pozancos

Barranco de Pozancos

Disfrutamos de este tramo donde la naturaleza se convierte en la protagonista. Las encinas, el silencio, los roquedos, todo forma una composición perfecta.

Tras salir del barranco nos espera un fuerte descenso por terreno pedregoso a las calles de Alcuneza. No nos detenemos, tomamos rumbo a nuestro último objetivo del día: las salinas de Alcuneza. Los edificios están en completa ruina. Las albercas, en esta época inundadas, dan una idea de las dimensiones de estas salinas que se remontan a 1910 y estuvieron en funcionamiento hasta el año 1960.

Una pista paralela a las vías del tren nos conduce, después de una jornada inolvidable, hasta las calles de la monumental Sigüenza, donde ponemos punto final al día.

Día 2. Sigüenza-Valdelcubo (58 km-800 m+)

Despertamos con un día ventoso y, a pesar del resplandeciente sol, algo frío. La fuerte subida, siguiendo las indicaciones del Camino de la Lana, para salir de Sigüenza nos ayuda a entrar en calor. Cuando superamos el desnivel, nos desviamos por una pista que nos lleva hasta el lugar que ocupó el pueblo de Séñigo del que se tiene noticias en los años 1301, 1587, momento en el que contaba con siete vecinos, y 1594. Hoy algunas parcelas ocupan su lugar y un edificio en ruinas delatan la posición de la antigua población.

Seguimos la pista para llegar al amurallado pueblo de Palazuelos. Desde aquí cogemos el asfalto para llegar a Carabias. Hemos avanzado a media ladera evitando las alturas redondeadas que esconden las aguas del embalse del Atance. Descendemos para tomar las pistas que discurren por la zona baja del valle. Los caminos están destrozados por el paso de vehículos y prometen importantes cenagales en época de lluvias. A nuestra derecha, al fondo y rodeadas por verjas que nos impiden el paso vislumbramos los restos de las salinas de Cirueches. Estuvieron produciendo sal desde el año 1900 hasta los años 40. Hoy, al igual que el pueblo de Cirueches, han pasado a manos privadas por lo que es imposible la visita.

El camino nos lleva hasta las próximas salinas de la Olmeda. Los restos que podemos ver son del siglo XVIII y su producción, junto con las salinas de Imón, fue de las más altas de la zona manteniéndose hasta épocas recientes. Sus dimensiones son considerables y se conservan varios edificios de almacenaje, tres norias en buen estado y las albercas ocupan una importante extensión.

En este punto salimos a la carretera para, en apenas unas decenas de metros, desviarnos por un camino que nos lleva a las cercanas salinas de Bujalcayado. Situadas a los pies de la sierra de Bujalcayado, están fechadas en torno al año 1890 cesando su explotación en el año 1970. Mantienen en buen estado de conversación con una amplia extensión de albercas, tres norias y un edificio de almacenaje.

Salinas de Bujalcayado

Salinas de Bujalcayado

Una dura subida nos espera, tras la visita a las salinas, para acceder al pueblo que les da nombre: el pueblo semiabandonado de Bujalcayado. Seguimos las indicación, algo deterioradas, de la Ruta del Quijote (Tramo 10). El pueblo nos recibe entre los restos de sus viviendas vertidos en la ladera de la sierra con la que comparte nombre. En la plaza nos encontramos con un vecino que nos observa mudo. El pueblo empezó a despoblarse en los años 60 hasta que únicamente quedó un vecino que se resistió a marchar. Actualmente se ven vehículos y cierta mejora de algunas viviendas que parecen indicar el retorno, aunque sea en época vacacional, de algunos de sus vecinos.

Salimos de Bujalcayado para tomar rumbo a Olmeda de Jadraque, localidad que atravesamos para continuar, de nuevo, por las indicaciones del Camino de la Lana. Una ligera subida nos permite reencontrarnos de nuevo al cauce del río Salado y acercarnos a la población de Santamera. En esta localidad se han localizado importantes vestigios arqueológicos, entre ellos restos de un castro de la Edad del hierro en el cerro Padrastro, restos del III milenio A. C en el abrigo de Peña Corva y restos musulmanes en el poblado de La Espiná y en el Casuto de los Moros.

No llegamos a entrar en el pueblo de Santamera, ya que tomamos unas pistas que, paralelas al río Salado, se dirigen hacia Imón. Al otro lado del valle, se sitúan las salinas de Gormellón, a las que no nos acercamos ya que se sitúan en una finca privada a la que no se permite el acceso. Siguiendo el cauce del eje vertebrador del río Salado, llegamos a las salinas de Imón, las más importantes de la comarca. En las salinas de Imón, construidas en el siglo XVIII, se conservan unas mil albercas, tres almacenes y cinco norias. Su producción ha sido la más alta de la comarca hasta que se canceló su producción en el año 1996.

Iniciamos una fuerte subida guiados por las indicaciones de la Ruta del Quijote (Tramo 10) para bordear, evitando la carretera, el Alto del Llano por el norte. Los caminos son cómodos. Seguimos el cauce intermitente del arroyo de las Fuente del Espino, al frente las casas de Cercadillo. Un giro de noventa grados hace que cambiemos la dirección para adentrarnos en el barranco del río Cercadillo. En un principio el camino tiene buen firme y es ancho, pero tarda poco en convertirse en un estrecho sendero que serpentea al compás de las aguas del río Cercadillo.

Barranco del río Cercadillo

Barranco del río Cercadillo

Avanzamos despacio. El río lleva bastante agua, en varios puntos hay que vadear el río y, finalmente, no nos queda más remedio de mojarnos los pies. Las encinas y las jaras inundan el paisaje. En el último vadeo del río Cercadillo, nos volvemos a encontrar con las indicaciones de la Ruta del Quijote (Tramo 10), sin que seamos capaces de determinar de dónde vienen. Pocos metros después nos encontramos con un vecino acompañado de seis o siete perros y nos paramos a charlar unos minutos con él.

Pero el tiempo apremia, así que continuamos. Ahora la senda se convierte en camino, el barranco se ensancha. Al fondo se empiezan a perfilar las rocas rojizas que cierran el valle a los pies de la población de Alcolea de las Peñas. La entrada la realizamos por la parte más baja, nos detenemos a observar los antiguos lavaderos y algunas formas excavadas en la roca que nos hacen pensar en un asentamiento previo. Caminos entre estos vestigios con la idea de volver a en un futuro a realizar una inspección más concienzuda.

Llegada a Alcolea de la Peñas

Llegada a Alcolea de la Peñas

Dejamos Alcolea de las Peñas por un camino que nos lleva al asfalto de la GU-120 y posteriormente nos escupe en la CM-101. Apenas pedaleamos un kilómetro para desviarnos hacia los restos de la torre de Monreglos (aquí se situó el pueblo de Monreglos). Sobre una roca se eleva una pared de lo que fue su iglesia, previamente utilizada como torreón. Junto a los restos se localizan numerosas sepulturas antropomorfas medievales excavadas en la roca. En una rocas situadas justo enfrente, ocultas entre zarzales, localizamos lo que parece un gran eremitorio excavado en la roca. Nos damos unas vueltas y dejamos pendiente buscar algo de información de este lugar singular (información que, a fecha de esta entrada, no hemos podido localizar).

Seguimos por buen camino hasta la localidad de Tordelrábano, silencioso como la noche, para abandonarlo manteniendo la misma dirección camino de Paredes de Sigüenza. Apenas un kilómetro antes de llegar a esta localidad, visualizamos el trazado de la calzada romana de Paredes de Sigüenza, con grandes sillares en los márgenes, así como los puentes que ayudan a salvar los arroyos que atraviesan estas tierras. Esta calzada alcanzaba los 5 m de anchura.

Muy cerca de Paredes de Sigüenza se sitúa el nacimiento del río Salado (antiguamente conocido como río Gormellón), que nos ha venido acompañando en nuestra aventura, y que recibe este nombre porque sus aguas atraviesan materiales muy solubles que hacen que su caudal presente un alto contenido en cloruro de sodio (sal común). Este hecho explica la alta concentración de salinas a lo largo del valle del río Salado.

Salimos hacia la carretera GU-170. Apenas recorremos un kilómtero, ni un solo coche hace acto de presencia, antes de desviarnos hacia nuestro primer objetivo: las salinas de Paredes de Sigüenza. De estas salinas se conservan las albercas, en esta época del año inundadas, y un edificio semiderruido. Su construcción se sitúa en los primeros años del siglo XX y estuvieron en funcionamiento hasta 1965.

Salinas de Paredes de Sigüenza

Salinas de Paredes de Sigüenza

Una pequeña subida nos deja caer en el pueblo de Rienda. De nuevo dejamos los caminos para tomar el asfalto, ya que las salinas de Rienda se sitúan al mismo borde la carretera de acceso al pueblo. En estas salinas podemos diferenciar dos norias y almacenes (en estado de ruina), además de una gran extensión de albercas inundadas. Fechadas en 1870, su producción finalizó en los años 60.

Tomamos de nuevo la carretera GU-170 para abandonarla en algo más de un kilómetro y tomar la pista que nos deja en el punto de salida. La pequeña población de Valdelcubo marca el final de este viaje por las salinas y despoblados de Atienza que tanto hemos disfrutado y que nos ha permitido acercarnos a un patrimonio excepcional que permanece olvidado y que merecería su puesta en valor.

Recorrido

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Información práctica

Bibliografía

  • HERRERA CASADO, ANTONIO (2022). Cuevas eremíticas de Guadalajara.  Editorial Aache
  • RANZ YUBERO, J.A; LÓPEZ DE LOS MOZOS, J. R; REMARTÍNEZ MAESTRO, M. J (2019). Despoblados de la provincia de Guadalajara. Editorial Aache.
  • TRALLERO SANZ, A.; ARROYO SAN JOSÉ, J.; MARTÍNEZ SEÑOR, VANESA (2003). Las salinas de la comarca de Atienza. Editorial Aache.
  • VALIENTE MALLA, JESÚS (2008). Guía de la arqueología en Guadalajara. Editorial Aache.

 

2 comentarios:

  1. Enhorabuena! Cómo siempre una delicia leer vuestras rutas. Muy bien trabajadas, descritas y documentadas. Deseando poder hacerla. Gracias por compartir ?

    • Muchas gracias Pilar por tu comentario.

      Siempre es un placer compartir y, al preparar las rutas y escribir las crónicas, conocer un poco más de los sitios que visitamos.

      Nos vemos por las montañas y los caminos 🙂

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