Ruta del Quijote. Montes de Toledo

Datos de la ruta

  • Zona: estribaciones occidentales de los montes de Toledo (Sierra Calderina, Sierra Luenga, Sierra del Reventón).
  • Duración: 2 días.
  • Tipo de recorrido: circular
  • Tipo de firme: casi en su totalidad pistas de buen firme siguiendo caminos marcados y señalizados. Algún tramo corto de ciclabilidad limitada (o difícil) en la segunda jornada: tras la Venta de Enmedio y en la subida a Cerro Calderico (Consuegra).

Descripción

De nuevo La Mancha se convierte en protagonista de nuestras salidas. De nuevo la Ruta del Quijote nos guía para conocer los paisajes que decoraron esta obra de la literatura universal.

Para nuestro recorrido hemos seguido (en su totalidad) caminos marcados de la red de la Ruta del Quijote. En concreto hemos recorrido las siguientes etapas del tramo 8:

  • Etapa 7: Puerto Lápice-Fuente el Fresno
  • Etapa 5: desde la conexión con la etapa 7 hasta Malagón
  • Etapa 4: Malagón-Consuegra
  • Etapa 6: entre Consuegra y Puerto Lápice

Día 1. Puerto Lápice-Malagón (56 km-560 m)

Tras valorar diferentes opciones, debido a la logística, decidimos salir desde la ajetreada localidad de Puerto Lápice haciendo coincidir nuestro punto de salida con el punto de inicio del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Precisamente en una de sus ventas es donde tan insigne personaje será armado caballero.

A nuestra llegada nos topamos con varios autobuses que hacen parada para permitir a los usuarios compras productos típicos de La Mancha. Nosotros huimos de la gastronomía y nos unimos a la Ruta del Quijote sin reparar mucho en los quesos y los vinos. Pero lo que no dejaremos pasar es una rápida visita a la venta.

Puerto Lápice

Puerto Lápice

Ponemos rumbo a Las Labores. El camino se presenta tranquilo, muy llano y con unos primeros kilómetros por pista asfaltada que son una delicia. Apenas hemos iniciado el recorrido cuando la tentación de detenernos nos sale al paso en el paraje apacible de la ermita de San Isidro. Pero no nos dejamos engatusar.

Extensos olivares se extienden a nuestro alrededor, donde la primavera empieza a brotar agradecida con este clima poco propio de esta época del año. El fondo lo cierras las primeras ondulaciones del macizo oriental de los Montes de Toledo: Sierra Luenga. Los olivos ceden algo de terreno a los bien instruidas vides que se muestran en perfecta formación.

Vides y olivares en la Ruta del Quijote

Vides y olivares en la Ruta del Quijote

Atravesamos Las Labores sin apenas ser conscientes. Ahora la zahorra es la que facilita nuestro pedaleo por una pista ancha y de buen trazado. Más que avanzar, volamos. Las montañas se ven lejanas y ninguna ondulación se interpone hasta nuestra entrada en Villarrubia de los Ojos. Salimos siguiendo el asfalto. Nos detenemos, dudamos su ascender hasta la ermita de San Cristóbal. Finalmente, decidimos meter plato pequeño y enfrentarnos a la cuesta que se promete dura.

El ascenso lo realizamos por una estrecha carretera bien asfaltada. las ruedas parecen pegarse al asfalto y la pendiente se agudiza. Tras los kilómetros en llano, se nos hace dura este pequeño esfuerzo. Cuando llegamos a la ermita de San Cristóbal damos por bien empleado el esfuerzo. Unas magníficas vistas del llano que se extiende hacia oriente, y de las montañas hacia el occidente, nos ofrecen un buen lugar para un frugal almuerzo. ¡¡Qué bien sienta un bocadillo cuando se está en ruta!!

Ermita de San Cristóbal

Ermita de San Cristóbal

Con energías renovadas, descendemos al llano para retomar la Ruta del Quijote. El paisaje que nos acompaña lo presiden los olivos y las vides. Un giro brusco en nuestra dirección nos enfrenta a las montañas. Tomamos el Camino de la Sendilla de la Virgen que discurre por las faldas de la sierra de la Virgen. Empezamos a ascender. Nos encontramos con algunas rampas duras y pedregosas al alcanzar el collado formado entre la sierra de la Virgen y la Cabezuela de Renales. Pero, en general, la ascensión es suave.

Nos alejamos de los olivos y nos vemos rodeados de un frondoso encinar. Es mediodía y el calor aprieta. A pesar de ello se agradece este camino solitario y más montañero después de los kilómetros de monótono llaneo.

Camino de la Sendilla de la Virgen

Camino de la Sendilla de la Virgen

Este tramo se hace duro, en algunos momentos hay que apretar y meter el plato pequeño para superar algún pequeño repecho. Nos encontramos a algún senderista. Como premio, el fuerte descenso a la ermita de la Virgen de la Sierra. Entre las sombras numerosas familias disfrutan de este rincón que se muestra apetitoso para una parada.

Seguimos el descenso hacia el llano. Después de las rampas empinadas del último tramo nuestras piernas agradecen retomar el llaneo. Entre tierras de labor, entramos en Fuente el Fresno. En esta localidad abandonamos el trazado de la etapa 7 de la Ruta del Quijote para unirnos a los últimos kilómetros de la etapa 5 que nos permitirán llegar a Malagón.

La parte alta de la localidad marca la salida de la localidad, dejando a nuestras espaldas el solitario molino que se alza en lo alto de Cerro Rubio. La Real Cañada Soriana Oriental marca ahora nuestra dirección. Retomamos los caminos cargados de olivares. El sol deslucido de la tarde tiñe de marrón rojizo los campos y arranca aromas de tierra.

En el último tramo perdemos las indicaciones de la Ruta del Quijote y hacemos una entrada algo caótica a la localidad de Malagón que marca nuestro final de etapa por hoy.

Día 2. Malagón-Puerto Lápice (78 km-750 m)

Esta jornada transcurrirá íntegramente siguiendo el trazado de la etapa 4 de la Ruta del Quijote. Este supuesto nos hace pensar en un recorrido sencillo en cuento a la orientación por lo que iniciamos la jornada sin mucha urgencia y tras disfrutar de un magnífico desayuno.

La salida de Malagón se convierte en un pequeño quebradero de cabeza. Seguimos las indicaciones de la Ruta del Quijote, pero cuando nos damos cuenta de que estamos siguiendo hacia Fuente Caballero. Deshacemos lo pedaleado y, tras algunas dudas, conseguimos localizar la salida correcta. tras algunos cientos de metros de asfalto por la CR-P-7021 (en dirección hacia Los Quiles), nos separamos del asfalto por una pista ancha donde las indicaciones brillan por su ausencia. Es más bien nuestra orientación la que nos indica la dirección a seguir en las intersecciones.

Nos unimos al trazado del Camino Real de Andalucía, paralelos a las vías del AVE. El camino discurre cómodo evitando las ondulaciones que nos rodean siguiendo el punto bajo del ancho valle por el que discurre el arroyo del Tallar. Continuos carteles nos indican la proximidad de explotaciones agrícolas.

A la altura de la Casa de los Blases, tras cruzar una pequeña carretera, nos encontramos con una valla metálica y un mojón que nos indica el cambio de provincia. Estamos de nuevo en la provincia de Toledo. El mojón nos recuerda el poder de la poderosa Mesta durante siglos en España. En este punto nos separamos del cómodo camino para tomar el pedregoso y la poco marcada Cañada Real de Santa Quiteria.

Cañada Real de Santa Quiteria

Cañada Real de Santa Quiteria

Ahora vamos lentos. La tupida alfombra que decora el valle esconde traicioneras piedras. Nos resignamos a bajar el ritmo y nos centramos en disfrutar del paisaje. En algunos tramos perdemos de vista el trazado oculto tras la vegetación y arbustos alimentados por las aguas del arroyo de la Zarzuela. Por suerte el arroyo discurre escaso de agua y no presenta ningún problema para atravesarlo y compartir espacio.

A la altura de la Venta de la Zarzuela nos encontramos con una valla que interrumpe el trazado señalizado. Volvemos hacia atrás unos pocos metros para atravesar por el trazado original de la Cañada Real de Santa Quiteria. Este tramo, muy corto, presenta grandes bolos que nos obligan a echar el pie a tierra hasta enlazar de nuevo con la pista.

Un leve ascenso nos lleva hasta las vías del AVE. Tras un agradable descenso solo acompañados de silencio llegamos a las Casas del Emperador, donde confluye el Camino Real de la Plata. Entre casas cerradas, se alza lo que parece ser los restos de una torre defensiva, reconvertida en iglesia y prácticamente en ruinas.

Torre defensiva. Casas del Emperador

Torre defensiva. Casas del Emperador

Echamos un vistazo al devastado interior, donde han encontrado cobijo aves y gamberros. Tras unos minutos de exploración, ponemos rumbo a las cercanas Casas del Encinar, donde tomamos la minúscula carretera TO-7131-V. La carretera apenas pasa de ser una pista asfaltada y disfrutamos de algunos kilómetros cómodos.

Numerosas ventas pueblan las extensas tierras que se dibujan a nuestros costados. A la altura de la Casa del Travesado, dejamos el asfalto para reencontrarnos con los caminos. En la lejanía se alza el monte de La Calderina (1210 m). Son muchos los caminos que atraviesan estos campos, lo que nos obliga a ir atentos a las indicaciones que a veces se distancian hasta hacernos dudar de nuestra dirección.

Tras pasar la Venta de Enmedio, el camino se vuelve algo más esquivo. Para nuestra sorpresa nos encontramos con un refugio de la Ruta del Quijote. Vamos uniendo pistas a través de algún tramo poco ciclable y bastante cubierto, lo que dificulta el avance. Algún arbusto intenta quedarse con mis pedales y me toca emprender una leve lucha para deshacerme de su agarro. Son escasos metros, pero se hacen largos. Salimos a la antigua gravera del Esteposo con una buena colección de desvencijados edificios.

Porche del Estoposo

Porche del Estoposo

Cruzamos la solitaria carretera, alejado unos cien metros vemos un descansadero de la Ruta del Quijote. Nosotros seguimos. De nuevo algunos tramos poco ciclables y maleza. Al poco de unirnos a la dirección del arroyo de los Arroyuelos, nos juntamos con la etapa 5 de este tramo 8 (con el que compartiremos trazado hasta Consuegra). La pista se convierte en prácticamente una carretera. Pedregosa pero ancha y sin apenas desnivel, recorre la ladera de la Sierra del Reventón.

A las puertas de Consuegra perdemos las señales. Deshacemos el camino, volvemos hacia atrás, de nuevo retomamos el mismo camino, pero nada, las señales se han esfumado. Tras varios intentos, vemos una señal lejana, pero han arrasado el trazado con la maquinaria agrícola. Seguimos lo que nuestra intuición nos indica y retomamos la senda hacia Consuegra.

Llegamos a esta población por la zona sur. Una empinada cuesta me obliga a echar el pie a tierra durante todo el ascenso a Cerro Calderico. Estoy tentada de ignorar a los molinos, pero una mezcla de orgullo y de sensación de ruta inacabada me obliga a seguir caminando. Y por fin, llegamos a lo alto del Cerro Calderico. Aquí se reúne lo más genuino de Consuegra y de La Mancha: el espectacular castillo de la Muela; y once molinos que se alinean a lo largo del cordal.

Cerro Calderico. Consuegra

Cerro Calderico. Consuegra

Disfrutamos del paisaje unos minutos. Huimos de la horda de turistas que se agolpan en este emblemático cerro por el camino de Consuegra a Puerto Lápice. Nos enfrentamos al último tramo: la primera parte de la etapa 6. Dejamos Consuegra casi por el mismo sitio por el que llegamos para adentrarnos por los campos de cultivo. Los caminos ahora nos parecen un lujo, cómodos, anchos.

Una última sorpresa nos aguarda en este recorrido (más por inesperado): el pueblo abandonado de las Casas de los Corríos. Un conjunto de casas a los pies de unas modestas montañas donde se explotaron algunas minas hoy abandonadas: mina el Quijote y mina Fortuna. Dada nuestra afición a los despoblados, no podemos evitar dejar unos minutos nuestras cabalgaduras y adentrarnos entre los restos que permanecen en pie.

Casas de los Corríos.

Casas de los Corríos.

Tras recorrer las soledades de la caída de la tarde, retomamos nuestro camino. En apenas veinte minutos llegamos a la entrada de Puerto Lápice donde el antiguo puente romano, restaurado en engalanado, nos da la bienvenida.

Con la sensación de haber recorrido rincones injustamente olvidados (no nos hemos cruzado con ningún ciclista en todo el fin de semana), nos despedimos de esta tierra manchega y de sus pequeños tesoros.

Recorrido

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Información práctica

Bibliografía

  • Ruta de Don Quijote. Editorial El país Aguilar.

 

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