Montes Universales. Sierra de Zafrilla

Datos de la ruta

  • Zona: Montes Universales, Serranía de Cuenca, Sierra de Zafrilla.
  • Duración: 2 días.
  • Tipo de recorrido: circular.
  • Tipo de firme: combinación de pistas forestales en buen estado con carreteras secundarias y algún corto tramo de sendero en la entrada y salida desde la Laguna del Marquesado.

Descripción

Nos quedamos enamorados de estos pinares que se extienden al sur de los Montes Universales cuando realizamos la ruta de los Pinares de Rodeno y Sierra de Jabalón. Esa es la principal razón de que hayamos decidido regresar y adentrarnos en estas pistas solitarias.

Nos situamos allí donde se confunden los límites entre las provincias de Teruel y Cuenca, con el río Cabriel como eje vertebrador de esta ruta que parte por la mitad. Aquí los Montes Universales se ramifican en sierras de menor entidad como la Sierra de Valdemeca o la Sierra de Zafrilla. Tierras poco visitadas, surcadas por centenares de pistas que son un auténtico paraíso para aquellos que, como nosotros, huyen de las zonas más masificadas.

Si os gustan las pistas solitarias, los caminos sin desgastar, el silencio impuesto por la soledad de la naturaleza auténtica y no os asustan los desniveles, esta ruta os hará disfrutar como pocas.

Día 1. Laguna del Marquesado-Frías de Albarracín (53 km-1130 m)

Salimos de la localidad de la Laguna del Marquesado tras un café caliente. La carretera CM-2106, que circula paralela al río Mayor o de la Laguna, nos permite calentar sin mucho esfuerzo y alcanzar en pocos minutos la población de Huerta del Marquesado.

Tras cruzar el pueblo nos separamos del asfalto para descender hacia el cauce del arroyo de la Hoz. Nos sumergimos en los colores otoñales, nuestro avance se ve jalonado por el olor dulzón de las hojas caídas y la humedad del ambiente.

Arroyo de la Hoz

Arroyo de la Hoz

La pista se estrecha y termina desapareciendo sustituida por una estrecha senda pedregosa. Seguimos las indicaciones del PR-CU 38 (Sendero de los Arroyos). A los pocos metros el camino inicia una ascensión decidida que nos obliga a desmontar y empujar durante algunos cientos de metros hasta alcanzar la parte superior. Tras una fuerte pendiente inicial, el desnivel se suaviza y, aunque seguimos ganando algo de altura, podemos avanzar pedaleando en la mayor parte de los tramos.

PR-CU 38. Sendero de los Arroyos

PR-CU 38. Sendero de los Arroyos

En esta zona, más despejada de vegetación, avanzamos entre una zona de antiguas terrazas que inundan las zonas más llanas y aptas para el cultivo, pero que hace tiempo dejaron de ser productivas. La soledad es absoluta y el terreno se vuelve pedregoso y áspero, las sabinas y pinos colman nuestro horizonte.

Sin dejar las indicaciones de pequeño recorrido, enlazamos con una diminuta carretera que nos lleva entre cerros y arbustos hasta la carretera CM-2106. El asfalto nos acompaña hasta nuestra entrada en el pueblo de Valdemeca. Aquí nos reciben un grupo curioso de esculturas con representaciones de la vida tradicional en los pueblos.

Hacemos una breve parada y observo de reojo una pista que serpentea por la ladera de la montaña sin atreverme a decir en voz alta mis temores, pongo toda mi esperanza en otra pista que se queda más cerca del valle. Como era de esperar, nuestro camino se dirige hacia la parte más elevada. La pista, pedregosa e incómoda, se adentra por la rambla de la Margarita en la Serranía de Cuenca.

Descendemos hacia el barranco del Cubilejo por buena pista y rodeados de hermosas vistas de las montañas que se alzan al otro lado. Nos introducimos en los pliegues de este terreno abrupto y abandonado.

Barranco del Cubillejo

Barranco del Cubillejo

Los circuitos marcados por las inexistentes corrientes de agua son aprovechadas por las antiguas pistas para sortear y rodear las moles pétreas de las muelas que nos rodean. No descendemos de los 1400 metros, siempre nos mantenemos a una buena altitud, pero hay continuas subidas y  bajada que ponen a prueba las piernas.

Coronamos el collado de los Cachicanes (1645 m) para descender y coronar el siguiente, el collado de las Vigas (1642 m). No sentimos un alma, pero algunas construcciones nos recuerdan que estos parajes, hoy fantasmales, estuvieron habitados y fueron fértiles.

Casa del cura

Casa del cura

Somos dueños y señores de lo que nos rodea, solo compartimos propiedad con algunos corzos asustadizos que de vez en cuando nos observan curiosos. La mayor parte del tiempo soo se escucha el crujir de la tierra cuando nuestro peso la presiona. Son muchos kilómetros con la única compañía de los bosques, un silencio que se impone con fuerza. En algunos puntos la pista se pierde bajo las piedras que, con su caos, nos obligan a empujar de nuevo hasta salir del cauce del arroyo de la Nava.

Arroyo de la Nava

Arroyo de la Nava

Abandonamos las alturas, el descenso es vertiginoso por pistas en desuso. Ante nosotros se abre un inmenso valle ya en tierra de Teruel. En su lecho las Salinas de Valdetablado. Las instalaciones apenas recuerdan lo que fueron, se ha perdido el empedrado de la base de las balsas y las maderas que las delimitaban se pudren o sencillamente ya no existen (como curiosidad comentar que buscando información de las salinas por Internet encontré que dos guerrilleros, de nombres Ramón y Castor, fueron abatidos en estas salinas en el año 1948).

Oímos voces procedentes de la enorme casa que preside las salinas y nos acercamos. Un nutrido grupo está preparando la leña para calentar la noche en este valle recóndito. Les preguntamos por e camino a seguir y nos indican el camino más directo para llegar a Frías de Albarracín. Nos quedan catorce kilómetros y las sombras se extienden con rapidez.

Recorremos el amplio valle surcado por el arroyo de las Salinas. El ascenso es cómodo en los primeros kilómetros, para acentuarse en los últimos metros hasta alcanzar una altitud de 1640 m. En apenas un kilómetro enlazamos con la carretera A-1704 y dejamos atrás las soledades, para acercarnos a las sombras del atardecer.

Apenas nos detenemos, pero a los pocos metros vemos la indicación del nacimiento del Tajo y, por supuesto, nos acercamos. La imagen es desoladora, apenas un charco de agua indica el punto en el que nace uno de los ríos más caudalosos de la península. La imagen es triste y es muy representativa de este otoño sin agua de esta sequía que no parece tener fin.

Nacimiento del Tajo

Nacimiento del Tajo

Seguimos la carretera. La llegada de la noche nos obliga a encender frontales y luces traseras. Más por precaución que por otra razón, ya que la falta de luz apenas nos deja vislumbrar el paisaje, nos desviamos de la carretera principal para seguir el antiguo trazado. La carretera está en bastante buen estado y, tras un pequeño ascenso, encara una larga bajada que nos deja de nuevo en la carretera principal, frente a la indicación a la sima de Frías.

Estamos a punto de pasar de largo, pero la curiosidad puede más y nos desviamos 200 m hasta la sima de Frías. Aunque la oscuridad no nos deja apreciarla en su verdadera magnitud, antes nosotros intuimos, más que vemos, un inmenso hundimiento del terreno (tiene 80 m de diámetro y 60 de profundidad). Algunos árboles se agarran a la pendiente ante el vértigo de la verticalidad. Saco una foto, pero me temo que no se verá absolutamente nada.

Envueltos en la noche, recorremos los pocos kilómetros que nos restan hasta Frías de Albarracín donde llegamos adheridos de frío. Nada que no pueda arreglar una buena ducha de agua caliente y una copiosa cena.

Día 2. Frías de Albarracín-Laguna del Marquesado (68 km-1500 m)

Hace frío, pero el cielo está despejado y promete un día soleado de buenas temperaturas. Las primeras cuestas nos desatan de la somnolencia. Los primeros kilómetros transcurren por un asfalto viejo que acaricia sinuoso las laderas y deja atrás Frías de Albarracín.

Cuando superamos el collado nos absorbe el frío que recorre el sombrío bosque. Hacemos una parada en un claro del bosque donde aparece indicado el Pino Gordo, un magnífico ejemplar que, según indica el cartel, se libró de la tala por su majestuoso porte. El sol nos calienta algo para proseguir el recorrido por el valle sombrío recorrido por la Cañada Mediana.

Pino Gordo

Pino Gordo

Nos incorporamos a la carretera, una columna de todoterrenos nos ahúman . Me temo que son todo un ejército de cazadores. Nosotros vamos en sentido contrario, así que proseguimos nuestro recorrido. En las sombras de estrecho valle nos recibe una alfrombra blanca y un frío cortante, apenas siento las manos y los pies, aceleramos a la búsqueda de unos rayos de sol. Los encontramos en el margen del barranco del Masegar donde sitúa la antigua tejería de Moscardón que nos ofrece un espectáculo de colores otoñales.

Antigua tejería. Moscardón

Antigua tejería. Moscardón

Moscardón nos recibe sin celebraciones ni ruidos. Sus casas se asoman con descaro sobre el barranco del Recuenco. La mejora del firme de la carretera nos indica la cercanía de vías más pobladas. Por suerte nos desviamos por una pista asfaltada antes de poder comprobarlo. Nos adentramos en el monte pinar del Algarbe, en dirección al camping del mismo nombre. Pero ya hemos tenido bastante asfalto. Nos desviamos por una pista que discurre paralelo al ahora muerto río Molinares.

Vamos esquivando las poblaciones que, aunque quedan cerca de nuestro recorrido, no llegamos a oler. Durante unos kilómetros seguimos la Vereda Real de Moscardón, cuando nos desviamos de su trazado nos adentramos de nuevo en la soledad y en un silencio atronador.

Disfrutamos de la pista sin grandes sobresaltos. Alguna pequeña subida, alguna pequeña bajada y un llaneo cómodo que nos deja en la Masía de Hoyos Quemados. En este punto nos desviamos de la pista y, tras un fuerte desnivel, enganchamos con otra pista. Llaneamos y avanzamos con rapidez, a nuestra derecha dejamos las indicaciones de la Cueva de la Orbiga (hay cazadores y no tenemos ganas de discutir). Se trata de la cueva más larga de Teruel (con 2.800 m explorados).

Sin saber de dónde han salido ni en qué punto nos hemos unido a su trazado, nos encontramos con indicaciones de un sendero local: el SL-TE-14 (Senda Ojos del Cabriel). La seguimos hasta alcanzar el Mirador de los Ojos del Cabriel, con unas vistas espectaculares sobre el valle abierto por este caudaloso río.

Mirador de los Ojos del Cabriel

Mirador de los Ojos del Cabriel

Dudamos unos minutos si continuar por la pista hasta El Vallecillo o descender hasta el cauce del río Cabriel. Decidimos descender para ver los Ojos del Cabriel y no nos arrepentimos. Paralelo al río vemos las indicaciones del GR 10.1 y decidimos seguirlas. El sendero es estrecho, pero ciclable, y nos permite disfrutar de la melodía de las aguas del Cabriel y alguna cascada que rompe su discurrir tranquilo.

Nos unimos de nuevo al asfalto a dos kilómetros de El Vallecillo, para desviarnos apenas unos metros después por una pequeña carreterita que nos lleva hasta la cascada de San Pedro. Entre el ruido de las aguas se vislumbran los restos del canal de agua del antiguo Molino de San Pedro, del que apenas quedan resto. Un rincón idílico, si no fuera porque alguien ha decidido bombardear la belleza del lugar con una construcción (según parece son los restos de un proyecto de hotel rural) que se ha quedado abandonada. Casi se sienten las lágrimas del río por el sacrilegio, duele ver el destrozo del paisaje que suponen los restos ahora en proceso de ruina.

Cascada y Molino de San Pedro

Cascada y Molino de San Pedro

Dejamos atrás la cascada y nos acercamos al Barrio de San Pedro donde alcanzamos el punto más bajo de la jornada. Abandonamos el asfalto y, como no puede ser de otro modo, iniciamos el ascenso. Nos adentramos en las sinuosas tierras de la Sierra de Zafrilla. A la subida inicial le sigue la bajada hacia la Fuente del Berro, donde una construcción en estado ruinoso preside el amplio valle. Descendemos y nos unimos a la pista que discurre por la zona más baja del valle.

La alegría nos dura poco. Nos enfrentamos a una fuerte subida, muy pedregosa donde perder rueda supone tener que patear unos buenos metros. Como suele ser habitual me toco empujar un buen trecho la bicicleta. Cien metros de desnivel de piedra suelta y amplias vistas. Los últimos metros de subida, con menos pendiente, discurren por el lecho de lo que parece un arroyo. La ciclabilidad en este tramo dependerá de la pericia de cada uno. A nuestro alrededor densos pinares nos escoltan en nuestro recorrido.

Pista entre pinares

Pista entre pinares

Enlazamos con pistas más anchas y de buen firme que sinuosas recorren la Sierra de Zafrilla cubierta de un intenso olor a pino y naturaleza. Nos enfrentamos a la cuesta del Can que, a pesar de su fiero nombre, es una ascensión cómoda. Nos sorprende no ver a nadie, la soledad inmensa del lugar. Ni una bici, ni un senderista. Toda esta inmensidad para nuestro disfrute, qué fortuna la nuestra.

La pista sube recorriendo el angosto valle del arroyo de la Fuente hasta alcanzar el collado del Mojón (1630 m). La pista continua, ahora en ligero descenso, por el valle recorrido por el río Barranco del Mojón. Pasamos de un valle a otro, comunicamos soledades y bosques. El barranco nos lleva hasta una amplia explanada, Prado Redondo, donde un grupo de caballos huyen de nosotros con asombro.

Pistas en la Sierra de Zafrilla

Pistas en la Sierra de Zafrilla

Cambiamos de dirección en un giro de 180º para dirigirnos a la población de Zafrilla, que da nombre a esta desconocida sierra. Vemos carteles, me detengo a leer las indicaciones: ruta BTT de los serranillos. Llegamos a Zafrilla con las sombras extendiéndose por el valle y con el frío tomando cuerpo. Paramos unos minutos para calentarnos con un café. Salimos de la población por asfalto y una fuerte pendiente. Un primer collado nos hace suponer el final del ascenso, pero aún tenemos delante de nosotros una última subida de fuerte pendiente antes de iniciar el descenso.

Nos detenemos en una curva y volvemos a ver los carteles de la ruta BTT que indican a la Laguna del Marquesado. Presuponemos la ciclabilidad de la senda por la que se adentra siguiendo el barranco de la Laguna. A los pocos metros la senda se complica, piedras y escalones dificultan el avance. Me bajo de la bici y me resigno a disfrutar del atardecer a pie. El atardecer nos muestra una hermosa estampa de la Laguna del Marquesado, el penúltimo hito de este recorrido.

Laguna del Marquesado

Laguna del Marquesado

El último hito está marcado por nuestra llegada al punto de partida tras recorrer los últimos metros por asfalto. Hemos llegado, con los últimos rayos de sol, a la población que comparte nombre con este paraje: Laguna del Marquesado.

La zona nos ha dejado muy buenas sensaciones, parajes solitarios de belleza sobria, silenciosa. Lo que más nos ha sorprendido es la soledad de esta Sierra de Zafrilla que, si no la conocéis, bien merece una visita sosegada para oler su tierra y sentir el silencio de los numerosos caminos que la atraviesan.

Recorrido

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