Parque Natural del Alto Tajo y Señorío de Molina

Datos de la ruta

  • Zona: Parque Natural del Alto Tajo y Señorío de Molina.
  • Duración: 2 días.
  • Tipo de recorrido: circular.
  • Tipo de firme: combinación de pistas forestales en buen estado con carreteras secundarias. Corto tramo de carretera comarcal (más ancha y transitada) tras las pistas de salida de Molina de Aragón.

Descripción

Nos sumergimos en un marco incomparable, un cuadro muchas veces recorrido pero que siempre esconde entre sus bosques rincones desconocidos. Estamos en el Parque Natural del Alto Tajo dispuestos a disfrutar de este fin de semana soleado de otoño.

Nuestra ruta nos llevará a conocer una pequeña parte, siempre insuficiente, de este parque concurrido y desconocido a partes iguales. Sus 176.265 hectáreas esconden algunas de las hoces fluviales más impresionantes de Castilla-La Mancha.

Día 1. Torremocha del Pinar-Peralejos de las Truchas (83.5 km-1340 m)

Situamos nuestro punto de salida en el pueblo de Torremocha del Pinar. Una población situada a 1200 metros de altitud lo que marca los duros inviernos que deben soportar los pocos habitantes que se resisten al abandono. Nuestras pisadas retumban contra la soledad de las calles. El viento se retuerce por los recovecos de esta población maltratada por el vacío.

Las antiguas escuelas nos despiden y salimos a una pequeña carretera parcheada una y otra vez a lo largo del tiempo. Una ligera subida nos lleva hasta unas casas derruidas y nos proporciona una bonita panorámica de Torremocha del Pinar.

Extensos pinares delimitan el asfalto. La sombra bañada por el aroma de la resina hace de estos primeros kilómetros una auténtica delicia. A los pocos kilómetros abandonamos el asfalto, atravesando la carretera CM-2015, para tomar las pistas que se abren camino entre estos pinares. Seguimos, sin pretenderlo, unas indicaciones en las que leemos: Ruta geociclista por la comarca de Molina.

La soledad es absoluta. El silencio, solo roto por las copas de los pinos que susurran al compás del viento y algún trinar tímido, crea la ilusión de estar lejos de la civilización. La felicidad debe ser algo muy parecido a esto. Iniciamos el descenso hacia el río Gallo por pistas empinadas que acompañan al Barranco de Valdebuey en su retorcido descenso. Las vistas son amplias, espectaculares.

Barranco de Valdebuey

Barranco de Valdebuey

EL asfalto que recorre las profundidades del valle abierto por el río Gallo nos devuelve a la realidad. El paisaje sigue siendo espectacular pero algún coche a su paso afea las sensaciones. Decidimos mirar hacia arriba, inmensas paredes de color ocre nos rodean y las primera lluvia de otoño deja caer las hojas amarillentas. Incrustada en este estrecho paraje se encuentra el Santuario de Nuestra Señora de la Hoz (dice la leyenda que levantado en el lugar donde un pastor localizó una imagen de la virgen).

Santuario de Nuestra Señora de la Hoz

Santuario de Nuestra Señora de la Hoz

La carretera es cómoda y avanzamos a buen ritmo. De forma abrupta salimos al llano. Aquí el río Gallo discurre de manera sosegada. Dejamos a un lado la pequeña localidad de Ventosa para recorrer los siete kilómetros que nos separan del centro  económico de la región: Molina de Aragón. El Castillo de Molina de Aragón es la imagen más conocida de esta población de calles estrechas y coquetas iglesias. El castillo fue construido en época andalusí entre los siglos X-XI sobe los un antiguo castro celtibérico, convirtiéndose en el centro de un reino de taifa. Fue arrebatado a los andalusíes en el año 1129 por Alfonso I de Aragón.

Tras un buen desayuno, abandonamos Molina por la estrecha carretera que nos lleva a Castilnuevo. A nuestro pasos vemos señales del Camino de los Tratantes y del Camino del Cid. Un fuerte rampa pedregosa nos obliga a apretar y bajar piñón. Es una subida escalonada, con fuertes rampas seguidas de cortos llaneos. Aquí el paisaje es pobre y escaso, solo pequeños arbustos crecen entre las piedras. Tras varios kilómetros, nos encontramos el camino cortado por una puerta con candado. Intentamos bordear la finca, pero todos los caminos parecen perderse entre las encinas. Desde la loma del Sabinarejo decidimos descender hacia Tierzo.

Aquí de nuevo intentamos evitar la carretera, tomamos una pista que se va estrechando con cada metros que pasa. Nos adentramos en un barranco estrecho y angosto que en alguna época o momento está recorrido por el arroyo Salobre. Nos sorprende el sonido de los ciervos (estamos en plena berrea). Para nuestra sorpresa una valla nos corta el paso. Intentamos alguna otra pista que, de nuevo, nos lleva a caminos sin salida posible. Nos quedamos sin opciones y no nos queda otra posibilidad que tomar la pista hacia Tierzo.

Barranco del arroyo del Salobre

Barranco del arroyo del Salobre

En Tierzo nos reencontramos con las indicaciones del Camino del Cid y las seguimos, por pista, hasta Salinas de Armallá. En el descenso, en la parte alta, pasamos junto a un gran número de restos que parecen formar un antiguo núcleo de casas. Desde sus ruinas se tiene una buena panorámica de las salinas a nuestros pies. El lugar, en la Vega de Arias en el curso del río Bullones, remonta su existencia a época celtíbera y romana, aunque parece que fueron los árabes los que comenzaron la explotación directa de la sal.

Descenso a Salinas de Armallá

Descenso a Salinas de Armallá

En Salinas de Armallá nos unimos a la amplia carretera CM-2106 que no dejaremos en unos cuantos kilómetros. Atravesamos Terzaga y poco después nos desviamos para tomar carreteras  más estrechas y menos transitadas, tomando la CM-2111 siguiendo el curso del río Bullones. El primer pueblo que nos encontramos es Pinilla de Molina, a partir de aquí la pendiente se acentúa hasta alcanzar un pequeño collado a unos 1360 m.

Después de toda subida viene una buena bajada, decidimos hacerla por el antiguo trazado de la carretera dejando Megina en la lejanía. Nos fusionamos de nuevo con el trazado de la CM-2111 y, de nuevo, volvemos a ascender ganando los metros perdidos. Se palpa en el ambiente que nos adentramos en zona más montañosa, no solo por las subidas y bajadas. Los pinares nos vuelven a rodear y se vuelven más espesos a medida que avanzamos.

Tras el Collado de Checa (1435 m) iniciamos un fuerte descenso hacia el valle del río Cabrillas. Un cartel nos anuncia que nos adentramos en el Parque Natural del Alto Tajo. De manera definitiva abandonamos los grandes caminos asfaltados para tomar la carretera GU-960. Escondida entra grandes moles de arenisca rojiza y en una hermosa simbiosis con el entorno que le rodea, nos encontramos con la localidad de Chequilla.

Entrada a la poblacion de Chequilla

Entrada a la poblacion de Chequilla

Apenas se observa vida en esta localidad donde residen apenas una veintena de personas. Dejamos sus calles y su entorno rojizo por lo que pensábamos que era una pista y ha resultado estar asfaltada. Iniciamos un ascenso duro, con algún corto tramo de bajada que apenas sirve para aliviar el esfuerzo.

Al tomar el barranco de Valdelosa nos enfrentamos a los tramos más duros. Después de tantos kilómetros las piernas queman y tengo que hacer numerosas paradas para poder enfrentarme a la ascensión. Al alcanzar las Torcas de Juan Ranas (1550 m) la pendiente se suaviza de manera notable y hacemos una pequeña parada para acercarnos a una de las torcas que parecen dar nombre a este paraje. Una valla de madera delimita lo que parece un profunda sima cuyas oscuridades no invitan a acercarse.

Torcas de Juan Ranas

Torcas de Juan Ranas

En algún momento nos hemos unido a la señales del siempre omnipresente GR-10 y, junto a las señales blanquirojas, iniciamos el descenso hasta la carretera CM-2106. El asfalto parcheado y en mal estado nos deja en la conocida población de Peralejos de las Truchas donde ponemos punto final a la jornada.

Día 2. Peralejos de las Truchas-Torremocha del Pinar (80 km-1550 m)

El día amanece radiante, el cielo aparece limpio, ninguna nube rompe la monotonía de su color azul. Dejamos Peralejos de las Truchas siguiendo la carretera CM-2106, en apenas dos kilómetros nos encontramos con el gran protagonista de este recorrido: el río Tajo.

En el Puente Martinete, que salva las aguas de este gran río en su curso alto, nos desviamos siguiendo las indicaciones del GR-10 y del Camino Natural del Tajo, para adentrarnos en los parajes más espectaculares del Parque Natural del Alto Tajo. La pista es de muy buen firme y desde el primer momento nos deja impresionados de los paisajes extraordinarios que nos rodean: pinares extensos, hermosos bosques de ribera a nuestros pies, profundos barrancos y las sonoras aguas del río Tajo.

Parque Natural del Alto Tajo

Parque Natural del Alto Tajo

Las pista nos permite bordear numerosos cerros y salvar barrancos. Son muchas las duras subidas y muchas las siempre cortas bajadas, pero el paisaje bien merece el esfuerzo. Nuestra mirada se ahoga ante la explosión de la naturaleza que nos aborda en cada metro y tras cada curva. Antes de cambiar de vertiente nos acercamos hasta la Laguna de Taravilla. Una laguna formada a causa del represamiento de una surgencia cárstica.

Laguna de Taravilla

Laguna de Taravilla

Abandonamos el GR-10 para seguir las indicaciones del Camino Natural del Tajo que cruza sus aguas transparentes gracias a un moderno puente. Una estrecha senda, con algún tramo no ciclable, nos permite retomar las anchas pistas que discurren al margen contrarío del río Tajo. Enlazamos en las Casas de Poveda a escasos metros del sendero que se desvía para hacia el Salto de Poveda.

Decidimos no desviarnos (puesto que ya hemos visitado este maravilloso rincón en varias ocasiones) y seguimos disfrutando de las magníficas pistas que nos llevan hasta el asfalto. Pero solo lo seguimos el espacio necesario para reenganchar las pistas que acompañan al Tajo en su baile sinuoso.

Cauce del río Tajo

Cauce del río Tajo

Los pinares se mezclan con esbeltos árboles que crecen a la ribera del río Tajo, su aguas a ratos rugen y a ratos se remansan en inmensas pozas de aguas cristalinas. El camino es variado, pequeñas subidas alternadas con pequeñas bajadas que van acumulando metros de desnivel en las piernas. La naturaleza nos rodea, nos desborda, y en medio de tanto verdor de vez en cuando aparece la mano del hombre en forma de antiguos pasos que permitieron la comunicación entre las poblaciones. Así aparece ante nosotros el puente de Peñalén en el paso que comunicaba la población homónima con Baños de Tajo. La pista se abre camino resquebrajando las rocas, la pista aparece rodeada de inmensas moles de caliza donde se moldean formas imposibles.

Los estrechos. Parque Natural del Alto Tajo

Los estrechos. Parque Natural del Alto Tajo

Son varias las áreas recreativas que pasamos en nuestro recorrido (actualmente está prohibida la acampada), lugares ideales y extrañamente solitarios a pesar de ser fin de semana, donde hacer una parada. Son muchos los kilómetros que recorremos por estas pistas y muchos los rincones dignos de una parada para respirar los aromas de este paisaje soberbio.

Nuestras ruedas nos llevan hasta la carretera CM-2015 donde el Puente de San Pedro nos posibilita, por última vez, atravesar las aguas del río Tajo. Nos despedimos del cauce, nos separamos de las hoces y los barrancos. Y para ello no hay otra posibilidad más que ascender. Una pista asfaltada abandona la carretera y asciende por la ladera de los montes que nos rodean. En algunos tramos la pendiente se hace dura, pero las vistas sobre los barrancos que acabamos de recorrer son magníficas. A medida que ganamos altura los pinos ceden espacio a las sabinas.

La dura subida nos lleva hasta el pueblo de Villar de Cobeta. Algún ruido se oye entre sus calles, pero no vemos a nadie. Decidimos improvisar respecto al itinerario previsto y seguimos las indicaciones que a la entrada del pueblo indican Cobeta, nuestro próximo destino, por una pista bien marcada. Ascendemos suavemente entre girasoles algo marchitos.

Camino a Cobeta

Camino a Cobeta

Cuando nos queremos dar cuenta hemos rodeado el Cerro del Santo y nos encontramos a escasos metros del pueblo de nuevo (hay una pista que nos hubiera llevado directos al mismo punto), aún así merece la pena perderse un poco por estos caminos solitarios.

Enlazamos con una buena pista donde volvemos a ver la indicación de Cobeta. La pista recorre entre pinos la ladera de los pequeños cerros que se alzan sobre nuestras cabezas. Nos adentramos en un terreno abrupto, sin grades alturas pero con continuos desniveles marcados por los pequeños barrancos que surcan esta tierra. Conectamos con una pista enorme que parece reciente, ni tan siquiera viene en el mapa. La pendiente se agudiza. La ruedas se clavan en el firme blando y arenoso. Sufrimos hasta alcanzar la vega del arroyo Estercolar.

Cuando salimos a terreno más llano y sobrepasar la Ermita de San Antonio, vemos en lo alto el torreón que preside Cobeta. Una última subida nos lleva hasta este pueblo donde hacemos una parada después de muchos kilómetros sin atravesar ninguna población. Salimos por la parte alta del pueblo, por el estrecho asfalto del antiguo Camino de Molina, hoy la carretera GU-951. El asfalto nos acompañará en nuestro descenso hacia las aguas del río Arandilla y nos deposita en el desvío hacia la Ermita de la Virgen de Montesinos. A lo largo de barranco del río Arandilla vemos algunas indicaciones de la georuta 3 que finaliza en la ermita.

Mientras nos acercamos a este rincón antiguos recuerdos me vienen a la memoria. Por este lugar pasamos cuando hicimos el Camino del Cid y aquí, sentado ante la puerta de esta ermita, se encontraba el hombre que la guardaba. No es poca la pena que nos asalta cuando encontramos una placa en el lateral de la entrada a la ermita que indica que ese hombre (cuyo nombre es Francisco Checa), que escribía poesías a la virgen y cuidaba de este lugar, murió en el año 2014.

Ermita de la Virgen de Montesinos

Ermita de la Virgen de Montesinos

Salir del hoyo en el que se encuentra la ermita no es tarea sencilla. Una pista empinada y muy arenosa nos aleja del río Arandilla, pero sufriendo. La arena parece agarrar con fuerza las bicis, avanzar se hace casi imposible y los mosquitos rabiosos a esta hora de la tarde nos atacan sin piedad. Un pequeño collado a unos 1250 m marca el final de la arena y el inicio de caminos más amables, aunque no menos empinados.

Un último collado a unos 1300 m delimita el final del bosque y la proximidad del final de la ruta. Un último tramo de envejecido asfalto nos lleva a las calles de Torremocha del Pinar y al final de un fin de semana intenso.

Recorrido

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