Circular al macizo oriental de Gredos

Datos de la ruta

  • Zona: Sierra de Gredos, Valle de Iruelas.
  • Duración: 3 días.
  • Tipo de recorrido: circular.
  • Tipo de firme: hay de todo, pistas, algo de carreteras secundarias y bastantes tramos de senda. hay que contar algunos kilómetros de ciclabilidad limitada que dependerá de los fuerte que estemos (tramos de pendientes importantes), y algunos tramos de ciclabilidad nula donde no nos quedará más remedio que empujar (he intentado indicar los puntos más conflictivos en la descripción). Ruta muy dura en cuanto al firme y desnivel a salvar.

Descripción

Esta ruta, dura y exigente, da la vuelta al macizo oriental de la Sierra de Gredos en tres días. El trazado se ha realizado sobre la ruta propuesta en la página de Transgredos y que aparece como Transgredos clásica (dentro de esta página hay otras interesantes propuestas). Aunque hemos intentado ser fieles al trazado original propuesto en la página hemos optando por algunas variantes en ciertos puntos, ya fuera por la ciclabilidad o porque lo hemos visto más lógico.

En todo caso nos encontramos ante una ruta espectacular, de paisajes soberbios y con desniveles importantes. La primavera es un momento ideal para recorrerla. Los piornos en flor y la humedad de las lluvias recientes amenizan la dureza del recorrido.

Día 1. San Martín de Valdeiglesias-Lanzahíta (70 km-800 m)

Situamos el punto de inicio de esta ruta en la localidad madrileña de San Martín de Valdeiglesias, en las estribaciones de la Sierra de Gredos. Dejamos esta población coincidiendo, por unos breves kilómteros, con señales del GR 239 (Camino de Santiago de levante). Seguimos una pista que aprovecha el trazado de una antiguo ferrocarril, vestigios de ello son las trincheras que nos permiten el paso.

Trazado del tren

Trazado del tren

Sin apenas rozar el asfalto, lo poco que probamos es debido a la práctica desaparición de una pista devorada por la vegetación, atravesamos la C-501 poco después de abandonar la Comunidad de Madrid y penetrar en la provincia de Ávila. Nos zambullimos entre urbanizaciones para enlazar con la Cañada Real Leonesa Oriental. De nuevo nos guían las indicaciones de un Sendero de Gran Recorrido, en este caso las del GR 180 (Valle del Tiétar) que seguiremos a tramos.

Las pistas se pierden entre la hierba y los humedales creados por el Arroyo de la Avellaneda. Avanzamos con esfuerzo, a pesar de que apenas tenemos desnivel. Un verde rabioso nos rodea. Una pequeña pendiente nos permite dejar atrás los barrizales para enlazar con la carretera en el alto de Puerto Real (781 m). De nuevo estamos en la Comunidad de Madrid en ese juego sinuoso que se traen las fronteras provinciales.

Cañada Real Leonesa Oriental

Cañada Real Leonesa Oriental

Tras unos pocos cientos de metros de carretera, nos desviamos por pistas. A los pocos metros nos despedimos definitivamente de la Cañada Real Leonesa Oriental, que sigue por otros derroteros. Nosotros entramos en la localidad de Sotillo de Adrada combinando algún tramo de estrecho asfalto con pistas. Atravesamos la localidad sin apenas detenernos para bordear el Cerro Pinosa (797 m) y conectar con la cercana localidad de La Adrada, donde nos recibe la silueta del Castillo de La Adrada (s. XIV-XV).

Tras contemplar la regia planta de la fortificación de La Adrada, nos adentramos en el Valle del Tiétar. El camino busca los pasos entre las fincas, antiguos senderos casi perdidos bajo la vegetación. Las piedras que delimitan los antiguos campos de labor determinan nuestro avance esforzado y lento, como corresponde a este paisaje.

Senda entre fincas

Senda entre fincas

El camino, a veces pista a tramos senda, serpentea entre el aroma de los pinos. Continuos toboganes de tierra nos permiten sortear las irregularidades del boscoso terreno. La primavera reflejada en el cauce del Tiétar convierte este tramo en un viaje a lugares mágicos.

Llegamos a la zona conocida como Las Juntas donde, acorde con el nombre, se juntan las aguas del río Tiétar con su tributario río Escorial o Garganta de veldetejo. La pista que seguimos se introduce en las aguas del río para continuar en la ribera contraria. Ante la inexistencia de puente, no nos queda más remedio que mojarnos hasta las rodillas.

 Río Escorial

Río Escorial

Tras el remojón, continuamos por la pista que discurre a los pies del Cerro del Ortigal. Un denso olor a jaras y pino nos envuelve, ante nosotros amplias praderas y un camino bien marcado. Pero nuestras rodadas se desvían hacia pistas menos transitadas. Al fondo se imponen las curvas de las alturas de la Sierra de Gredos.

Las pistas nos llevan paralelos al cauce del río Tiétar. El track se desvía hacia su cauce y nos encontramos en un sendero sin salida evidente, si no queremos empujar (estos tramos está borrado en la ruta). Decidimos deshacer parte del camino y tomar una pista que nos lleva hasta la CM-5006, tras traspasar la línea imaginaria que separa la provincia de Ávila y Toledo.

Nos desviamos para conocer el puente medieval de un solo arco sobre el río Tiétar (en algún sitio he leído que es romano). Una contrucción de ladrillo en ruinas sobre el puente afea lo que es una hermosa postal.

Puente medieval sobre el río Tiétar

Puente medieval sobre el río Tiétar

Aquí intentamos enlazar de nuevo con el track. Apenas avanzamos unas decenas de metros, decidimos regresar ya que no parece que el tramo sea muy ciclable. Seguimos por carretera y lo volvemos a intentar de nuevo poco después con idéntico resultado. Hacemos casi cuatro kilómetros de fuerte desnivel hasta tomar una pista que nos lleva a la localidad toledana de Iglesuela.

Nos dirigimos de forma decidida hacia el cauce del Tiétar. Nos sorprende un cauce crecido por las lluvias recientes y una pista que se pierde bajo las aguas. Sin ningún puente cercano nos zambullimos en las aguas frías y límpidas. Numerosas ranas saltan a nuestro alrededor cuando perciben nuestra amenazadora presencia.

Río Tiétar. Cumbres de Gredos al fondo

Río Tiétar. Cumbres de Gredos al fondo

Tras este pequeño obstáculo, el firme de la pista mejora de manera sustancial. Avanzamos deprisa, disfrutando de la soledad y el paisaje. Hasta que una mole ladradora rompe la paz. Al fondo un rebaño de ovejas y de frente seis…no siete…no ocho perros de considerables dimensiones ladrando y gruñendo. Frenamos y dudamos si darnos media vuelta y buscar otra alternativa, pero no nos apetece mucho mojarnos de nuevo. Paramos y esperamos. Nos vemos rodeados de una jauría perruna que se va desinflando a medida que se acercan. Nos empezamos a mover, algunos perros nos siguen, nos ladran y nos gruñen, pero no pasan de representar su papel de buenos guardianes.

A los pocos kilómetros vemos asomar un edificio entre la maleza. Nos acercamos y vemos las ruinas de una iglesia. Es el poblado medieval de Las Torres. Abandonado en el siglo XVIII, apenas se conservan los cimientos de algunas de sus casas y los restos de la Iglesia-fortaleza construida a finales del s XIII. Desde su ubicación percibimos el ruido de las aguas que discurren por la Garganta de las Torres.

Iglesia-fortaleza del despoblado de Las Torres

Iglesia-fortaleza del despoblado de Las Torres

Descendemos entre fincas ganaderas hasta atravesar la carretera AV-922. Ante una cerca cerrada decidimos desviarnos a la CL-501. Circulamos apenas un kilómetro para enlzar de nuevo con el recorrido por el Camino Bajo del Robledoso. Abrimos algún paso para ganado y nos adentramos en amplias dehesas. La pista se pierde y el agua lo encharca todo. Lo que debería ser fácil se convierte en un problema. Al atravesar los pequeños arroyos, nos hundimos en una masa oscura y pestilente. En algunos tramos no tenemos más remedio que empujar para salir de la ponzoña densa.

Con las piernas llenas de barro y cansados, llegamos a la población de Lanzahíta. A partir de aquí empieza lo duro de verdad.

Día 2. Lanzahíta-Hoyocasero (55 km-1900 m)

Salimos de Lanzahíta atravesando el puente medieval que salva la Garganta de la Eliza. En algún sitio he leído que es romano, pero sinceramente por su construcción no lo parece. Ora cosa es que esté construido sobre algún puente previo, ya que hay vestigios de ocupación temprana en la zona. También nos vemos acompañados por las indicaciones del GR-180.

No hemos recorrido ni cincuenta metros cuando nos sorprende una fuerte subida por una calzada empedrada. En un par de pedaladas nos damos cuenta de que es imposible subir montados, así que empujamos las bicicletas.

Calzada. Salida de Lanzahíta

Calzada. Salida de Lanzahíta

Con paciencia nos encaramamos a las faldas del Abantera, siguiendo las numerosas pistas forestales que lo recorren. Nos adentramos de forma decidida en los pliegues de la Sierra de Gredos. Huele a montaña, un aroma intenso a jara y tomillo envuelve la soledad que nos rodea. Algunos tramos tienen pendientes considerables pero, en general, a excepción de los metros iniciales, son pistas con buen firme y excelentes vistas. Un frondoso pinar nos regala algo de sombra y disfrutamos del recorrido hasta el Puerto de la Reina (717 m).

Aquí nos encontramos con un monumento erigido en recuerdo de cinco víctimas de la Guerra Civil. Se hace extraño y doloroso ver en medio de tanta belleza una muestra del sufrimiento de una época, de toda una generación. Desde el Puerto de la Reina tomamos una carretera forestal que con deficiente asfalto nos permite disfrutar de una buena bajada hasta casi Santa Cruz del Valle.

Carretera forestal

Carretera forestal

Combinando algunos metros de carretera con el trazado del antiguo asfalto descendemos hasta las aguas del Arroyo Prado Latorre. La Cañada occidental leonesa nos deja a los pies de Mombeltrán a la que llegamos tras una dura, pero corta, subida por cemento. Sobre nuestras cabezas se alza el Castillo de los Duques de Alburquerque, una magnífica fortaleza de mediados del siglo XV que, aún hoy, ha estado siempre vinculado a los duques de Alburquerque.

Tras una breve parada nos enfrentamos a la parte más temida del recorrido. Salimos de Mombeltrán por la parte alta del pueblo. Seguimos caminos cementado de pendiente creciente hasta que, para mí, se hace imposible seguir dando pedales. Hasta empujando la bici me duelen los gemelos. Cuando pensamos haber superado lo más duro, el recorrido se desvía por una pequeña senda que coincide con el trazado de un Sendero de Pequeño Recorrido, el PR AV 49 (Senda de las Cinco Villas). La ciclabilidad en este tramo es bastante limitada.

PR AV 49. Senda de las Cinco Villas

PR AV 49. Senda de las Cinco Villas

Cogemos algunos tramos de pista para abandonarlos a los pocos metros por sendas poco fiables y en continua subida. Este tramo es duro, muy duro (después de haberlo sufrido pensamos que quizá es mejor buscar una opción más ciclable ya que hay pistas al otro lado del valle que asciende de forma más gradual por lo que parece un mejor firme). Tras recorrer el estrecho barranco formado por el río del Herradero, salimos a una pista en buenas condiciones que nos lleva hasta la localidad de Cuevas del Valle.

Este bonito pueblo, asentado a los pies de la Sierra de Gredos, tiene hermosas calles empedradas y casas que encierran tras sus ventanas la tradición. Entre sus empinadas calles, asoman las moles grisáceas del Torozo y la Albujea. Granito que esconde entre sus fisuras mil historias de escalada y montaña. También marca el punto de referencia y de inicio para ascender hasta el Puerto del Pico.

Cuevas del Valle. El Torozo y Albujea

Cuevas del Valle. El Torozo y Albujea

Iniciamos el ascenso siguiendo el trazado de la Calzada Romana, que coincide con la Cañada Real Leonesa Occidental. Son casi cinco kilómetros de enlosado con una pendiente más que apreciable. Desde siempre constituye una vía de comunicación de vital importancia para superar las grandes alturas de la Sierra de Gredos.

El estado de conservación es excepcional y, aunque a uno le quedan las ganas de caminar por donde tantas generaciones caminaron, la dificultad del ascenso por esta vía nos lleva a tomar a N-502. El asfalto nos brinda un ascenso más gradual y cómodo, aunque para ello tengamos que renunciar a la belleza de las vías tradicionales. Una larguísima subida que se entrecruza con la calzada que hemos desechado y por la que ascienden las indicaciones del GR 293 (A vueltas con Gredos)

Calzada romana. Puerto del Pico

Calzada romana. Puerto del Pico

Nuestra llegada al Puerto del Pico (1391 m), celebrada por un grupo de moteros, no supone el final de nuestro ascenso. Miro con deseo la nacional y su descenso, mientras nos desviamos por una pista que sigue el Cordel de ganados de Piedrahita al Puerto del Pico. La pista es pedregosa y pendiente suave. Ganamos altura de forma lenta.

Ganamos altura de forma progresiva, tengo la sensación de llevar subiendo desde esta mañana. Flirteamos con los altos riscos de Gredos que se elevan a nuestra izquierda superando los 1900 metros de altitud. Pequeños cursos de agua desciende por las laderas alimentando las amplias praderas y alegrándonos la tarde: río del Pinar, arroyo de Garganta Honda, arroyo de Peñanegrita.

Arroyos. Cordel

Arroyos. Cordel

Alcanzamos los 1500 metros antes de iniciar el descenso guiados por las marcas del GR. Las aguas de todos los arroyos nacidos en las alturas confluyen en el Arroyo del Pinar formando espectaculares saltos de agua en su enérgico discurrir hacia la Garganta de Navarenas. A medida que descendemos el calor aumenta y el olor de los piornos en flor se hace intenso, pegajoso, penetrante. Brochazos amarillentos que decoran las praderas conformando una escenificación casi irreal.

Arroyo del Pinar

Arroyo del Pinar

Impulsados por esta increíble puesta en escena, descendemos hasta la localidad de San Martín del Pimpollar. Un fabuloso puente nos permite salvar las aguas de la  Garganta de Navarenas.

Puente sobre la Garganta de Navarenas

Puente sobre la Garganta de Navarenas

Al salir de la localidad tomamos el Camino de la cuerda de la Concha, una pista que se adentra en un coro de caza. Tras subir una pequeña loma, la pista finaliza sin que veamos rastro de continuidad. Dudamos e intentamos una alternativa que resulta ser peor opción que la original. Perdemos un tiempo precioso en idas y venidas. Decidimos descender campo a través por un estrecho sendero, de nuevo a empujones con nuestras monturas. Es un tramo muy corto que nos deja en las amplias praderas bañadas por el arroyo de la Avecedilla.

Aquí nuevas dudas. la pista que debería estar, no está. Tras algunos minutos de duda optamos por la improvisación. Cogemos una pista muy evidente al otro lado del arroyo, Tras un fuerte descenso por terreno pedregoso salimos a escasos metros de Venta del Obispo.

La subida hasta Hoyocasero lo realizamo por una carretera secundaria de pendiente suave que nos regala una bonitas y lejanas vistas del Macizo Central de Gredos, aún nevado.

Hoyocasero-San Martín de Valdeiglesias (77 km-1000 m)

A la salida de Hoyocasero nos desviamos por pistas que se abren paso entre muros que hoy no parecen tener ninguna finalidad. Nos adentramos en un relieve sinuoso de pendientes cortas y pequeños núcleos de pinos. En las partes más elevadas el horizonte se despeja y el olor de la lavanda nos embriaga con sus tonos morados. En el horizonte las fabulosas cumbres del Macizo Oriental de Gredos a nuestra izquierda, en la lejanía, a nuestra derecha, nuestra querida Siera de la Paramera con sus modestas cumbres (esta sierra la descubrimos en nuestro viaje del Sistema Central).

Ahora navegamos acompañados de las aguas del río Alberche cuyas aguas cruzamos gracias a un precioso puente medieval. Paralelos a las cantarinas aguas, bordeamos a media ladera dos pequeñas montañas. Primero seguimos una pista con buen firme con unas vistas grandiosas hacia el barranco por el que discurren las tempestuosas aguas del río Alberche entre moles graníticas.

Río Alberche

Río Alberche

Posteriormente nos adentrarnos por un estrecha senda que nos obliga en algunos puntos a echar el pie a tierra. Avanzamos despacio y nos deleitamos con los colores y olores de la primavera. Los arbustos nos rodean de nuevo con sus pequeñas flores blancas, moradas y amarillas.

El sendero inicia un pequeño giro, se aleja de las aguas del Alberche para tomar como compañía las más tranquilas aguas del arroyo de la Gargantilla. Los arbustos dan paso a un fresco robledal. Los pequeños insectos nos asedian. Nuestro avance es lento, pero disfrutamos de este tramo asombrados por un paisaje intimidatorio. Nos prometemos volver para pasear con una mochila a la espalda por estos senderos.

Sendero. Arroyo de la Gargantilla

Sendero. Arroyo de la Gargantilla

Aún impresionados, entramos en el pueblo de Navarrevisca. Ascendemos unos pocos kilómetros por carretera para iniciar a continuación un vertiginoso descenso que nos lleva, sin apenas dar pedales, hasta la localidad de Burgohondo.

Dejamos atrás la localidad por pistas muy ciclables y cómodas. Encontramos señales de GR, esta vez se trata del GR 294 (Sendero de los Bosques Mágicos), también aparecen señales de rutas de BTT. Hemos descendido varios cientos de metros, el calor es más intenso y las amapolas decoran los laterales del camino al calor del lacerante sol. Sin ninguna complicación, más allá del cansancio acumulado del día anterior, llegamos a Navaluenga.

Proseguimos por pista hasta llegar a la lengua del Embalse del Burguillo. Se trata del embalse más antiguo de España inaugurado en 1913. bajo sus aguas reposa el pueblo que se situaba en las profundidades de este valle y algunos puentes que ayudaban a salvar las aguas del río Alberche, que hoy alimenta a este embalse.

Una senda de ciclabilidad limitada nos permite bordear por su margen derecho el inmenso embalse. Nos adentramos en la  Reserva Natural del Valle de Iruelas. En algunos tramos avanzamos por lo que parece una antigua calzada empedrada.

Senda. Embalse del Burguillo

Senda. Embalse del Burguillo

La progresión se hace complicada hasta alcanzar las primeras casas dispersas en las pendientes, donde la senda se convierte en pista. De forma progresiva, el firme de la pista mejora, los cortos ascensos son más llevaderos. En el margen de la pista nos encontramos con las ruinas de una vivienda, la denominada Casa del Barquero. Solo un par de kilómetros nos separan de las calles de la La Rinconada.

Fuertes pendientes nos separan de las aguas del embalse. Tomamos la diminuta carretera AV-P-418, una brecha en la belleza del Valle de Iruelas, que permite bordear las aguas del embalse.

Valle de Iruelas

Valle de Iruelas

Sin dejar el asfalto, bordeamos el embalse hasta llegar a la presa que retiene las aguas del río Alberche. Desde aquí nuestras ruedas nos llevan, por el firme de la N-403a, hasta El Tiemblo.

Dejamos la localidad por caminos de pendientes muy pronunciadas (seguramente existe alguna alternativa menos dura) para incorporarnos a las pistas que discurren por las fincas establecidas a la humedad de la vega del río Alberche. El calor es intenso y la vegetación ha perdido parte de su esplendor verdoso para adoptar tonos ocres que recuerdan las pocas lluvias caídas durante el invierno.

Salida de El Tiemblo

Salida de El Tiemblo

Nos reencontramos con la Cañada Oriental Leonesa y con las marcas amarillas del Camino de Santiago de Levante, San Martín de Valdeiglesias está cerca. La senda serpentea entre prados, encinas y pequeñas moles pedregosas hasta desembocar en una zona embarrada. Buscamos la alternativa más cómoda y que menos barro suponga, pero está difícil. Sorteamos el fango como podemos.

Cañada Oriental Leonesa

Cañada Oriental Leonesa

Nos salimos de la Cañada Oriental Leonesa al cruzarnos con la carretera AV-502 y avanzamos por asfalto hasta la nacional por la que cruzamos la línea divisoria entre Ávila y Madrid. Hay demasiado tráfico. Abandonamos esta vía transitada y peligrosa para hacer los últimos kilómetros por pista hasta enlazar, en los últimos kilómetros, con el antiguo trazado del ferrocarril por el que entramos en San Martín de Valdeiglesias.

En esta localidad nos despedimos de la Sierra de Gredos y de esta ruta por el Macizo Oriental de Gredos que nos ha deparado tan grandiosos paisajes y tan duro recorrido.

Recorrido

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Infomación práctica

  • Como hemos comentado para la realización de esta ruta hemos tomado como base el recorrido descrito en la página de Transgredos y que aparece como Transgredos clásica. Hemos realizado algunas variantes para superar algunos tramos de poca ciclabilidad y donde hemos visto opciones, en otros casos no ha sido posible, por lo que hay que contar con tramos de senderos y poco ciclables (en algunos casos hay que empujar).
  • A lo largo del recorrido hemos coincidido en algunos tramos con los siguientes Senderos de Gran Recorrido: GR 180 (Valle del Tiétar), GR 239 (CAmino de Santiago de Levante), GR 293 (A vueltas con Gredos) y GR 294 (Senda de los bosques mágicos).
  • Información sobre el despoblado medieval de Las Torres: http://www.gavilanes.es/lavega.htm

Bibliografía

  • Información sobre el GR 180 (Valle del Tiétar) en: Grandes espacios nº 198.

 

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