Datos de la ruta:
- Zona: Parque Natural de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre-Montaña palentina. Vega de Liébana.
- Duración: 2 días.
- Tipo de recorrido: circular.
- Tipo de firme: hay de todo, pistas, asfalto y senda. Ruta exigente ciclable en general pero con fuertes pendientes en los tramos de pista. Tramos no ciclables en la subida a los Puertos de Riofrío.
Descripción:
Huyendo del insoportable calor, nos acercamos a la montaña palentina, concretamente al entorno del Parque Natural de Fuentes Carrionas. Entre sus pliegues, numerosas pistas, solitarias y pedregosas, corretean por las faldas de montañas legendarias como el Espigüete (2451 m) o Peña Prieta (2539 m). Entre todos ellos destaca la figura oscura de la mayor altura de Palencia: el Curavacas (2524)
Fuentes Carrionas es lugar con infinitas posibilidades para los amantes de la montaña donde, además de las cumbres más conocidas, se pueden realizar impresionantes recorridos hasta cumbre más modestas, pero no menos espectaculares. Este es el caso de la ascensión al Pico Cuartas (2451 m) , la ascensión al Pico Murcia (2341 m) o la ascensión al Pico de Hoya Continua (2395 m). En esta ocasión vamos a colgar las botas para optar por las dos ruedas y unas ligeras alforjas.
Día 1. Alba de los Cardaños-Villaverde (57 km-1200 m)
Iniciamos nuestro recorrido en el pueblo de Alba de los Cardaños, situado en el margen de un maltrecho Embalse de Camporredondo. Los primeros cinco kilómetros discurren por la carretera P-210, conocida como la carretera de los pantanos.
En la pequeña población de Cardaño de Abajo, dejamos el asfalto recalentado para adentrarnos por una pista bien marcada que se adentra paralela al río Chico. Sobre nuestras cabezas se alza la mole calcárea del Espigüete (2451 m), su altiva cara sur atrae como un imán nuestra mirada.
La pista asciende suave y con buen firme. Tras un giro pronunciado la pendiente se vuelve más exigente. Nos adentramos en un denso bosque y nos despedimos, temporalmente, del Espigüete. Ahora nos enfrentamos a fuertes rampas con curvas pedregosas que dificultan el avance, hasta encaramarnos a la cuerda que nos deja vislumbrar de nuevo las cumbres.
Vemos señales de Sendero de Gran Recorrido (blancas y rojas), se corresponden con el GR-1 (Sendero Histórico), un viejo conocido. Una fuerte subida nos lleva hasta los 1630 m del Collado de Cruz Armada (al contrario de lo que pueda parecer no hay ninguna cruz en este punto). Desde esta altura gozamos de una vista privilegiada de las tierras leonesas, el valle surcado por el río Mercero y las montañas que rodean al Embalse de Riaño.
La brisa de las alturas arrancan aromas penetrantes a los piornos que nos rodean, un perfume intenso y característico que nos trasladan a otras sierras de olores compartidos. Tras la dura subida viene una dura bajada sin abandonar el GR-1. Dejamos atrás el Parque Natural de Fuentes Carrionas y las montañas palentinas. El descenso hacia el valle se inicia siguiendo pistas empinadas (parecen cortafuegos más que pistas) para convertirse en senderos, con un breve tramo campo a través. La ciclabilidad en este corto tramo dependerá de la pericia de cada cual sobre las dos ruedas.
En el fondo del valle, tras cruzar las aguas del río Mercero, nos incorporamos a una pista ancha y cómoda que recorre el angosto valle hasta el pueblo de Valverde de la Sierra. Desde esta localidad nos deleitamos con una vista espectacular del Espigüete que aparece puntiagudo y casi amenazante.
Desde el pueblo seguimos de nuevo por pista. Iniciamos un largo recorrido rodeando pequeñas elevaciones y rodando la cabecera del valle presidido por el pueblo de Siero de la Reina. Continuas subidas y bajadas, con pequeños tramos de fuerte pendiente, nos permiten ir ganando altura de forma paulatina. Alternamos paisajes amplios y despejados con frondosos robledales donde buscamos protección para sol del mediodía.
Este tramo se hace largo y duro. Es un rompepiernas de paisajes hermosos. Tras una fuerte pendiente alcanzamos el Collado de Varazón (1539 m). Creemos haber alcanzado el punto más elevado, pero estamos equivocados. Descendemos ligeramente, la pista que desciende por el estrecho valle del arroyo de Arbolande nos tienta burlona. Nosotros seguimos por la pista que discurre por la ladera, ignorando el impulso de seguir el camino fácil.
No sé si es debido a la desilusión de la bajada que no llega, pero el siguiente tramo se nos hace especialmente duro. Un pequeño refugio nos indica que hemos llegado a Los Pandos (1503 m) desde donde, ahora sí, iniciamos el descenso.
Una bajada empinada nos lleva hasta el pequeño pueblo de Barniedo de la Reina. Hacemos una larga parada para comer y soltar algo del pegajoso calor que nos ha acompañado durante estos intensos kilómetros. Llenamos las camelback con el agua fresca de la fuente bien surtida.
Cuando nos quedamos sin excusas y hemos dejado pasar las horas de máximo calor, retomamos el camino. Ahora es la carretera la que nos marca la dirección a seguir. Seguimos la serpenteante carretera N-621 que discurre paralela al río Yuso, uno de los afluentes del caudaloso río Esla. La carretera aprovechas las estrecheces abiertas entre las rocas, en la angostura se asientan los pueblos de Portilla de la Reina y Llávanes de la Reina donde vemos indicaciones de albergue, y es que estamos sobre el recorrido del Camino Lebaniego.
Con paso lento y cansado vamos ganando metros a la suave pendiente mientras disfrutamos de las alturas que nos rodean e intimidan. Tras 16 largos kilómetros de subida alcanzamos el Puerto de San Glorio (1600 m), punto que marca la imaginaria frontera entre León y Cantabria. A nuestra derecha el Parque Nacional de los Picos de Europa con las modestas montañas que escoltan a la inmensa cordillera. A nuestra izquierda se alza el Peña Prieta (2539 m) se impone al resto de compañeros con decisión. Son innumerables las cimas que nos rodean y aún más innumerables los buenos momentos que hemos pasado por estas alturas.
Cuando conseguimos desprendernos del magnetismo de la caliza dirigimos nuestras miradas al frente para sorprendernos con el fuerte desnivel que marca el paso a las tierras cántabras. Iniciamos un vertiginoso descenso por la carretera durante 5 km, tras los cuales abandonamos el cómodo firme para adentrarnos por una pista empinada e incómoda. El firme es muy pedregoso, pero con los paisajes son increíbles. Seguimos los pasos del Camino Lebaniego con fidelidad casi canina.
Tras casi desintegrar los frenos en la bajada y dejar atrás el pueblo de Ledantes, la carretera nos permite llegar de forma cómoda al pueblo de Villaverde. Una localidad que ha crecido adaptándose a los desniveles que imponen la orografía y que goza de unas privilegiadas vistas sobre el valle surcado por al arroyo de la Viña.
Villaverde cae en el silencio a medida que la oscuridad se impone y nos ofrece un sosegado lugar para retomar las fuerzas que hemos ido dejando en el recorrido.
Día 2. Villaverde-Alba de los Cardaños (54 km-1650 m)
Amanece en el valle cuando en las cumbres ya llevan tiempo deslumbrados por este sol veraniego. Tras un sustancioso desayuno, nos ponemos en marcha descendiendo por las estrechas calles de Villaverde para tomar el mismo asfalto que nos trajo hasta aquí. Descendemos 200 metros sin apenas darnos cuenta hasta Vada, punto en el que nos desviamos hacia la población de Pollayo. Aquí no hay tramos horizontales, así que tras la subida no queda más opción que ascender.
Los primeros kilómetros los hacemos por carretera. En Pollayo nos desviamos por unas pista e iniciamos un incesante marea de pequeñas bajas y fuertes subidas que se abren camino entre robles para poco después dejar paso a los pinos que nos acompañan en el leve descenso hacia la aldea de Señas.
Desde Seña un fuerte descenso nos deja en el punto más bajo de la ruta en la confluencia del río Bo y el río Frío. Seguimos la carretera CA-894 construida al compás del río Frío. Dejamos atrás el pueblo de Soberado, un poco más arriba nos espera aletargado el pueblo de Bárago. Dos pueblos sentados en las estrecheces de una naturaleza regia e imponente.
Desde Bárago podemos distinguir como, entre las alturas de las paredes rocosas, se insinúa nuestro siguiente objetivo: Dobres. Iniciamos una larga subida por la única carretera que da acceso a Dobres. La carretera se retuerce arañando metros a la pendiente. La pendiente es suave y se deja gana con facilidad. Por el camino se impone una parada en el mirador de Sopeña y el mirador del túnel para apreciar los esfuerzos de aquellos que se asentaron en estas escondidas tierras.
Atravesamos los dos túneles que permiten el acceso a Dobres (estos túneles permitieron comunicar en los años cincuenta esta población por carretera con el valle) accedemos a otro mundo de verticalidad creciente en el que se intuyen inviernos sufridos y solitarios. En una pequeña planicie se disputan el espacio las localidades de Dobres y Cucayo, último pueblo antes de desviarnos hacia las pistas que ascienden a los Puertos de Riofrío.
Nos damos un respiro en este pequeño rincón robado al paraíso de la tranquilidad e iniciamos la subida por una pista de fuerte pendiente cementada. El cemento dura poco, a los pocos cientos de metros es sustituido por piedras y tierra, la rueda trasera patina, echo el pie a tierra y me resigno a empujar. Al alcanzar un pequeño alto la pendiente se suaviza y vuelvo a cabalgar sobre las dos ruedas. Entre bajadas, cortos llanos y leves ascensos, todo ello espolvoreado de un denso bosque de hayas y robles, alcanzamos las Invernales de Ranes donde un puente nos permite salvar las aguas del río Frío.
Tras sobrepasar las aguas, no habrá más treguas. El desnivel se acentúa, en algunos puntos calculamos que seguramente se aproximaba al 20-25%, y el firme es pedregoso. Aunque hay algunos tramos en los que la pendiente se suaviza algo, lo cierto es que me veo obligada a realizar gran parte de la subida empujando la bici (Iván la hizo casi entera dando pedales, por lo que, en honor a la verdad, hay que decir que es ciclable, pero muy dura). Solo las vistas que quedan a nuestros pies logran disipar algo el inmenso cansancio de los metros ganados a base de caminar y esfuerzo.
Tras largas horas de ascenso, vemos asomar a lo lejos la cima puntiaguda de Peña Prieta (2539 m), lo que indica que hemos ganado mucha altura. La perspectiva de alcanzar el puerto parece aligerar la pesadez de nuestras piernas. Al alcanzar los Puertos de Riofrío, donde nos reencontramos con Palencia, nos asalta la imagen robusta y hermosa del Curavacas (2524 m), la montaña más alta de Palencia y la cumbre más elevada del Parque Natural de Fuentes Carrionas.
Descendemos por una pista bastante mala debido a las piedras de gran tamaño que hacen difícil el manejo de las bicis y con moletos botes. Nuestro camino nos lleva hacia los pies del Curavacas que crece a medida que nos acercamos. Su perfil se impone con rotundidad a cualquier otra montaña del paisaje palentino. Su color oscuro hace de esta inmensa mole una figura casi inquietante.
A nuestra derecha, tras un pequeño desnivel se esconde el Pozo del Curavacas, hay una pista que leva hasta sus aguas pero nuestro cansancio se impone y seguimos descendiendo. Encogidos por nuestra propia pequeñez rodeamos las laderas del Curavacas y nos adentramos en el amplio valle de Pineda.
Seguimos el trazado de una amplia pista que recorre todo el valle. En nuestro recorrido nos sorprende ver numerosos coches que se han adentrado hasta aquí, porque la pista no es muy mala pero es pedregosa y en algunos puntos no parece muy apta para los vehículos. Las grandes planicies dan cabida a gran cantidad de ganado y algún perro escandaloso que no pasa de advertir su presencia. Cada coche que pasa nos deja una nube de polvo con la que luchar. Es un valle inmenso, casi se hace aburrido, 20 km de pista arrastrados por el sonido de las aguas del río Carrión que nace en la Laguna de Fuentes Carrionas.
Tras rodear el Curavacas, el valle nos escupe al pueblo de Vidrieros (punto de referencia para los que quieran ascender el Curavacas por su vía normal) donde enlazamos, agradecidos, con el asfalto. Sin apenas desnivel alcanzamos la localidad de Triollo donde nos unimos a la carretera de los pantanos. Sin apenas desnivel y en compañía de las paupérrimas reservas hidráulicas del Embalse de Caporredondo alcanzamos nuestro punto de salida: Alba de los Cardaños.
Dos días intensos, duros, en los que el sufrimiento se ha visto mitigado por los grandes paisajes y la experiencia de haber circunvalado un buen puñado de cimas de las cuales tenemos grandes recuerdos y que este recorrido nos ha permitido ver con una mirada diferente y con una nueva perspectiva.
Recorrido
Información práctica
- Hay varios albergues en el recorrido ya que seguimos parte del recorrido del Camino Lebaniego. Concretamente vimos albergues en: Portilla d la Reina, Llánaves de la Reina y Villaverde.