Datos de la ruta
- Zona: recorre las provincias de Guadalajara, Madrid, Toledo y Cáceres.
- Duracion: 5 días.
- Tipo de recorrido: lineal (Inicio: Guadalajara; Fin: Guadalupe)
- Tipo de firme: pistas, vías verdes (tramo poco ciclable al entrar en Cáceres). No ciclable en la salida de Guadalajara.
Descripción
Aprovechando una semana de días calurosos del mes de diciembre nos hemos decidido a recorrer uno de los caminos que siempre teníamos pendientes, el Camino de Guadalupe. Decidimos realizarlo desde Guadalajara, menos transitado que otras opciones, ya que nos daba la posibilidad de recorrer el Camino de los Monjes.
Nuestro camino ha unido Guadalajara con el Monasterio de San Bartolomé en Lupiana, casa matriz de la Orden de los Jerónimos, conectando con el Camino de los Monjes y con el Camino Real de Guadalupe en la población de Titulcia. Durante nuestra travesía recorreremos tramos de la Vía Verde del Tajuña, el Camino Natural de la Vía Verde la Jara y el Camino Natural de las Villuercas. Todo ello en cinco días de descubrimientos y sin apenas pisar asfalto.
Día 1. Guadalajara-Morata de Tajuña (88.5 km- 830m)
Iniciamos nuestro viaje en una fría mañana desde Guadalajara, donde llegamos en transporte público. Marcamos el punto de inicio en el Palacio del Infantado, edificio del siglo XV donde se sitúa el interesante Museo de Guadalajara.
Atravesamos la ciudad por el Parque de la Concordia en dirección a la A-2, la cual atravesamos abandonando el asfalto. A los pocos metros nos enfrentamos a la primera subida de este viaje. En un principio es suave, pero en pocos metros la pendiente se vuelve más dura y de firme pedregoso. A los pocos metros nos vemos obligados a echar el pie a tierra. El tramo no es muy largo y, al menos, nos ayudó a entrar en calor.
Una vez alcanzada la parte alta el terreno se suaviza de forma considerable y nos permite rodar a buen ritmo. En este punto atravesamos la Cañada Real Galiana rodeados de encinas. El descenso a la población de Lupiana lo realizamos por un estrecho sendero que sigue el Barranco de los Pilancones. Un rincón con encanto que nos obligará a esmerarnos con la bici ya que el terreno no es muy bueno.
Lupiana es un precioso pueblo de la Alcarria, un lugar ideal para hacer una parada antes de enfrentarnos a la subida al Monasterio de San Bartolomé. A este monasterio se puede subir por carretera, pero nosotros decidimos seguir la senda, lo que nos obligó, por segunda vez, a empujar las bicis. No son muchos metros y merece la pena por seguir el camino histórico de acceso.
El Monasterio de San Bartolomé es propiedad privada lo que hace que la posibilidad de visitarlo quede limitada a los lunes por la mañana. Nosotros queríamos acercarnos a este lugar porque marcaba el inicio del Camino de los Monjes, camino que supuestamente siguieron los Padres Jerónimos para enlazar con el Camino Real de Guadalupe en su peregrinaje al Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe.
El monasterio, fundado en el siglo XIV, fue el primer monasterio fundado en la Península Ibérica y casa madre de la Orden de los Jerónimos, hasta la desamortización de Mendizábal en 1836.
Tras la visita al Monasterio seguimos nuestro camino en dirección al pueblo de Horche. Ahora por pistas más anchas y un avance mucho más rápido. Desde esta localidad descendemos de forma decidida hacia el valle del río Tajuña, cuyo margen seguiremos, sin apenas desnivel, atravesando Aranzueque y rozando Loranca de Tajuña. Seguimos paralelos a la carretera comarcal CM-215 (que pasa a ser la M-215 cuando pasamos a la Comunidad de Madrid), una posibilidad en caso de preferir asfalto.
En la población de Ambite conectamos con la Vía Verde del Tajuña. Esta vía verde sigue el trazado de una antigua vía de ferrocarril que tenía como objetivo unir las tierras madrileñas y aragonesas. Fue inaugurado en 1901 y tuvo una vida corta ya que cerró al transporte de viajeros en 1953.
Con la caída del sol alcanzamos nuestro destino en la localidad de Morata de Tajuña, una de las pocas poblaciones donde localizamos un hostal. En un bar nos recomendaron probar las palmeritas de chocolate, y las probamos…un auténtico placer, se puede decir que lo mejor de Morata.
Día 2. Morata de Tajuña-Toledo (90 km-650 m)
Iniciamos la jornada como la terminamos: siguiendo el río Tajuña. Rodamos por buenos caminos de concentración que nos permiten coger velocidad y avanzar de forma rápida y cómoda entre tierras de cultivo.
Sin embargo a los pocos kilómetros nos desviaremos con el objetivo de llegar a la localidad de Chinchón. Para ello nos tendremos que enfrentar a una pista pedregosa y de pendiente más que considerable que, como no podía ser de otro modo, me obligó a echar el pie a tierra y a empujar la bici un buen tramo.
Estas pistas siguen el Barranco de Valdepozas, una zona escarpada de pequeñas montañas de yeso y con fuertes desniveles, que nos permiten llegar a la localidad de Chinchón. Entramos en esta localidad por la parte alta lo que nos ofrece una estupenda panorámica del entorno y del Castillo de los Condes de Chinchón.
Además pudimos disfrutar de un pequeño descanso, con café, tostada y sol incluido, en su conocida y fotogénica Plaza Mayor.
Tras el descanso, prácticamente deshacemos lo andado. Volvemos a retomar el valle del Tajuña, descendiendo casi paralelos al camino de subida. Bordeamos el Castillo de Casasola, propiedad privada y no visitable, pero del que se puede obtener una buena perspectiva desde el valle.
Pero este valle aún nos tenía alguna sorpresa reservada. Tras atravesar la carretera M-404 nos dirigimos a la Laguna de San Juan, refugio de fauna que, dada la escasez de agua de este año, seguro que no mostraba su mejor aspecto. Aún así produce un hermoso contraste con el entorno árido que nos rodea.
Continuamos por la pista y poco antes de cruzar la carretera M-320, en las proximidades de Titulcia, nos encontramos con la sorpresa de ver un nido de ametralladoras y el trazado claro de unas trincheras. Estos restos son relativamente numerosos en la zona ya que en estas tierras, hoy tranquilas, se libró en febrero de 1937 una de las más conocidas batallas de la Guerra Civil: la Batalla del Jarama.
En Titulcia enlazamos con el Camino Real de Guadalupe que nos lleva directos hacia la hermosa población de Aranjuez. A las afueras de esta conocida localidad madrileña, el Tajo recibe las aguas del río Jarama. Anteriormente el Jarama ha recibido, a su vez, el aporte de vida del río Tajuña que nos ha acompañado en nuestras dos primeras jornadas.
Aranjuez bien merece una visita con el tiempo necesario para conocer el Palacio Real de Aranjuez así como los espléndidos jardines que le rodean y que muestran sus mejores galas en primavera y otoño.
Para salir de Aranjuez el Camino Real de Guadalupe sigue el Camino Natural del Tajo (marcado como Sendero de Gran Recorrido GR-113).
En los siguientes kilómetros seguiremos en gran medida el trazado de este Camino Natural, coincidiendo con el Canal de las Aves. En algún punto nos desviaremos de sus indicaciones para entrar en Toledo sin dar tanto rodeo.
Día 3. Toledo-Montearagón (64 km-830 m)
Aprovechamos la mañana para darnos una vuelta por esta maravillosa ciudad que es Toledo, ya que el día antes apenas nos había dado tiempo para disfrutar de ella. Iniciamos la jornada recorriendo sus estrechas y empinadas calles, haciendo un rápido recorrido por el casco histórico.
La ciudad se merece mínimo una jornada para descubrir sus rincones y poder visitar sus principales monumentos, que no son pocos. La salida de Toledo la realizamos siguiendo, de nuevo, las indicaciones del Camino Natural del Tajo que nos saca de la ciudad siguiendo el paseo fluvial y zonas de antiguas fábricas.
Pronto nos encontraremos con camino asfaltado que nos lleva a zonas no tan amables llenas de graveras, pero que nos permitirán salvar el paso de la circunvalación CM-40. En general esta parte sigue pistas en buen estado que nos permiten ir bastante relajados, aunque nos encontramos con pequeños tramos de subida.
Nos encontraremos con el curso del río Guadarrama, cuyas aguas vienen a desembocar en el Tajo. Sobre su cauce se sitúa una zona de descanso con buenas vistas e ideal para una parada antes de continuar.
Una vez superado el río Guadarrama tendremos que superar la dura cuesta que nos lleva hacia la Ermita de Nuestra Señora de la Esperanza Macarena. Un edificio rodeado de vallas que más parecía un búnker que una ermita, y desde donde podemos contemplar a nuestros pies el pueblo de Abarreal de Tajo. Esta localidad cuenta con supermercado y un par de bares.
En este punto nos separamos de las indicaciones del Camino Natural. Ahora toca seguir las indicaciones del Camino Real de Guadalupe. No hay homogeneización en las indicaciones: en algunas ocasiones con postes de color verde, en otros casos son marcas y flechas de color blanco que nos marcan la dirección a seguir y, de paso, nos infunden ánimo.
Una pista asfaltada nos lleva hasta el pueblo de Burujón. A partir de este punto seguimos buenas pistas que nos llevan a los pueblos de Escalonilla, La Mata, Erustes y Cebolla. Rodeados de olivos cargados de aceitunas y flores despistada que con los días que hace deben pensar que estamos en plena primavera, porque nos encontramos con auténticos mantos de flores.
Entre los pueblos de Cebolla y Motearagón la cosa cambia. Nos encontramos con pistas complicadas de tierra fina (parecía que estábamos en la playa de Alicante), en bastantes tramos las bicis se quedan clavadas y tenemos que empujar. La proximidad de nuestro destino hace que nos lo tomemos con calma y disfrutemos del paisaje, pintado de bonitas tonalidades por el efecto de la puesta de sol.
Día 4. Montearagón-Aldeanueva de Barbarroya (51 km-145 m)
Jornada muy tranquila y sin apenas desnivel, que nos permitirá descansar y pedalear de forma relajada. Con esta perspectiva salimos de Monteragón algo más tarde de lo habitual. 18 kilómetros nos separan de Talavera de la Reina. La entrada a esta localidad la realizamos siguiendo un largo carril bici.
Atravesamos toda la ciudad de forma cómoda y sin el peligro del tráfico ya que seguimos en todo momento carriles bici y las indicaciones del Camino Natural del Tajo. El Camino natural ha vuelto a aparecer de forma imprevista a la salida de Montearagón.
A la salida de Talavera volvemos a separarnos del Camino Natural alejándonos del cauce del Tajo. Seguimos una pista, donde encontramos marcas del Camino Real de Guadalupe, prácticamente paralela que nos lleva hasta Alberche del Caudillo. Este pueblo es de creación bastante reciente (como se puede suponer por su topónimo) ya que fue fundado en el año 1956 por el Instituto Nacional de Colonización, cosas de la época.
En Alberche el camino de Guadalupe vuelve a coincidir con el Camino Natural del Tajo que nos lleva directamente y sin desnivel hasta el pueblo de Calera y Chozas. Desde esta localidad nos desviamos del Camino Real de Guadalupe para seguir un camino algo más moderno, ya que vamos a seguir el Camino Natural de la Vía Verde de la Jara. Nos decidimos por este último camino por temas de ciclabilidad.
Este Camino Natural de la Vía Verde de la Jara coincide en sus primero 20 kilómetros con el Camino Natural del Tajo. Sigue el trazado de la antigua línea de ferrocarril que unía Calera y Chozas con Santa Quiteria, como parte de un proyecto más amplio que pretendía unir Talavera de la Reina (Toledo) y Villanueva de la Serena (Badajoz).
Las obras se iniciaron durante la dictadura de Primo de Rivera y continuaron en años sucesivos de manera intermitente finalizando gran parte del recorrido. Sin embargo, la vía del tren nunca llegó a estar en uso. Las obras quedaron suspendidas, de forma definitiva, en el año 1962, dejando una impresionante construcción que ahora nos permite transitar por increíbles paisajes.
Una de las construcciones más impresionantes es el viaducto de Azután o Puente de Amador. Con sus 340 metros de longitud y una altura máxima de 40 metros sobre las aguas, nos permite salvar el embalse de Azután, formado por las aguas del Tajo.
Esta jornada es sin duda una de las más bonitas y cómodas. En lugar es un auténtico placer para los sentidos: rodeados de encinas, moles de granito y disfrutando de la soledad que nos proporciona un jueves de otoño avanzamos. La felicidad a veces es de una simplicidad absoluta.
En pocos kilómetros llegamos a la localidad de Aldeanueva de Balbarroya donde damos por concluida la jornada, ya que es el único punto en el que localizamos alojamiento sin tener que desviarnos de la vía verde.
Lo cierto es que esta jornada se quedó algo corta y la siguiente demasiado larga. Lo ideal sería alargar un poco esta etapa, ya que transita sin desnivel, y dormir en la Estación de la Pizarrita, un curioso alojamiento que ha habilitado unos vagones como dormitorios. Nosotros no nos pudimos alojar aquí porque en invierno los días de diario solo abren si hay grupos, por lo que mejor llamar antes, solo por la curiosidad merece la pena.
Día 5. Aldeanueva de Barbarroya-Guadalupe (78.5 km-1260 m)
Último día de recorrido y, sin lugar a dudas, el más duro en cuanto a desnivel de los que llevamos hasta ahora. Para compensar es uno de los tramos más bonitos desde el punto de vista paisajístico.
Apenas 800 metros después de dejar Aldeanueva de Barbarroya abandonamos definitivamente el Camino Natural del Tajo para seguir las indicaciones del Camino Natural de la Vía Verde de la Jara, atravesando trincheras, túneles y estaciones abandonadas.
Encontrando a nuestro paso numerosas edificaciones abandonadas. Antiguos edificios que dieron vida a estas tierras en épocas pasadas y que hoy permanecen silenciosos para deleite de los pocos visitantes que se acercan hasta ellos.
En pocos kilómetros nuestro camino vuelve a tomar como referencia una corriente de agua. Seguimos el margen del río Uso, que en la amplitud del paisaje no es más que un hilo de vida.
A lo largo de estos últimos kilómetros de la Vía verde podemos ver numerosos molinos, hoy abandonados, que constituyeron una de las primeras industrias de la zona. Quizá los más llamativos son los situados en la corriente de río Frío. Haciendo uso de la fuerza de sus aguas llegaron a estar en funcionamiento hasta 18 molinos en unos 7 kilómetros de cauce, esto fue debido a que dicho río esta formado por una corriente de caudal prácticamente constante a lo largo del año.
Nos separamos del río Uso para proseguir por el margen del arroyo de San Vicente y por el pequeño embalse que forman sus aguas. Este último tramo tiene algo más de pendiente para ganar los 670 metros de altitud a los que se encuentra la Estación de Santa Quiteria, punto final del Camino Natural de la Vía Verde de la Jara. La vía verde tiene continuidad al conectar con el Camino Natural de Las Villuercas (marcado como Sendero de Gran Recorrido GR-116)
A partir de aquí es donde empieza lo duro de verdad, ya que tendremos que atravesar la línea montañosa que tenemos ante nosotros. Desde Santa Quiteria realizamos un giro algo brusco que nos permite bordear las montañas, con alguna subida y bajada por asfalto, para encarar el Puerto de San Vicente (808 m). En el puerto nos encontramos con un puente que nos permite cambiar al otro lado de la carretera EX-102. Cuando pensábamos que habíamos pasado lo peor, vino lo más duro, pero también lo más espectacular.
La pista que tomamos es de piedra suelta lo que hace que las bajadas sean muy lentas y haya que extremar precauciones. Las subidas en muchos casos resultan imposibles. Nosotros seguimos el Camino Natural que tras el puerto prácticamente baja 100 metros para volverlos a subir después. Visto es perspectiva quizá compense coger la carretera que no pierde altura y no parecía tener mucho tráfico, ya que nos deja en el mismo punto.
Pero lo que es indudable es que esta zona es preciosa, pero muy dura, especialmente por el firme por el que nos toca pedalear. Este tramo sigue fielmente la Cañada Real Leonesa.
Durante varios kilómetros vamos a seguir paralelos a la carretera EX-102 siguiendo el trazado de la Cañada Real Leonesa y el Cordel de las Merinas. Es un auténtico rompepiernas, con pequeñas rampas de piedra suelta y pendientes que a veces alcanzan un 17%. Si se sigue por el Camino Natural compensa seguir por la carretera evitando estos fuertes desniveles.
En este tramo tuvimos nuestro único punto de duda ya que el track oficial seguía la Cañada Real Leonesa que se adentraba en una finca. No vimos ninguna señal, mientras que el Camino Natural nos indicaba por el margen de la carretera, siguiendo el trazado del Cordel de las Merinas. Finalmente decidimos seguir por este último.
Con las piernas machacadas llegamos a la localidad de Alía. Aquí pudimos descansar un poco antes de proseguir camino. Desde aquí quedan pocos kilómetros, pero aún tenemos por delante unas cuantas rampas más, así que hay que intentar disfrutar.
A la salida del pueblo tomamos el Camino de Logrosán, siguiendo las indicaciones del Camino Natural, que nos llevan hasta un pequeño arroyo y un puente construido para poder salvar las aguas del río Guadalupejo y evitar el vado.
El camino nos lleva rodeados de amplias dehesas por buen firme hasta el desvío del ramal a Guadalupe. Si siguiéramos de frente iríamos hasta Logrosán, también indicado.
Los últimos kilómetros los realizamos por paisajes típicamente extremeños: grandes dehesas de hermosas encinas y fincas dedicadas al ganado. Todo ello tapizado de una fina manta verde más propia de la primavera que del invierno.
Y de esta manera llegamos a Guadalupe. Entramos en nuestro destino siguiendo una pequeña senda que discurre paralela al río Guadalupejo y que nos muestra el impresionante viaducto que se construyó para la vía férrea, la misma a la que perteneció el tramo de la Vía Verde de la Jara, y que nunca llegó a entrar en funcionamiento.
En este punto, tras cruzar la carretera EX-102, tendremos que ascender por un estrecho sendero (se puede evitar por carretera, pero ya al final del viaje no nos apetecía estropear el recorrido). La pendiente me obligó a empujar la bici un pequeño tramo, pero ir despacio también tiene sus ventajas, entre otras empaparse de lo que te rodea.
Guadalupe nos recibe con sus calles estrechas y pintorescas, como antesala al gran premio del viaje: el Real Monasterio de Guadalupe. Las primeras noticias asociadas al Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe se remontan al siglo XIV. El santuario se funda a causa del hallazgo por Gil Cordero de la imagen de la virgen en los márgenes del río Guadalupe. A partir de ese momento se inicia la historia de esta población que crecerá en los siguientes años en torno al santuario y se convertiría en uno de los grandes centros de peregrinación, junto a Santiago de Compostela, de la península.
En el año 1389 el Santuario fue encomendado a los Padres Jerónimos, de ahí su vinculación con el Monasterio de San Bartolomé en la localidad alcarreña de Lupiana. Sería abandonado por éstos en 1835. Tras años de abandono, en 1908 los Franciscanos pasaron a hacerse cargo del mismo. El Monasterio fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1993.
Como colofón del viaje dedicamos una mañana a visitar el Monasterio y a pasear por las calles de este bonito pueblo extremeño. Un magnífico punto y final para un magnífico viaje.
Recorrido
Información práctica
- El track del recorrido lo podéis localizar en: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=11587992
- En Guadalupe se puede tomar un autobús hasta Madrid. No nos pusieron problemas para transportar la bici, pero tiene que ir dentro de una bolsa.
- Asociación de amigos del Camino Real de Guadalupe, cuyos track hemos utilizado para la realización de esta ruta: http://www.acrg.es/
- Información de los Caminos de Guadalupe: http://caminosaguadalupe.com/
- Vía Verde del Tajuña: http://www.viasverdes.com/itinerarios/itinerario.asp?id=84
- Camino Natural del Tajo: http://www.magrama.gob.es/es/desarrollo-rural/temas/caminos-naturales/publicaciones/guia_tajo.aspx
- Camino Natural de la Vía Verde de la Jara: http://www.magrama.gob.es/es/desarrollo-rural/temas/caminos-naturales/caminos-naturales/sector-centro/jara/la_jara.aspx
- Camino Natural de Las Villuercas: http://www.magrama.gob.es/es/desarrollo-rural/temas/caminos-naturales/caminos-naturales/sector-centro/villuercas/villuercas.aspx
- Información del Real Monasterio de Guadalupe: http://www.monasterioguadalupe.com/