Cuando uno se inicia en el cicloturismo pasa como en muchas otras cosas en la vida: no sabes por dónde empezar. Es verdad que se va probando y se va aprendiendo (el denominado ensayo/error), y tras muchas equivocaciones aprendes qué es lo importante y qué no lo es, en qué centrarte cuando inicias un viaje, qué repuestos debes llevar, y un largo etcétera.
Hemos querido recoger aquí unos pocos consejos, algunos como veréis muy básicos, basados en nuestra experiencia y en cómo vemos nosotros esta actividad del cicloturismo. Son solo consejos, pero si a alguien le pueden ayudar y, lo que es más importante, animar a iniciarse en esta actividad, nos daremos por satisfechos.
1. Lo importante no es la bici, sino las piernas.
Puede parecer algo evidente, pero da igual lo buena que sea la bici que lleves, por sí sola no va a subir las cuestas ni a dar pedales. Con esto queremos decir dos cosas muy distintas:
- Hay que valorar el estado de forma en función de la ruta para no sufrir mucho (hablaremos de este punto más adelante).
- No hay que obsesionarse con la bicicleta, ni comprarse el último modelo del mercado.
Centrémonos en el segundo punto. Cuando das el paso de comprar una bici uno corre el peligro de salir mareado de tantos modelos y, por supuesto, precios. No hay que obsesionarse. Casi cualquier bici vale si puedes dar pedales en ella.
Con el paso del tiempo se evoluciona. Lo primero es saber si viajar en bici te gusta o no. En caso afirmativo (de cual no tenemos ninguna duda) la evolución llega por sí sola, terminas sabiendo qué es lo que quieres y cuánto estás dispuesto a pagar. A lo largo de nuestros viajes hemos visto a gente con bicicletas del decathlon haciendo la transpirenaica, lo que demuestra que querer y las piernas son lo principal.
Nosotros empezamos a viajar con una orbea de la gama más baja y con ella hicimos muchos viajes, en España e incluso en el extranjero. Luego fuimos evolucionando. Hasta llegar a una bici, doce años después, concebida al 100% para viajar: unas preciosas Surley.
2. No te obsesiones con el equipo
Después de la bici, como elemento fundamental, hay un equipo «necesario» para poder viajar:
- Transportín
- Alforjas
- GPS
- Indumentaria
Es cierto que un transportín y unas alforjas serán necesarios, pero no tiene que ser lo mejor del mercado. Primero hay que saber si esto nos gusta lo bastante como para realizar la inversión. Incluso las alforjas se pueden sustituir por una bolsa.
Como en el caso de la bicicleta, todo sigue una evolución natural. Esta ha sido nuestra experiencia con parte del equipo:
- Transportín: esto va a hacer falta, a no ser que estés dispuesto a cargar con una mochila (hay gente que viaja así, pero es verdad que para viajes de más de dos días te destroza la espalda)
- Alforjas: nosotros empezamos con unas alforjas de cordura pero que no eran estancas. Cuando llovía les poníamos un cubremochilas. Es cierto que se mojaba por dentro si llovía mucho, así que desde entonces tenemos la sana costumbre de guardar todo en bolsas de plástico (de todo se aprende). Al final, después de muchos años, nos compramos unas alforjas estancas cuando decidimos que esto nos gustaba.
- GPS: en la actualidad casi diría que no podemos vivir sin él. En la mayoría de los casos no es posible llevar mapas para todas las zonas a recorrer y el GPS es una gran ayuda. Pero no es menos cierto que, para iniciarse, hay muchas rutas perfectamente señalizadas o rutas por carretera que no necesitan de este dispositivo (nuestro primer Camino de Santiago y nuestro primer Camino del Cid lo hicimos sin GPS y, lo mejor de todo, sobrevivimos).
- Indumentaria: si ya practicas el ciclismo pues aquí no hay nada especial. En caso contrario lo único importante es un buen coulotte. Nuestros primeros viajes los hacíamos con la ropa de montaña que ya teníamos. En esto, como en casi todo, la evolución llegará de forma natural.
3. Valora tu estado físico y disfruta de la ruta
Hay rutas para todos los gustos y niveles. Algunos ejemplos de ello:
- Ruta exigente desde el punto de vista físico, aunque no técnico: Vía de la Plata.
- Rutas difíciles técnica y físicamente: Transpirenaica.
- Rutas fáciles tanto física como técnicamente: Canal du Midi o Canal de Castilla.
Por ello es importante que valores la dificultad de la ruta en función de tus capacidades para que puedas disfrutar al máximo del recorrido. El cicloturismo no es solo dar pedales, sino disfrutar del recorrido, del entorno, de las localidades por las que pasamos, de la gente.
Aunque a todos, o casi todos, nos motiva la superación también hay que ser realista para que la experiencia no se convierta en una tortura. Incluso algunos recorridos requerirán cierto entrenamiento si no queremos sufrir demasiado.
A la hora de valorar un recorrido lo más importante, más que los kilómetros, es el desnivel a salvar y el tipo de firme. Si el desnivel es mucho y las pistas malas, unido al equipaje, nos puede ralentizar mucho la marcha. De ahí el siguiente consejo.
4. Planifica el recorrido, aunque al final haya que improvisar
Las salidas hay que planificarlas mínimante: kilómetros a recorrer, desniveles y tiempo. Hay que ser realista y pensar que hay que dejar tiempo para paradas y para poder disfrutar del viaje.
El viaje no empieza cuando llegamos al punto de inicio y nos ponemos a dar pedales. El viaje se inicia en casa, generalmente meses antes del propio viaje, delante de un mapa, viendo recorridos y valorando posibilidades. Cuando empezamos a rodar todo tiene que estar ya visto (al menos hasta que lleguen los cambios).
En la planificación influye si es una ruta conocida o si es una ruta propia:
- Si es una ruta conocida (como el Camino de Santiago, por ejemplo) podemos contar con referencias de dificultad o alternativas. En estos casos además la logística (alojamientos, avituallamiento, etc.) por lo general será más sencillo.
- Si es una ruta propia la planificación es más importante. Ya que habrá que ir con tiempo suficiente para posibles imprevistos como pueden ser caminos cerrados, complicaciones en la logística, etc.
También dependerá mucho del destino. Hay lugares que requieren más planificación ya que el país puede ser más complicado para localizar repuestos o los temas logísticos (por ejemplo, el viaje a Mongolia), lo que nos obligará a llevar más equipaje y ser más autosuficientes (tanto en repuestos como en ser capaces de realizar reparaciones, alimentación y para buscarnos un buen rincón donde dormir). En otros casos nos podremos relajar si sabemos que nuestro recorrido discurre por zonas en las que es más fácil encontrar ayuda.
A menudo nos tocará improvisar ante imprevistos varios, pero no es menos cierto que solo el hecho de planificar nos ayudará a conocer el recorrido y facilitará las improvisaciones.
5. Búscate un buen compañero
Este es uno de esos consejos que es válido para cualquier cosa en la vida: hay que buscarse al mejor compañero posible, si es que uno va a viajar acompañado.
Hay mucha gente que le gusta viajar solo, es una opción. A mí personalmente me gusta compartir el viaje, sentir una misma emoción durante los preparativos del proyecto. Creo que viajar acompañado tiene dos ventajas: se comparten todas las emociones del viaje, se comenta cada jornada, la ilusión del proyecto; y en los malos momentos tienes a alguien con quien buscar una solución (y habrá malos momentos, seguro).
Pero, como casi todo en la vida, también tiene algunos inconvenientes y es que la convivencia se pondrá difícil. Porque tendréis que compartir muchas horas, muchos kilómetros, mucho cansancio y muchas situaciones «críticas» que suelen poner a prueba la convivencia. Por todo ello, con la persona que se viaje, tiene que haber sintonía (y mucha): compartir objetivos, llevarse bien, ser un apoyo mutuo.
Y lo más importante es que cuando llegue uno de esos momentos críticos (como por ejemplo que se haga de noche en medio de una tormenta, que os perdáis, que haya mucho cansancio y a alguno le de una pájara, o una frontera complicada) sea un apoyo, porque a veces es difícil no perder los nervios.